tag:blogger.com,1999:blog-364188182024-03-07T07:36:29.882+00:00La nueva ciudad de las damasFeminismo y literaturaEve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comBlogger168125tag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-23179266628289438702011-06-07T02:46:00.000+00:002011-06-07T02:46:10.543+00:00Allanamiento de Policías Federales al Centro de Derechos Humanos Paso del Norte<div style="text-align: justify;">Ciudad Juárez, Chihuahua; a 6 de Junio del 2011</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Pronunciamiento del Grupo de Articulación sobre la Allanamiento de Policías Federales al</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Centro de Derechos Humanos Paso del Norte</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Las organizaciones civiles que conformamos el Grupo de Articulación Justicia en Juárez denunciamos enérgicamente la irrupción –sin orden de cateo-- de la Policía Federal a las instalaciones del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte que dirige el sacerdote Oscar Enríquez. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Este acto, ocurrido el día 5 de Junio y en el que participaron las patrullas con las matrículas 12427, 13972, 13943, 13748 y 1057, representa una agresión al trabajo que desde hace más de diez años realiza este Centro en favor de los derechos de los y las más pobres y desprotegidos de nuestra comunidad. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Dado que el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte participa en la organización del Pacto Nacional Ciudadano a firmarse en nuestra ciudad el 10 de Junio, consideramos este hecho como un acto de amedrentamiento a las organizaciones que apoyan y recibirán a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad que acompaña al poeta Javier Sicilia.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Alertamos a las organizaciones nacionales que participan en la Caravana sobre este tipo de agresiones y actos de intimidación. Les exhortamos a pronunciarse públicamente y a denunciar este hecho en todas las redes e instancias nacionales e internacionales. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">A los organismos de derechos humanos del país y del mundo les pedimos que demanden la activación de los protocolos existentes para la salvaguarda de los defensores y defensoras, y para la protección de las organizaciones de derechos humanos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">A la Relatoría de Defensores y Defensoras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le exhortamos a que se pronuncie sobre este hecho, activen las alertas necesarias, y que se mantengan atentos y den difusión a la información que vaya surgiendo.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Al Congreso de la Unión y del estado de Chihuahua, particularmente a las Comisiones de Seguridad, Justicia y de Derechos Humanos le demandamos que se pronuncien sobre estos hechos y desde su investidura exijan la activación de los mecanismos de protección necesarios para las y los defensores.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Exigimos a la Procuraduría General de la República una explicación detallada sobre este operativo, una investigación exhaustiva de estos hechos, y sanción a los funcionarios y efectivos de la policía que intervinieron en este lamentable incidente. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Así mismo, hacemos responsable al gobierno federal que encabeza Felipe Calderón Hinojosa de las agresiones y ataques que pudiera sufrir cualquiera de nuestras organizaciones y sus integrantes. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Advertimos al gobierno local, estatal y federal que denunciaremos cualquier acto de agresión en contra de las organizaciones que conforman nuestro Grupo de Articulación Justicia en Juárez y a quienes integran la Asamblea Juarense por la Paz con Justicia y Dignidad.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">La Justicia es Primero. Nada en Juárez sin Justicia.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Por el Grupo de Articulación Justicia en Juárez</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">CDHPN, Colectiva Arte, Comunidad y Equidad, Movimiento Pacto por la Cultura, Centro de Mujeres Tonantzín, Programa Compañeros, Redes Universitarias Ciudad Juárez, Plan Estratégico de Juárez, Organización Popular Independiente, Red Mesa de Mujeres, Casa Amiga, Centro de Derechos Humanos del Migrante, CCOSYDHAC, Comité Médico Ciudadano, Organización el Camino, Comunidades Eclesiales de Base, Mujeres del Pacto, Consejo Ciudadano.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Saludos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">A T E N T A M E N T E.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Mercedes Fernandez G.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Movimiento LGBTI Chihuahuense</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Colectivo Venus Nawiqui</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">CEHIS IXU</div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-78066911891295938362010-08-29T03:37:00.000+00:002010-08-29T03:37:54.515+00:00Entrevista exclusiva con Lydia Cacho<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg88dTNTnv8MkSEqePjj2b3HO01esPc7ci2S6xggHF705wnQJeNDxQ98f8XV0SxUyIM42dfw1rClsoaDVCpneOwRutJ50OD7pntNxD4i4kBtlQMwsfJA_mQG83_qN08GzkygHpm/s1600/Scan10070.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" ox="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg88dTNTnv8MkSEqePjj2b3HO01esPc7ci2S6xggHF705wnQJeNDxQ98f8XV0SxUyIM42dfw1rClsoaDVCpneOwRutJ50OD7pntNxD4i4kBtlQMwsfJA_mQG83_qN08GzkygHpm/s640/Scan10070.jpg" width="416" /></a></div><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por Eve Gil</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">NOTA: No reproducir sin permiso escrito de la autora. Este material está protegido por Derechos e Autor y quien lo tome sin permiso incurre en un delito.</span></strong></div><div style="text-align: justify;">A Lydia Cacho nada la amedrenta, aunque razones no le faltan para tener miedo. Tras el espantoso periplo que vivió, como resultado de su valiente denuncia de una organización de pornografía infantil que operaba en México e involucraba a políticos y empresarios –la inmensa mayoría de los cuales no ha sido tocado con el pétalo de una rosa…e incluso han sido candidatos a gubernaturas-, Los demonios del Edén, se vuelve a lanzar, milagrosamente viva y entera, a realizar una investigación a nivel global sobre el mismo asunto a través de un impresionante libro titulado Esclavas del poder (Grijalbo, México, 2010)</div><div style="text-align: justify;">Impresionante no solo por el nivel de investigación y la dramática realidad que exhibe –y nos sacará lágrimas como, de hecho, se las sacó a la propia Lydia-sino por la calidad narrativa de esta periodista, digna discípula de Kapuscinski, o de la heroica rusa Anna Politkovskaya (que fue amiga de Lydia), asesinada por órdenes de Putin. Y si bien en México ha sido perseguida, amenazada, incluso vejada por el gobierno que debiera protegerla, ha recibido toda clase de premios en el extranjero, otro aspecto que la emparienta con Politkovskaya: “Para hacer periodismo siempre hay dos móviles: la noción de que hay historias que deben ser contadas y la posibilidad de acceder a esa información y la inspiración que nos da la respuesta social a nuestro trabajo –señala Lydia con la firmeza que la caracteriza- En efecto he recibido muchas agresiones tanto por parte tanto del poder como de las mafias, pero también he tenido el privilegio de vivir cotidianamente una reacción importante por parte de la sociedad que lee mis libros y entiende que algo hay que hacer al respecto.”</div><div style="text-align: justify;">Lydia ya estaba planeando escribir este libro antes de haber sido arrestada por orden del llamado Gober Precioso, a instancias de Kamel Nacif –amigo y cómplice del pederasta Succar Kuri- que pasará a la historia por esa deleznable acción que sin duda se reflejó electoralmente en las pasadas elecciones en las que su candidato fue rotundamente rechazado: “Se me ocurrió después de entrevistar a una joven venezolana en el año 2004, y a partir de esa entrevista me quedó claro que algo había que hacer. No tenía tan estructurada la idea del libro “Esclavas del poder” pero ya sabía que no podía contar la historia de una venezolana llevada a México por las mafias de Nuevo León, sin explicar lo que sucede alrededor del mundo.</div><div style="text-align: justify;">“La idea original fue siempre hacer el libro sobre las redes internacionales. Lo difícil consistió en conseguir los recursos para darle la vuelta al mundo y tener el tiempo mientras hacía trabajo de free lance para poder conseguirlos, y vender previamente el libro a otros países, como España, por ejemplo, para con ese dinero poder viajar. Ya sabemos que en México el periodismo de investigación no es bien pagado y conseguir los recursos para esa tarea a nivel global, es otra experiencia grandísima en sí misma.</div><div style="text-align: justify;">Yo, que lloré con este libro, pregunto a Lydia cómo es posible que ella, que lo vivió en carne propia –y consciente de la gran sensibilidad que la caracteriza-haya podido soportar tanto dolor: “Estoy convencida de que para hacer un buen periodismo en el siglo XXI, particularmente este periodismo de paz o de derechos humanos, necesitamos establecer vínculos afectivos y emocionales con nuestros entrevistados; con las personas a las que accedemos para que nos cuenten sus historias. Ya lo dijo Kapuscinski: “Esta no es profesión para cínicos”. Creo que quien se defiende las emociones cuando hace periodismo no puede hacer un periodismo bueno porque tienes que entrar a profundidad en la vida y el la experiencia del sufrimiento de las personas. He llevado terapia psicológica desde hace diez para articular mis emociones y tener claro cuáles son mías y cuáles no, y ponerlas en su lugar. Hay cosas que una, por más colmillo de reportera que se tenga, no son fáciles de manejar emocionalmente. Escribí diarios a lo largo de todos mis viajes para externar esas emociones que no están en el libro.</div><div style="text-align: justify;">Hacia el final del libro, tras hacer un meticuloso recorrido por países donde se practica la esclavitud sexual de mujeres y niñas hasta de cinco años (Turquía, Indonesia, Vietnam, Malasia…incluso la muy civilizada Japón, donde la Yakusa explota mujeres, según refleja el dramático testimonio de una joven estadounidense que cayó en sus redes), Lydia regresa a México y nos revela datos en verdad espeluznantes…como la explotación de ciudadanos chinos a manos del propio Kamel Nacif, “El rey de la mezclilla”…con la anuencia de Vicente Fox: </div><div style="text-align: justify;">“Para mí era muy importante explicar ese tema. Tuve la fortuna de entrevistar a un altísimo funcionario de la Secretaría de Gobernación, que en ese momento se entrevistó con el propio Nacif y recibió órdenes de Fox…y efectivamente son las mafias quienes están incrementando la esclavitud de seres humanos en el mundo, y en México en particular, pero esas mafias no tendrían esas herramientas si el estado mexicano y otros países no hubieran realizado estos tratados de Libre Comercio que implican dar autorización o permisos de esa naturaleza, que son permisos para la esclavitud, para los malos tratos y la explotación. Tendemos mucho a ver hacia afuera, lo que hacen los americanos y los canadienses con los trabajadores temporales de México y Latinoamérica, pero difícilmente miramos lo que México le hace a trabajadores de otros países.</div><div style="text-align: justify;">Se menciona también a un individuo de origen argentino, funcionario del régimen del General Videla que desapareció a cientos, acaso miles de ciudadanos, llamado Raúl Martins Coggiola y que opera negocios de prostitución con jóvenes extranjeras en Cancún, protegido por altos mandos del gobierno. Según nos cuenta Lydia, este libro aparece muy oportunamente ya que en Argentina ha vuelto a abrirse el caso de Martins y este testimonio resultaría vital para ajusticiarlo en su país de origen.</div><div style="text-align: justify;">Pero lo más importante de “Esclavas del poder”, es determinar cuál es la no tan sutil diferencia entre la prostitución ejercida por propia voluntad y la esclavitud sexual: “El debate sobre prostitución tiene que ser mucho más responsable y ético y quitarle la discusión religioso-moral, todos estos prejuicios que no nos permiten poner la realidad sobre la mesa. Creo que es importante hacer un abordaje de aproximaciones sucesivas, es decir, lo ideal sería que la prostitución desapareciera, pero para que esto suceda tiene que desaparecer también como principio cultural, es decir, que desaparezca esta noción de que la única alternativa de millones de mujeres para salir adelante es vender su cuerpo en condiciones deplorables en donde generalmente el trato de los hombres es muy violento, de humillaciones, porque la mayoría de los hombres que compran mujeres lo hacen precisamente porque lo que quieren es tener un objeto que puedan controlar y utilizar. </div><div style="text-align: justify;">“Me parece muy importante tomar en cuenta, primero, los derechos humanos y constitucionales de todas las mujeres adultas que están en situación de prostitución, es decir, qué opciones tendrían ellas. Mi experiencia a través de cientos de entrevistas que hice con prostitutas en México, es que la gran mayoría me dijo que si tuvieran verdaderas opciones estarían en otra cosa, entonces, ¿qué opciones les brinda el Estado a las mujeres mexicanas para que elijan hacer otra cosa distinta a estar en condiciones de malos tratos y de explotación de esta naturaleza? Después sería qué tipo de discurso ciudadano vamos a crear entre hombres y mujeres sobre la sexualidad y el erotismo y el uso del cuerpo para fines eróticos; replantearnos estas ideas del amor, del erotismo, del sexo, de la pasión…incluso de la pornografía como medio educativo y el daño que ha hecho en las sociedades</div><div style="text-align: justify;">”Hay una experiencia global: Alemania, Holanda y Australia legalizaron la prostitución y tuve oportunidad de visitarlos e investigarlos, conectando expertos que están en ambos lados, tanto quienes están por la abolición como por la legalización. Se trata de países con una economía estable y niveles elevados de igualdad entre hombres y mujeres, donde dicha legalización no erradicó la trata de personas, sino ocultarla de forma mucho más perversa, es decir, la trata de adolescentes y niñas aumenta sobre todo en países como Holanda y Alemania. Entre el 91 y el 98 de las prostitutas son mujeres de otros países, países pobres africanos, asiáticos y latinos, que llegaron a Alemania, Australia y Holanda buscando un trabajo digno para ellas, y encontraron que la única opción era la prostitución. Es decir, quienes tienen real acceso a la vivienda, a la seguridad social, que son las alemanas, las holandesas y las australianas, no quieren ser prostitutas.”</div><div style="text-align: justify;">Para rematar, Lydia avala la posibilidad de que muchas de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez fueron utilizadas para realizar pornografía snuff: “He sido muy cuidadosa con este tema. Desde hace once años que empecé a investigarlo gracias a que me invitó Esther Chávez Cano que me pidió documentar la violencia contra las mujeres, se hablaba ya en el cine snuff y de esta pornografía violenta que termina en la muerte de estas mujeres. Nunca he visto un video de esta naturaleza, pero cuando me entrevisté con agentes del FBI y de la Agencia Especializada contra la Trata de Personas en Estados Unidos e Inglaterra, mencionaron haber rescatado y visto videos snuff y afirman que algunos de ellos están hechos en México. Eso confirma nuestros temores y me hizo ver que hay que hay que estudiar con mucha más profundidad y respeto el tema de los pornografía. Cada vez que hablamos de pornografía y del peligro que implica en términos de educar a los jóvenes mexicanos, mucha gente cree que estoy moralizando. Yo invito a tus lectores a que se dedique al menos durante una semana a buscar pornografía en internet: va a encontrar unos niveles de violencia increíble, con adolescentes. Nada que ver con esa pornografía ligera que te muestran en Cinemax. La que nuestros hijos están viendo en internet es una pornografía tendiente a la humillación. Doy incluso algunos nombres de sitios de internet porque me parece fundamental que la gente entienda a qué me refiero cuando hablo de pornografía…y si bien, por lo general son las mujeres las humilladas, hay también algunos sitios gay donde no se ven verdaderos actos de violencia real, que son desgarradores… y cada vez encuentras más jovencitas coptadas por estas redes de tratantes que cada vez tienen más éxito, incluso entre los mismos adolescentes.</div><div style="text-align: justify;">¿Qué granito de arena podemos apartar cada uno de nosotros para terminar con esta situación?, pregunto a Lydia: “De entrada discutir en nuestro hogar qué significa la pornografía para las demás personas…hablar de erotismo. Necesitamos educar a muchachos y muchachas para que sepan que hay una vida erótica sana, buena para ellos y ellas, donde son dueños de su cuerpo. El silencio puede ser el mejor cómplice de tratantes de personas que están coptando adolescentes en todo el mundo, y sobre todo en México, ofreciéndoles dinero con la promesa de convertirlos en cantantes y modelos. </div><div style="text-align: justify;">“Otra cosa es que si van a viajar a algún lugar en México, sobretodo playas, es importantísimo meterse en estos sitios de internet para saber qué hoteles sí se están comprometiendo en contra del turismo sexual infantil y del turismo sexual en general, y dejar de asistir a los que no. Cuando como consumidores castigamos a los medios de comunicación o los hoteles o a quienes ofrecen servicios que se coluden de alguna manera con la delincuencia, cambiamos las cosas poco a poco. Otra cosa que me parece importantísima es unirse a organizaciones. Cualquiera puede abrir la página de Save The Children y saber cómo unirse. No es necesario donar dinero, simplemente, como padre o madre de familia, bajar información que pueda compartirse en las escuelas de sus hijos e hijas. Hay pequeñas acciones cotidianas que no nos cuentan nada y no tenemos que meternos contra los mafiosos, pero sí podemos hacer muchas cosas para prevenirla.</div><div style="text-align: justify;">Pese a que Esclavas del poder es una novedad editorial, ya Lydia ha recibido amenazas de muerte: “Cuando lo saqué en España recibí una en mi blog y se la mandé a un experto en seguridad que descubrió que el correo con amenazas de decapitarme venía de Veracruz, incluso tenemos la dirección de la casa de la que salió, y sí creemos que está directamente vinculado con el libro por lo que menciona.</div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-65536867098723572802010-08-15T05:49:00.000+00:002010-08-15T05:49:48.701+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LIX<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghzS7kfZtb20buK67hmTJDUy2WXeXzcuCG_OWgbagq8mfLW21NczgLtWOFtouZuO62u4m4aLHOw85tJ7Gd637V1KJMetme4HpgFVd41AAvwz4GMQKKSY3Q52InF6qU68AaIFm0/s1600/julio+09+046%5B1%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" mx="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghzS7kfZtb20buK67hmTJDUy2WXeXzcuCG_OWgbagq8mfLW21NczgLtWOFtouZuO62u4m4aLHOw85tJ7Gd637V1KJMetme4HpgFVd41AAvwz4GMQKKSY3Q52InF6qU68AaIFm0/s640/julio+09+046%5B1%5D.jpg" width="640" /></a></div><br />
<strong><span style="font-size: large;">CUESTIÓN DE COLOR (fragmento de obra teatral)</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: <em>Mariluz Suárez Herrera</em></span></strong><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">En este mundo traidor </div><div style="text-align: justify;">nada es verdad ni es mentira</div><div style="text-align: justify;">todo es según el color</div><div style="text-align: justify;">del cristal con que se mira. Ramón de Campoamor</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">PERSONAJES: DON MIGUE, DOÑA ROSA, CARLOTA, NICOLÁS.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Se escuchan fuertes golpes a un portón.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Voy, ya oí, Carlota, muchacha, la puerta. Nicolás ¿dónde andas? (abriendo) Pero don Migue, que le trae tan temprano por aquí.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Ay mi Rosita, pues una emergencia.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: No me diga, a que olvidó otra vez las llaves.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: No, mi doña, peor que eso.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Pues la verdad, la verdad, como que estas no son horas pa que nuestro presidente municipal ande por la calle.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Que le digo que tengo una emergencia. </div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Pásele, el baño ya debe de estar limpio.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Dije emergencia, no urgencia.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: ¿Cómo?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Mire, ni se moleste en entender sólo escúcheme: ¿Puedo traerle a una señora muy importante, pero muy, muy importante, a tomar un cafecito y a refrescarse un rato?</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: No le entiendo.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Sucede que hubo un percance en la carretera y me llamaron de la capital para dar todas las facilidades.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Sigo en las mismas.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Que tengo urgencia de dar apoyo.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: ¿Apoyo?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: A que mi doña… está bien, un carro con unas personas se chingó en la carretera.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Ay, pus por ay hubiera usté empezado. Y yo qué con eso.</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Pues que vengo a pedirle que la reciba aquí en su casa mientras llega la ayuda de la capital.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Y ¿que usted no tiene casa?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Pues sí.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Y ¿no es usted el mero presidente municipal, con una oficinota y una casota?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Lo que usted no sabe es que me piden discreción, yo no puedo llevarla ni a mi casa, ni a mi despacho.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Y ¿aquí si hay deso?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Sí mi doña, usted es sola, su casa es la mejorcita del pueblo y tiene un personal de servicio honrado, eficiente y discreto.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Ah, ya entendí, aquí hay todo eso y ¿qué tengo que hacer?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Pues yo diría que preparar café, unos panecitos, agüita fresca y todo corre por cuenta de la Presidencia Municipal, usted no se preocupe.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: No, no estoy preocupada, pero dígame a qué hora vienen y cuántos son y cuánto se van a tardar y a qué hora se van. Y ¿también me pagará la limpieza?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Toditito, pero no me ha dicho si sí o sí.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Pues sí, ta bueno. </div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Entonces voy por ella, la esperaré en la entrada del pueblo y me la traigo de inmediato. ¡Ah! Viene con tres guaruras y un fotógrafo.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Pos ¿qué es de a tiro tan importante?</div><div style="text-align: justify;">DON MIGUE: Pues, eso me dijeron.</div><div style="text-align: justify;">Doña Rosa, Carlota y Nicolás preparan todo en la cocina, los tres se acicalan. </div><div style="text-align: justify;">Suena timbre.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Yo voy a abrir, ustedes terminen aquí, esténse listos para lo que yo pida. </div><div style="text-align: justify;">Se escuchan voces hablando en inglés. Suena una campanita. Sale Carlota con elegante charola.</div><div style="text-align: justify;">NICOLÁS: (Regresa Carlota) Pos ora tú, qué se te olvidó.</div><div style="text-align: justify;">CARLOTA: (Dejando todo sobre la mesa) Está rebién prieta.</div><div style="text-align: justify;">NICOLÁS: Trai acá. (Sale Nicolás con la charola, regresa de inmediato) Úchale, tienes razón, está reprieta.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: (Entra enojada) Par de inútiles, pos qué se traen, si no es juego, me están poniendo en ridículo.</div><div style="text-align: justify;">CARLOTA: Yo a esos no les sirvo.</div><div style="text-align: justify;">NICOLÁS: Yo tampoco.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: No les estoy preguntando.</div><div style="text-align: justify;">VOZ DON MIGUE: Doña Rosita, nuestros invitados tienen sed.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: Vamos, en seguida.</div><div style="text-align: justify;">CARLOTA: ¿Vamos? Pos irá usté. Seremos muy sus gatos pero si hay que parir chayotes será en otro lado.</div><div style="text-align: justify;">DOÑA ROSA: ¿Qué no se dan cuenta que es muy importante? ¿Quién nos iba a decir que íbamos a tener el gusto de que nos visitara aquí merito una mujer tan importante?</div><div style="text-align: justify;">CARLOTA: Pues que con su pan se lo coma. Será una señora muy, muy pero en primeras ni español sabe y pa Nico y pa mí esa vieja nos gana en renegrura, seremos muy indios pero no tenemos por qué servir a una más prieta que nosotros. Salen</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;"><em>MARILUZ SUÁREZ HERRERA</em></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Originaria de la Ciudad de México. Intérprete, traductora, dramaturga. Pertenece a la generación número XVII de la escuela de Escritores de la SOGEM. Ha publicado: cuento, crónica, ensayo y teatro en revistas nacionales y extranjeras y en volúmenes colectivos desde 1998. Ha impartido talleres y conferencias sobre Teatro Mexicano, Poesía en lengua Náhuatl, La Historia de la mujer en el DF y la biografía y obra dramática de Alejandro Dumas (padre). Forma parte del Seminario de Cultura Náhuatl en la UNAM, así como del taller de dramaturgia coordinado por Alejandro Licona. Autora de más de quince obras de teatro entre las que se encuentran las siguientes publicaciones: A dos voces. Cinco obras de teatro. Tres finales para un comienzo. Tres obras dedicadas a al tercera edad Refugio solidario y Cordero y Musaka. Seleccionadas para biblioteca de aula por la SEP. Enrique III y su corte y La Torre de Nesle. Traducción francés –español de Alejandro Dumas (padre) Una mañana cualquiera. Libro de cuentos Un día Más (Obra en un acto) en ZonaAlta no. 55 Verano 2006. Acidez y Agruras publicada en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2007. Triste topo de tapera, Revista Archipiélago, #61, México D.F. Mujeres Intangibles Cinco obras de teatro, 2008. Conarte. Nuevo León. Cicatrices Seis obras de teatro, 2009. Universidad de Guanajuato. Donde ni Dios las puede Ediciones Dobel Sol. Buenos Aires, Argentina. 2009 Jurado modalidad Teatro XXIV Premio Nacional Literatura José Fuentes Mares, 2009.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Traducción náhuatl-español:</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Cuadernos de Lingüística, 1, Col. Diario de Campo. Instituto Nacional de Antropología e Historia. CONACULTA, México, Julio/Agosto 2007. Colaboradores en la traducción del Náhuatl al Español: Leopoldo Valiñas Coalla (coordinador), Araceli Lambarri, Humberto Flores Bustamante, Mariluz Suárez Herrera et al.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Dramaturgia Latinoamericana I México, Antología. Compilador José Adolfo Pichardo. Incluye Acidez y Agruras de Mariluz Suárez. Ediciones Sociedarte. Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2007.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Publicaciones por Internet:</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><a href="http://www.minitextos.com/"><strong><span style="font-size: x-small;">www.minitextos.com</span></strong></a><strong><span style="font-size: x-small;"> edición #8</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><a href="http://www.misioletras.com/"><strong><span style="font-size: x-small;">www.misioletras.com</span></strong></a><strong><span style="font-size: x-small;"> boletín 211</span></strong></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-89522402385878246602010-08-01T03:03:00.000+00:002010-08-01T03:03:33.420+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LIX<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizNTjwHlec29qKa0fFDB__zuZSOzeo6K4Y2dlxl7avJ481ROBNqVNalLr4yrFm3nYyjcHgSbWYlWSwhYZ3YeCHQtA6DdOpEPFhC6qgwhiiaKBe1dNkjoLk3h0dhz52EKEgFpvY/s1600/P1010011%5B1%5D.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" bx="true" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizNTjwHlec29qKa0fFDB__zuZSOzeo6K4Y2dlxl7avJ481ROBNqVNalLr4yrFm3nYyjcHgSbWYlWSwhYZ3YeCHQtA6DdOpEPFhC6qgwhiiaKBe1dNkjoLk3h0dhz52EKEgFpvY/s640/P1010011%5B1%5D.JPG" width="640" /></a></div><strong><span style="font-size: large;">EL OLOR…</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: large;">Por: <em>Estela Davis</em></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Eduviges había tenido 11 hijas y trabajado como un burro. Jamás había sabido lo que era una gripe, una calentura o por lo menos un dolor de muelas o de cabeza, así que cuando cayó enferma por primera vez a los 65 años creyó que le había llegado el momento de morir. Las hijas probaron todo para bajarle la fiebre, aliviarle la tos y las flemas. Le aplicaron parches de antiplogestina; le untaron yodo en la espalda todas las noches con una pluma de gallina; le frotaron el pecho con manteca alcanforada y luego le pusieron trapos calientes y cada tres horas la hacían tomar una cucharada sopera de infundia , bien calientita, así todos los días. Pero la enfermedad no cedía y las hijas empezaron a sospechar que su madre moriría.</div><div style="text-align: justify;">Aquella mañana rompió el silencio el ruido de una avioneta. Dio una vuelta sobre el pueblo para avisar su llegada y luego se enfiló hacia el aterrizaje que estaba como a un kilómetro. En los años cuarenta el hecho de que aterrizara un avión en Loreto era algo inusitado. Un grupo de chiquillos y algunos adultos corrieron a presenciar el suceso. Inmediatamente se enteraron que en el avión venía un doctor de La Paz para ver a don Fidencio, un rico comerciante que llevaba varios días enfermo. La noticia llegó a la casa de Eduviges, y Mercedes, la mayor de las hijas solteronas que era la que llevaba los pantalones en la familia, inmediatamente mandó una emisaria a pedirle al doctor que también fuera a ver a su madre, cuya afección empeoraba.</div><div style="text-align: justify;">“Tiene pulmonía”, les dijo el doctor. Y le puso una inyección de penicilina que andaba muy de moda, aunque en Loreto nadie la conocía, y le dio instrucciones a la inyectadora del pueblo para que le aplicara cinco más. “Mucho cuidado con las corrientes de aire y recuerde que por ningún motivo deberá bañarse”, le dijo a la enferma antes de retirarse precipitadamente.</div><div style="text-align: justify;">Como era la primera vez que Eduviges se enfermaba, su organismo era completamente ajeno a todo tipo de medicamentos, así que cuando le pusieron la segunda inyección su alivio ya era notable, y para la quinta ya tenía dos días completamente sana. A partir de entonces nadie le quitó de la cabeza que el doctor era una especie de sabio milagroso, capaz de curarlo todo. Después del prodigioso alivio de Eduviges, la penicilina se volvió muy popular y la inyectadora del pueblo la encargó para tenerla en caso de que alguien enfermara de gravedad.</div><div style="text-align: justify;">Pasaron los días y con las embadurnadas de manteca alcanforada, yodo y antiplogestina, el cuerpo de Eduviges despedía un fuerte olor a rancio, por lo que a juicio de Mercedes y hermanas, había llegado el momento de darle una buena bañada con agua calientita. Pero Eduviges se negó a permitirlo. “A mí el doctor me dijo que me cuidara de las corrientes de aire y que no me bañara por ningún motivo”, les dijo enojada, y las hijas no tuvieron más remedio que desistir. Empezaba a hacer calor y de por sí Eduviges era por naturaleza de olor fuerte, pero seguía empeñaba en cuidarse del aire y de no bañarse y poco le importaba que cada día su olor fuera más insoportable. “La cáscara guarda al palo”, decía a sus hijas cuando le sugerían el baño, o las acusaba de querer matarla.</div><div style="text-align: justify;">Luego le había dado por tomar el aceite de hígado de tiburón a cucharadas tres veces al día, pues años atrás había oído decir que era el mejor tónico y que eso les daban a los soldados que mandaban a la segunda guerra mundial. ¿Por qué creen que vienen hasta acá los compradores de hígado de tiburón? Decía a quien se atreviera a rebatirle el punto. El olor, según Mercedes cada vez era peor, porque el humor del cuerpo de Eduviges contaba con un nuevo elemento, el aceite que olía extremadamente fuerte. </div><div style="text-align: justify;">Se cambiaba de ropa muy de vez en cuando y era lo más que Mercedes podía lograr, porque las otras hijas no contaban con ninguna autoridad. Pero ni la ropa limpia disimulaba el desagrable olor que emanaba de su cuerpo y la gente que es tan exagerada, decía que hasta en la calle se percibía el olor. Transcurrieron los meses, luego los años y Eduviges seguía exactamente igual; encaprichada en no bañarse “por órdenes del doctor”. Mercedes y sus hermanas con el paso del tiempo se fueron acostumbrando, ni siquiera recordaban en qué momento se habían vuelto inmunes o habían perdido el olfato. Naturalmente sabían que muchas personas ya no iban a su casa por el olor…</div><div style="text-align: justify;">Una tras otra murieron las hijas de Eduviges, las solteras, excepto Mercedes, que había salido sana y robusta como su madre, fue la única que le sobrevivió cuando a los ciento dos años, Eduviges, tal vez aburrida de vivir, amaneció muerta sin ningún chiste, porque no estaba enferma de nada.</div><div style="text-align: justify;">Fue muy criticado lo que pasó después, a mi no me consta. Pero dicen que Mercedes llamó a unas mujeres, que por cierto fueron las que desparramaron el chisme, para que le ayudaran a sacar el cuerpo de la cama envuelto en una sábana para colocarlo afuera, en el patio, sobre un catre de raspa , entre todas la desvistieron y Mercedes procedió a bañarla por primera vez en 37 años a cubetazo limpio, la enjabonó varias veces con jabón amarillo y la talló con un cepillo, hasta lograr que desapareciera el olor. Luego quemó la ropa y los tendidos de la difunta.</div><div style="text-align: justify;">Por supuesto que lo del baño trascendió, y al modo de la gente morbosa, hasta la que había dejado de visitarlas por el olor, fue al velorio. Mucho se comentó después algo de lo que nadie parecía acordarse, la blancura de la piel y los cabellos de Eduviges. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;"><em>Estela Davis</em> es originaria de Loreto, Baja California Sur, escribe desde muy joven, pero no fue sino hasta su jubilación en 1966, que se dedicó a la literatura de tiempo completo.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Ha publicado La Perla del Mojón y otros Relatos, libro de cuentos editado por la UABCS, en 1997. El Alojamiento en Baja California Sur, una historia de la hotelería turística en Baja California Sur, libro editado por el COBACH y la Secretaría Estatal de Turismo en 1998. Cuentos de Aquí y de allá, editado por el COBACH en 2001. Cinco días circulares (la visita), novela editada por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura en 2007.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">A sus libertades Alas, antología de escritoras sudcalifornianas, libro de poesía, narrativa y ensayo, (compilación y participación en narrrativa), editado por el Gobierno del Estado de Baja California Sur, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Instituto Sudcaliforniano de la Mujer en 2007.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
<span style="font-size: x-small;"></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Libros pendientes de publicar: </span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
<span style="font-size: x-small;"></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Cuando salga el sol, (cuentos). Tras la huella de José María Mata, historia del hombre que juró la independencia en Loreto en 1822. Historias de un pueblo Mágico, Loreto, Baja California Sur, libro conformado por 12 artículos de hechos sobresalientes en la historia de Loreto en el siglo XIX.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
<span style="font-size: x-small;"></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Antologías:</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
<span style="font-size: x-small;"></span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">MEMORIAS DE LAS JORNADAS DE LITERATURA REGIONAL (1a., 2a. y 3a. Jornadas) UABCS, 1997, con los trabajos: Rescate de historias de la tradición oral de Loreto, Alcanzar la luna, Ahorita vengo, La decisión y Gloria a los Músicos de Loreto.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">MEMORIAS IV Jornada de Literatura Regional, UABCS 1998, con el trabajo Un rosario para Raquel.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Un Rosario para Raquel, “A Rosary for Raquel”, publicado en 2007 en la antología bilingüe de literatura latinoamericana NEW WORLD & NEW WORDS, antología, patrocinada por Two Lines/World library, Center for the Art of Translation de San Francisco, California. </span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">LORETO SIGUE AHÍ, libro de historia General De Baja California sur, editado por la UABCS.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Ahorita vengo (cuento) publicado en la Antología de Literatura Latina, número especial de la Revista Latina de Literatura, Arte y Cultura, de la Universidad de Santa Bárbara, California, 2008. Patrocinada por el Centro de Estudios Chicanos de la Universidad de California, UCLA.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Angelina y sus duendes, Mi Gordo (cuentos) publicados en A SUS LIBERTADES ALAS, Antología de escritoras sudcalifornianas, editado por el Gobierno del Estado de Baja California Sur, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Instituto Sudcaliforniano de la Mujer, 2007.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Alcanzar la Luna, Mi gordo (cuentos) publicados en la hermana de Shakespeare, la imagen de la mujer en la narrativa femenina del noroeste de México, antología de Jesús Manuel Rodelo, editada por el H. Ayuntamiento de Culiacán, Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural de Culiacán. 2009.</span></strong></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><strong>Estela ya tiene <a href="http://otratrenza.blogspot.com/2007/07/el-abolladura-de-la-perla.html">Trenza</a></strong></span></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-76062965568320717792010-07-18T03:52:00.000+00:002010-07-18T03:52:57.665+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LVIII<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpFNQMikG32cJzP0AcH9cvy7xiFpXTOpXY-DlgRxJWIiKV_wKqABasOmGIxieBjKS2AtNbAzwf8hTNI0f07SVKINCKLWqmQtvNzgSPHFPpTdSpHOG3PNCfcsfh0aaKC3qUXP-R/s1600/Gilma.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="408" hw="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpFNQMikG32cJzP0AcH9cvy7xiFpXTOpXY-DlgRxJWIiKV_wKqABasOmGIxieBjKS2AtNbAzwf8hTNI0f07SVKINCKLWqmQtvNzgSPHFPpTdSpHOG3PNCfcsfh0aaKC3qUXP-R/s640/Gilma.jpg" width="640" /></a></div><br />
<strong><span style="font-size: large;">Hombre de poca fe</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Fragmento de novela</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: <em>Gilma Luque</em> </span></strong><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">¿Has visto alguna vez una parvada abandonar un árbol? Los pájaros vuelan negros, pequeños, y sólo se queda la soledad del árbol. Creo que así pasa cuando se deja de amar. Se van todas las aves que te habitan. Así se fue Julio de mi cuerpo, aunque lo tocara cada día. Yo estaba vacía de él. Pero como árbol permanecí inmóvil, ¿cuándo se ha visto un árbol abandonar las aves que lo habitan, un árbol con alas? Estaba ahí envejeciendo cada día, esperando más aves que me usaran como casa y Julio ahí como el recuerdo de los que se fueron, ¿los árboles tienen memoria? Lo dejé de amar y creo que eso fue peor que sólo dejarlo y amarlo a lo lejos, que convertirme en pájaro y volar a otro árbol hasta que llegara</div><div style="text-align: justify;">una nueva estación y mis alas pidieran movimiento. Y yo con Julio, y resultó lo contrario a lo que él me había dicho que era el amor. Pues lo dejé de sentir cuando me olvidé de mí. A veces me gustaba pensar que lo seguía amando Alfonsina-árbol donde quiera que estuviera.</div><div style="text-align: justify;">Sabía que no era cierto, que la horrible verdad era que Julio podía ser mi destino porque no me podía deshacer de él. Tú no me dejabas y te odiaba por eso, por no dejarme ser tuya, por impedirme pertenecer al fin. Quería hacerte daño y también lastimarme a mí, por débil.</div><div style="text-align: justify;">Llegó Boris, que me regalaba la polaroid de sólo el cuerpo. Le pedí que me dejara llamarlo Tomás, quería hacer un homenaje a mi mejor historia. Boris y yo sólo éramos un álbum de fotografías eróticas. Hojas gruesas con momentos que no recordaríamos. Me gustaba ser infiel y no sentir culpa, que eso no significara nada. Con Boris nunca hablé, no reímos. Nos veíamos en un hotel que cobraba por hora y no por noche. Todos los miércoles a las cinco. Dividíamos los gastos, y los gustos. Hasta que un día no llegué otra vez. Siempre imagino a Boris esa tarde que no asistí, sobre las sábanas gastadas, sin ropa y mirando el techo cuando no el reloj, viendo pasar los minutos, haciendo cierto que la última</div><div style="text-align: justify;">vez fue el miércoles pasado. Tocándose con enojo y placer. Me gustaba pensar que se había enamorado de mí. Yo no de él, porque su sonrisa sólo era un gesto casi imperceptible que sus labios hacían mal. Imaginé a Boris rompiendo el álbum de atrás para adelante, desde esa tarde con pornografía en la tele, hasta el día del bar en que nos conocimos, cuando me vio entrar y sentarme junto a él, y rompió mis palabras: Sólo quiero hacer el amor cada semana, esta es la dirección, a las cinco. Destrozó el recuerdo que tenía de mi espalda caminando hacia la puerta y el papel que se guardó en la bolsa de la camisa, y le punzó un poco más abajo, arrugó la espera hasta ese día que me vio llegar sin palabras, sólo tres en la recepción: Pongo la mitad. Entonces partió en varios pedazos el cuarto que nos esperaba oreado, pero con rastros de colonia para hombre, y me vio quitarme la ropa y abrir las piernas. Boris se deshizo de cada fotografía. Y yo de él.</div><div style="text-align: justify;">Tú me obligabas a no ser tuya. Te gusta el peligro, la idea de perder. Creo que todavía guardas la felicidad para después, por eso te hablé de Boris y tú hiciste lo que nunca se me ocurrió: me pediste que te llevara a ese hotel, a ese cuarto, a esa cama, me obligaste a quitarme la ropa y me hiciste pedirte perdón, para después hacerme el amor como un perro enfurecido. Así supe que te había lastimado pero, Tomás, no me sentí mal, pensé que te lo merecías, por eso lo volví hacer muchas veces más con cualquier hombre.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong><em>Gilma Luque</em> nació en la Ciudad de México en 1977, estudió filosofía en la Universidad del Claustro de Sor Juana y en la Universidad de Guanajuato, es egresada de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Ha colaborado en revistas como Kronos (San Luis Potosí) y Pasta Seca (Guanajuato). Fue coargumentista del largometraje Mientras mueres, Selección Oficial del concurso de guión del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana 2008. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en las emisiones 2006-2007 y 2009-2010 en la disciplina de novela. </strong></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM6HBWHx5dbgUNY8azoyknCSmwsdWTXVy8Q5_XvgnLQdO2Nnkm8RYEWbtfa0nXEEPcn16gy3crQsCqdSk_yfWjzIhpulIVVWdpXUFJc_94c3fca-r9D6S8YrP7SQ4LClJVetFC/s1600/Scan10091.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" hw="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM6HBWHx5dbgUNY8azoyknCSmwsdWTXVy8Q5_XvgnLQdO2Nnkm8RYEWbtfa0nXEEPcn16gy3crQsCqdSk_yfWjzIhpulIVVWdpXUFJc_94c3fca-r9D6S8YrP7SQ4LClJVetFC/s640/Scan10091.jpg" width="374" /></a></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-6896461758612337992010-07-04T03:23:00.001+00:002010-07-04T23:42:17.091+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LVIII<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibZ_hbEc9fKNpudx3A5xOvrEZI3bCg9g2-4epeOLxZZfEnQiSIPqUBQa3_ysLQ4wHaKhj1DC6bN5My4paIY9XZf00R_NVkWvvBXmTo8G_1yo_U5odgK0daqFhGEfYUgPNh6iWg/s1600/Johanna.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" rw="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibZ_hbEc9fKNpudx3A5xOvrEZI3bCg9g2-4epeOLxZZfEnQiSIPqUBQa3_ysLQ4wHaKhj1DC6bN5My4paIY9XZf00R_NVkWvvBXmTo8G_1yo_U5odgK0daqFhGEfYUgPNh6iWg/s640/Johanna.jpg" width="640" /></a></div><span style="font-size: large;"><strong>Para siempre </strong></span><br />
<span style="font-size: large;"><strong>Por: <em>Johanna Lozoya</em></strong></span><br />
<br />
No te conoce el toro ni la higuera, <br />
ni caballos ni hormigas de tu casa. <br />
No te reconoce el niño ni la tarde<br />
porque te has muerto para siempre.<br />
<br />
Federico García Lorca, Alma ausente<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">El Chino Mandariega llegó corriendo y sudando de miedo su camiseta de algodón negra y amarilla.</div><div style="text-align: justify;">- ¡Que se ha muerto, bien muerto! - exclamó apenas tomando aire. </div><div style="text-align: justify;">Se detuvo en el pestillo de la puerta y echó una mirada desafiante a todos los que estábamos tomando una manzanilla al fondo de La Ruleta. Escupió un pedazo amalgamado de arena y saliva y se dirigió a Patricio Cumas.</div><div style="text-align: justify;">- ¡Que te digo que se te ha muerto el santo, rusio mamón!</div><div style="text-align: justify;">Patricio Cumas tenía entonces veinte años.</div><div style="text-align: justify;">Era reconocido en el pueblo por la tremenda cabellera rubia que despeinaba al aire mientras caminaba rumbo a los terrenos de su abuelo sobre los que dormitaba el caserío de San Blas. Patricio tenía una navajita chiquita, de esas rojas suizas que se venden en la tabaquera de la esquina; le gustaba jugar con ella y limpiarse las uñas con la tijerita plegable. El paso del Chino Mandariega se acercó entre los tablones y las mesas de la tabernita. Patricio cerró de golpe la navaja. </div><div style="text-align: justify;">Era torpe para caminar el Chino. Se decía que de niño un partido de baloncesto había acabado con su rodilla y su poca gracia. Chino, el espantapájaros, se arremolinó en el espacio y llegó mojado de sudor a la mesa donde estábamos los cuatro estudiantes de leyes y el libro de ética. </div><div style="text-align: justify;">- Tu abuela pregunta por ti y hasta la Maruja me anda siguiendo con su par de ojos tristones para saber si piensas aparecer en la casa o no. </div><div style="text-align: justify;">Patricio se espantó un mal augurio de la cara y nos miró cínicamente por debajo de las cejas. No pensaba moverse. No intentó siquiera tragar el último sorbo de manzanilla que había quedado en su garganta cuando oyó el primer grito del Chino. Patricio se había quedado como ahogado cuando sus ojos visitaron tierras muy lejanas donde su mano era más pequeña y colgaba de los dedos negros de tierra del abuelo Francisco. En el otro extremo del abuelo, jugaba yo. </div><div style="text-align: justify;">Los tres subíamos la colina del Jesusito para llegar a la cima y ver al acotado y rústico pueblo de San Blas, que en ese entonces, se conformaba de seis casitas ribereñas con familias de inmigrantes. El aire en El Jesusito era perfumado por los manzanos. Un horizonte de esferas amarillentas, anaranjadas y rojizas poblaban la vista y en el piso, las hojas secas se arremolinaban en un fango crujiente. Al llegar a la punta, los tres gritamos de placer cuando apareció la pequeña laguna que coronaba a El Jesusito. Quizás era una vieja poza de los antiguos indios que por ahí habían habitos uno cien años antes. Nadie lo sabía. Pero en ella, Patricio y yo metíamos una lanchita de remos y nos dábamos vueltas enardecidos por oleajes imaginarios. A veces, en uno de los remos, poníamos un trozo del mantel que habíamos escondido entre las viandas e izábamos el estandarte sobre el agua, buscando con el alma el perfil de las tierras lejanas. </div><div style="text-align: justify;">El abuelo se echaba a la orilla de la poza y enfilaba su mirada hacia las nubes. Sus ojos lagrimosos se entretenía abriendo y cerrándose como con un tic alérgico, para poder ver en gris y blanco las formas etéreas que se formaban a su alrededor. El aire era de manzana y la tierra se apropiaba de su sabor dulce y rasposo. La nostalgia invadía el lugar y Patricio y yo nos recostábamos entre los remos para ver el cielo y robarle al abuelo alguno de sus seres volátiles. </div><div style="text-align: justify;">- ¿Has visto ese torero? - me preguntó un día Patricio. Monta el toro y está vestido con esos trajes dorados tan lindos todos llenos de estrellas y rayitos. Ahí va el gran torero marcando sus pasos sobre el lomo de la bestia. ¡Matador tan requete lleno de sol!</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">- Patricio. Te esperan en El Jesusito - insistió el Chino que se había sentado sin invitación alguna. </div><div style="text-align: justify;">- ¡Vete al carajo, Chino! – escupió de repente Patricio. </div><div style="text-align: justify;">Sus ojos lagrimeaban y tenía un puchero en las mejillas. Se había puesto rojo, todo rojo, y dejó caer la melena sobre su rostro. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">En El Jesusito había un árbol especial para el abuelo. Un manzano anciano que tenía pocas ramas pero un tronco grueso. Cuando muera, nos había dicho una tarde de nubes, me entierran aquí viendo a la poza. A esta lagunita tan rellena de horizontes. Viendo a la poza, nunca a San Blas, nos había hecho jurar. Parecía que el abuelo había previsto su futuro en las nubes de aquella tarde. </div><div style="text-align: justify;">Nadie sabe cómo fue que el abuelo perdió San Blas y todas las demás tierras, pero los rumores de los trabajadores apuntaban a un grupo cercano de amigos y su hijo Francisco. </div><div style="text-align: justify;">Francisco, hijo de su matrimonio con la bella Matilde, había llegado de la ciudad en una tarde primaveral, de esas en el que el campo parece una mujer fresca y perfumada. Su Chevrolet se estacionó cubierto en una nube de tierra entre el asombro de la chiquillería que salida de los gallineros había corrido a saludarle. </div><div style="text-align: justify;">- ¡ Es el Francisco!- le gritó al abuelo, Pía, su segunda mujer. </div><div style="text-align: justify;">Francisco bajó del coche con un maletín y una carta en la mano. Caminó rápido a las escaleras del pórtico y con un esquivo ademán de saludo le dijo de frentón a la Pía: ¿Y, dónde está? Salió del pórtico con el maletín cuando se le apareció el abuelo vestido en su traje de domingo, midiendo dos metros de tela con su propia sombra y su paso lento. </div><div style="text-align: justify;">Hasta ahí lo visto por todos. </div><div style="text-align: justify;">El resto se transformó en leyenda y sólo la Pía parece saber lo ocurrido. Francisco se quedó en San Blas tres días y Patricio dice haberle visto sacando papeles del gran armario del estudio y pasarse las horas revisando los libros de contabilidad. </div><div style="text-align: justify;">- Este ha andado lamiendo la poza – me dijo el Pato cuando le encontramos rondando por los terrenos con una camarita de fotos colgada al pecho. </div><div style="text-align: justify;">El abuelo está en bancarrota, llegó la Pía a informarnos al quino día de la aparición de Francisco.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Patricio siempre remaba de frente en la pocita y yo lo hacía de espaldas. Es más fácil le argumentaba yo. Pero no ves lo que tienes delante, me contestaba riendo. </div><div style="text-align: justify;">¿Has visto como se come el sol al toro? ¿Has visto alguna vez a un matador de toros, Patricio? Claro, me había dicho esa tarde de nubes, el abuelo es un torero y le volteamos a ver tirado en la orilla. Las carcajadas se nos escaparon del amor y ser reunieron con las sombras de los manzanos. </div><div style="text-align: justify;">El abuelo nos mandó un beso con su larga mano. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">- ¡Pato, joder! Que la Pía llora a mares y te manda llamar – susurró el Chino embebido por el silencio de la mesa. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Cuarenta años atrás la Pía había domado a una yegua salvaje en las pocas horas que le regaló una noche veraniega. De lejos había observado los recosos del animal sediento y abrumado por el aire caliente y se fue acercando poco a poco hasta que la tuvo bien cerca y le miró a los ojos. Esquiva, le dijo con la mirada. El animal no le contradijo. Subió galopando por El Jesusito con la Pía colgando de su crin, amarrada como el destino a las costillas del animal. Esa yegua era la cómplice de los escapes de la Pía cada domingo de fiesta en San Blas. </div><div style="text-align: justify;">En esas fechas, se prendían en el corazón de San Blas cuatro grandes fogatas donde se ponían a asar unos cerdos inmensos criados entre los niños. Se reunían los hombres entorno al fuego, hechizados por los cantos del campo, el crepitar del viento, la presencia de los espíritus de los abuelos y de los abuelos de esos abuelos. Las faldas de las mujeres mecían a los niños y escondían a los perros hambrientos. El abuelo ser reunía con un grupo de amigos que tomaban manzanilla en la complicidad de sus cuentos picantes. Vayan niños, no molestar que estoy aquí con los amigos, solía decirnos cuando intentábamos integrarnos al grupo. El abuelo prendió muchas fogatas alrededor de los Tomases como se les conocía a los de las Rosas y San Cristobal. </div><div style="text-align: justify;">Pero un día la bancarrota fue anunciada por la abuela Pía y su mensaje se suspendió en el horizonte del Jesusito y en las fogatas de San Blas. </div><div style="text-align: justify;">Al abuelo le han robado las tierras y el dinero, me confió Patricio dos meses después de que el Chevrolet llenara de sospechas a la casa. Se hablaba del fraude de los Tomases y del Francisco en las tabernillas y en la pupila de los agricultores. Los peones se cruzaban en las calles y bajaban sus sombreros al saludarse. Le han robado al viejo, decían sus gestos, y su hijo lamió la poza. </div><div style="text-align: justify;">Se cruzaban las sombras en los caminos y los juncos ribereños parecían reconocer el secreto de todas las traiciones. </div><div style="text-align: justify;">- La traición, Chino, – dijo Patricio levantándose de la mesa- esa es la que mata y no la pobreza. </div><div style="text-align: justify;">Caminamos rumbo al Jesusito mirando las puntas de nuestros zapatos y las piedras del camino. La mirada bien baja, bajísima, hundiéndose en las raíces de la tierra y de las sombras. La frente apesadumbrada. La frente del abuelo, nos había dicho Patricio cuando le encontró muerto en la colina, era como una granada abierta, destrozada por el rojo de sus semillas. </div><div style="text-align: justify;">Pocas veces subíamos ya. La poza estaba bastante seca en la temporada y hacía años que el barquito había tomado forma de una balsa maltrecha. El abuelo ya no se recostaba en las orillas de los manzanares y las nubes se habían tornado misteriosas para nosotros. Eran vehículos de oxígeno e hidrógeno que permitían crecer los granso de Las Rosas y San Cristobal. Un día caminando cuesta arriba recordando el trote coqueto de la yegua de la abuela, encontré al abuelo abrazado al manzano viejo. Golpeaba en él su frente de manera rítmica como el tañido de una campana ronca y pesada. Su mirada se perdía y no parecía presentir que me acercaba a él. Su frente se hundía en las viejas astillas una y otra vez, y otra más. </div><div style="text-align: justify;">No es desperación, me explicó entonces Patricio, es rabia. Es una rabia inmensa vestida de silencio. </div><div style="text-align: justify;">La Pía nos había anunciado que se vendería el piano y la sinfonola de Alemania, la vajilla china de la bisabuela, los discos de Caruso del abuelo, los caballos y comenzaría la subasta de la casa enterea. El abuelo entonces bebía con fuerza y con ansia.</div><div style="text-align: justify;">La Pía anunció que nos íbamos de San Blas y que se podría vivir rentando las habitaciones de la casa de la ciudad. El abuelo bebía con fuerza y con ansia. Patricio en ese entonces se volvió silencioso y miraba con furia. Ahora, sin embargo, subíamos por la colina del Jesusito para alcanzar al cortejo.</div><div style="text-align: justify;">- Patricio ¿en verdad has visto un torero?</div><div style="text-align: justify;">Me miró con desprecio y escupió un trozo de tabaco. Subimos y se oía a lo lejos el murmullo de las oraciones. </div><div style="text-align: justify;">Patricio, le había dicho una vez el abuelo, cuando embiste un toro el matador saca el pecho y lo pone al descubierto para que la bestia no tenga recelo. El torero embiste a su manera. Se enciende en coraje ¿entiendes?, con alma noble, con gentileza viril. Le pone el pecho de frente, Pato, y desvía la espada. </div><div style="text-align: justify;">El abuelo nos manda besos con la mano.</div><div style="text-align: justify;">El abuelo se va disminuyendo entre las nubes y Patricio se encaja con rabia en la tierra de El Jesusito. Viejo de mierda, le oigo decir entre dientes. Viejo de mierda, si te hubieras defendido. ¡Pecho de frente, viejo de mierda!</div><div style="text-align: justify;">Patricio va subiendo la loma del Jesusito con un mar de llanto en los ojos. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">La Pía llora con las manos en la cara y sus hijas han comenzado a recordar al padre. Las nubes del abuelo se tiñen de púrpura frente a los ojos de las mujeres. Se oyen los primeros cantos de amor y desventura. La Pía rasga un poco de nube y se la guarda por siempre en el corpiño. </div><div style="text-align: justify;">Te desdibujo, te construyo y te elimino…te desdibujo y te pierdo. La Maruja canta con los ojos cerrados. </div><div style="text-align: justify;">Se le rompió el corazón, la pena le rompió el corazón.</div><div style="text-align: justify;">¡No!, interrumpió en seco Patricio, ¡fue la rabia!</div><div style="text-align: justify;">El viejo manzano tiene el corazón de tierra abierto para abrazar ese cuerpo en el centro del mundo, entre las raíces y las nubes. El abuelo ve sin ojos a San Blas. Un sudor frío le recorre a Patricio. </div><div style="text-align: justify;">- ¡Al abuelo me lo entierran de espaldas a San Blas! – ordena con un grito animal. ¡Con la espalda a San Blas y con el pecho bien puesto hacia la poza!</div><div style="text-align: justify;">- ¿Para siempre? – le preguntan.</div><div style="text-align: justify;">-¡Para siempre!</div><br />
<div style="text-align: justify;"><strong><em>Johanna Lozoya</em> (Moscú, 1965)</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Doctora en Arquitectura, es historiadora cultural de la arquitectura, ensayista y narradora. Entre sus publicaciones destacan los libros Ciudades sitiadas. Cien años a través de una metáfora arquitectónica (Tusquets, 2010), Las manos indígenas de la raza española. El mestizaje como argumento arquitectónico (Conaculta, 2010) y Arquitectura escrita: ensayos sobre doscientos años de historiografía mexicana de la arquitectura (INAH-CONACULTA, 2009, en colaboración con Tomás Pérez Vejo. En el ámbito de la ficción ha publicado los cuentos Para siempre (6a mención en Premio Bianqui Editores, Montevideo, 2001) y La línea del horizonte ( Jamais, Sevilla, 2003) . Su próxima publicación es la novela Cartas de Adén.</strong></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-16308452560281367312010-06-20T03:41:00.002+00:002010-06-20T03:41:14.502+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LVII<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZNGH5LPlX1Poq1kRxt6IVrPvc-yQgrPWib8lIvSSazsSpDdmXfv1FrLa4lYMdw4uWi-NmDv83LonlzEAu2B3a4g9VGznpw4hVaQLCvoilgiVg9oMn5hjz42HB-DmVHmTOHvh0/s1600/IMG_6763.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" gu="true" height="428" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZNGH5LPlX1Poq1kRxt6IVrPvc-yQgrPWib8lIvSSazsSpDdmXfv1FrLa4lYMdw4uWi-NmDv83LonlzEAu2B3a4g9VGznpw4hVaQLCvoilgiVg9oMn5hjz42HB-DmVHmTOHvh0/s640/IMG_6763.JPG" width="640" /></a></div><br />
<strong><span style="font-size: large;">LOS SUAVES ÁNGULOS (Fragmento de novela)</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: Dulce María González</span></strong><br />
<br />
<strong>1. El hueco</strong> <br />
<br />
<div style="text-align: justify;">Lo primero es mi encuentro con Alberto. Te lo digo como una manera de empezar, abrir boca y tomar este asunto por alguna parte. Tenía ya varios días sintiéndome hundida, triste. No podía salir de la cama. Las sábanas sucias, arrugadas de tanto arremolinarme en ellas, me alejaban de una guerra que no tenía fuerzas para enfrentar. A ratos me arrastraba hasta la sala y me tiraba en el sillón frente a la tele. Permanecía ahí largas horas, viendo la pantalla oscura o las páginas de algún diario que no deseaba leer. Así sucede cuando me pongo mal. Se abre el hueco. </div><div style="text-align: justify;">En ocasiones hago el intento de sobreponerme. Me doy un baño, me peino, me digo ante al espejo: No te apures, Tere, no es para tanto, mira qué linda eres. Es raro que funcione. Cuando estoy metida en esos trances suelo sentirme espantosa y no hay argumento capaz de contradecir mi ánimo. Otras veces limpio la casa. Tiro cosas. Papeles inservibles o qué sé yo. Pulo cada rincón hasta el cansancio. Deshacerte de la suciedad es provechoso porque al final te sientes limpia por dentro. Entonces puedes fantasear que desaparecieron todos los errores, todas las equivocaciones que alimentan al hueco cuando le da por abrirse. </div><div style="text-align: justify;">Pintarme el pelo es otro de mis recursos. De ahí que haya acudido a la estética y regresado a casa con aquel rubio espantoso. Desde que venía por la calle, antes siquiera de abrir la puerta, me arrepentí. Fue por eso que me acerqué al espejo. Estuve un buen rato concentrada en el cabello. Y cuando al fin reparé en mis ojos, lo vi. Fue apenas un instante. En el espejo había algo. Un animal. Una cosa húmeda. Se movía allí dentro. El animal. Me veía.</div><div style="text-align: justify;">Pero todo esto no tendría importancia si no hubiera repetido la experiencia más tarde. Hablo del encuentro en el café, de los ojos de Alberto a quien no había visto en años. El animal del espejo me había impedido regresar a la cama aquella tarde. La inquietud. Llamé a mamá y le avisé que esa noche pasaría por Natalia. Hacía ya una semana que la niña estaba de visita con mis padres y de pronto sentía la urgencia de tenerla cerca. Recordé que no había probado bocado en todo el día. Antes de ir por ella, pasaría a algún restaurante a comer. No está de más comentarte que en ese tiempo estaba de regreso. La enfermedad de Natalia me había mantenido ausente. Venía de recorrer consultorios, pasillos, cuartos de hospital. Ahora que mi hija había recuperado la salud, me sentía extraña. No sabía qué hacer. </div><div style="text-align: justify;">Me fui al centro y entré a un café de la calle Hidalgo. Fue ahí donde nos encontramos. Alberto se acercó y me invitó a su mesa. Lo había conocido en la universidad. Uno de esos compañeros a quien nunca antes di importancia. Un periférico. Después de la graduación no había tenido noticia de él. Hasta esa tarde. Encontrándome en el estado de ánimo que te digo, me puse a hablar con él de cualquier cosa. Intentaba parecer divertida, distraerlo con mi conversación. Cubría con palabras el hueco. De un momento a otro se me acabaron los ánimos y eso me hizo caer en el horror. El hueco empezó a abrirse a unos pasos de nuestra mesa. Podía advertirlo con claridad. Era un hocico enorme. Desvié los ojos hacia la ventana y me puse a observar la calle en silencio. Los autos avanzaban veloces sobre el asfalto. Incapaces de permanecer tranquilos, mis ojos abandonaron la ventana y recorrieron las mesas con angustia. Mi cuerpo era un punto de inmovilidad mientras el mundo seguía su curso. Estuve así unos instantes. Viendo sin ver. Fue entonces cuando encontré la mirada de Alberto. Algo que no era él mismo asomó en sus ojos. Un ser muy parecido al que había descubierto en el espejo. Esta vez no sentí miedo. Me quedé tranquila, viéndolo. Un poco perdida, incluso. Fascinada. ¿Me entiendes? </div><div style="text-align: justify;">Pensé que quizá Alberto era un territorio por explorar, una aventura nueva. Y haber encontrado eso en sus ojos me impulsó a seguir, aunque no tuviera idea de a dónde me llevaba la inercia. Lo que recuerdo de esa primera vez es la sensación de que, al estar sentada frente a él, hablando, alguien que no era él se removía ahí adentro. Aquí mismo. Algo que no éramos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">2. Las uñas</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Se lo pregunté después de un breve silencio. Una vez que aquello se ocultó de nuevo en su mirada. ¿En qué has andado todos estos años? Esas fueron las palabras exactas. Alberto se quedó en silencio, inmóvil. Como si su cuerpo de animal grande le pesara. Se frotaba las manos. Las observaba. Verificaba el cuidado de las uñas. Mantenía la mirada ahí, en sus manos. Reconcentrada. Sus dedos largos. Las uñas. Quizá buscaba palabras en ese contacto leve. En el frotamiento de las palmas. Los dedos. Las uñas. Así estuvo, buscando. Hasta que al fin empezó a hablar. Su historia surgió de pronto. Sin aviso. Salió de sus labios y se puso a flotar. Rítmica. Como un barco. Sobre la mesa donde bebíamos café. Y sin embargo ocultaba algo. Había un misterio entre sus palabras. Una omisión. Era ahí donde navegaba el barco en realidad. En ese hueco. </div><div style="text-align: justify;">Entendí que se consideraba un artista desconocido con alguna pieza importante. Estaba sin trabajo, pero su mente elaboraba proyectos monumentales. Su mente no descansaba nunca. Al escucharlo, creí en él. En su talento. Sus posibilidades. Creí de manera definitiva. Quizá fue por eso. Esa fe mía tan repentina. No lo sé, pero algo en sus palabras facilitó el gancho. Alberto se pescó de ese hilito para poseerme. </div><div style="text-align: justify;">Esa misma tarde le hablé de mi hija. Lloraba un poco. A ratos. Ese tipo de humedad. Su mano oprimía mi brazo y bajaba hasta apretar la mía. Su mano suave. Esa mano tan pulcra que yo empezaba a desear. Cada vez que se alejaba, la deseaba. Casi con dolor. Le conté que en ese tiempo trabajaba en una agencia de publicidad. En un principio mis jefes se habían mostrado comprensivos, pero con el tiempo llegaron los problemas. Me vi forzada a renunciar. Trabajando de free lancer había caído en la desesperanza. </div><div style="text-align: justify;">Pero mejor sigue contándome de ti, le dije de repente. Sus ojos habían perdido fuerza. Se movían con fragilidad. Esquivaban los míos y regresaban a las manos. Por eso me interrumpí, por el frotamiento de las palmas, ese mirarse las uñas al que retornó Alberto. Le dije: Natalia se está recuperando muy bien. Le dije: estamos saliendo a flote. Silencio. Dedos. Uñas. Cuatro ojos dirigidos al mismo punto. Un par de manos frotándose. Le dije: a ver, cuéntame algo.</div><div style="text-align: justify;">Entonces me habló de algo que no había sucedido en realidad. O quizá sí. No estaba seguro. Después de algunos noviazgos con mujeres se había enamorado de un actor. El joven jamás se enteró de lo que Alberto sentía en realidad. Nunca volteó a verlo en realidad. Pensé en los detalles de aquel amor intenso. Platónico. Secreto. Imaginé una escena entre ellos: Alberto observa sus manos mientras habla con el actor. Cuatro ojos en el mismo punto. Un par de manos. Y los cuerpos. Los de ellos. El mío y el suyo en ese momento. En especial, el suyo. Tan abierto. Húmedo. Y los días de hospital junto a mi hija. Y el pequeño cuerpo de mi hija. Y el dolor. ¿Te das cuenta?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;"><em>Dulce María González</em>. Licenciada en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Fue Coordinadora del Centro de Escritores de Nuevo León (2003-2005), Vocal de Literatura del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (1995-1997), becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León (1999), del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (1996) y del Centro de Escritores de Nuevo León (1988-1989). Ha sido maestra de literatura en la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL y en el área de Humanidades de la Universidad de Monterrey. Actualmente es maestra de Apreciación de las Artes en la Facultad de Medicina de la UANL y titular de la columna Literespacio en la sección “Arte” del periódico El Norte. En febrero del 2002 recibió el Premio Nuevo León de Literatura por la novela “Mercedes Luminosa”, y en septiembre del 2003 el Premio a las Artes, reconocimiento que otorga la UANL a los artistas de Nuevo León por su trayectoria.Ha publicado: "Gestus" (crítica de teatro) en la Dirección de Publicaciones del Estado de Nuevo León, 1991. "Detrás de la máscara" (cuento) en Editorial Premiá, Universidad Autónoma de Puebla y Universidad Autónoma de Zacatecas, 1993. "Donde habiten los dioses" (prosas) en la Colección Abra-palabra, Alcaldía de Guadalupe, Nuevo León, 1994. "Crepúsculos de la ciudad" (crónica) en Libros de la Mancuspia, 1996. “Ojos de Santa” (poesía) Ed. Castillo, 1996. "Elogio del triángulo" (narraciones) en la Colección Los Cincuenta, coedición del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Universidad Autónoma de Nuevo León, 1998. “Mercedes luminosa” (novela) en la Dirección de Publicaciones del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2005. “Encuentro con Antonio” (novela), Colección Árido Reino, Dirección de Publicaciones del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2006. “Los suaves ángulos” (novela) Editorial Jus y UANL, 2009.</span></strong></div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgw10XAdbeiPPggRcGKMwjkGn6OMS-0BeA7vM8NHNfM8yTgq9wVrli7ACR_ZnHtGu2ZaGSx1Akbh2R9WtNzlGGbfs0QnrUU5yRhMtmO_xyZK5NE_p2nzL-0flpC9wnry5HKZobZ/s1600/PORTADA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" gu="true" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgw10XAdbeiPPggRcGKMwjkGn6OMS-0BeA7vM8NHNfM8yTgq9wVrli7ACR_ZnHtGu2ZaGSx1Akbh2R9WtNzlGGbfs0QnrUU5yRhMtmO_xyZK5NE_p2nzL-0flpC9wnry5HKZobZ/s400/PORTADA.jpg" width="246" /></a></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-481735287580741292010-06-06T04:38:00.000+00:002010-06-06T04:38:45.468+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LVI<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSYbGUrg6xf1sYNoCF0qcmrDKiNHB2jLRpo6n6ClEFwqlx3KgQNZ8Y5dF0TqubGeDdMFzBH_r7IrS76dQ9UNJzZYurlAwMBtwYGXQ4D8Zm7RlC3WvaOCfbbQSD0KAtYfvs4BwR/s1600-h/6.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5329954849497496738" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSYbGUrg6xf1sYNoCF0qcmrDKiNHB2jLRpo6n6ClEFwqlx3KgQNZ8Y5dF0TqubGeDdMFzBH_r7IrS76dQ9UNJzZYurlAwMBtwYGXQ4D8Zm7RlC3WvaOCfbbQSD0KAtYfvs4BwR/s400/6.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 400px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 335px;" /></a><span style="font-family: arial; font-size: medium;"><strong>CAJA DE PANDORA</strong></span></div><br />
<div align="justify"><span style="font-family: arial; font-size: x-small;"><strong><span style="font-size: medium;">Por: <em>Bella Clara Ventura</em></span></strong><br />
<br />
<em><span style="font-size: small;">Soy esa caja de magias<br />
<br />
y sortilegios.<br />
<br />
En mí habitan fantasmas,<br />
<br />
laberintos,<br />
<br />
animales de múltiples cabezas.<br />
<br />
Monstruos de todo ayer.<br />
<br />
Hago de mis días un crucigrama<br />
<br />
con respuestas difíciles de encontrar.<br />
<br />
Sigo en vertical la ruta<br />
<br />
de mis hallazgos.<br />
<br />
En horizontal<br />
<br />
cuando sea llamada a juicio<br />
<br />
para entender la bonanza de mis días<br />
<br />
y el fracaso de las vencidas horas.<br />
<br />
De la vida, su ofrenda.<br />
<br />
Aprendizajes.<br />
<br />
Extensión de una palabra,<br />
<br />
mendiga de experiencias<br />
<br />
aún las más retorcidas.<br />
<br />
Tesoros de mi alma hermética.<br />
<br />
Sellada como la voz que acompaña<br />
<br />
mis noches cuando en pesadillas acerco<br />
<br />
momentos de horror.<br />
<br />
Desvelo mis párpados,<br />
<br />
conmovidos siguen con la destrucción.<br />
<br />
¡Acaso, será la respuesta a la pregunta final!<br />
<br />
¿Quién soy dentro del caos que se avecina<br />
<br />
con pasos de gigante y vuelo sin fronteras?</span><br />
<strong>BELLA CLARA VENTURA</strong></em><strong> colombo- mexicana, de padre surafricano, madre mexicana, abuelos turcos y griegos, judía, nace en Bogotá con la furia de los vientos en un agosto de cometas. Estudia en París. Directora, guionista y productora de cine durante largos años, con premios a bordo, hace 17 se dedica de lleno a la literatura con 10 poemarios publicados: “Diáspora y Asombro” 1995, “A lo lejos” 2000, “Hechizos de Bosque” 2001, Comarca sin Fronteras I y Comarca sin Fronteras II, "Huésped de la luz” 2004, "Magias y retablos” 2004 y "Niña de Adentro” 2004, Atisbos de Luz 2006, Oasis de un despertar 2008. Su obra cuenta con 6 novelas publicadas: “Almamocha” 1993, “Lo que la vida quiera” 1997, “Armando Fuego” 2001 editadas por Editorial Oveja Negra, durante más de 25 años manejó la obra de Gabriel García Márquez, por Centauro Prosperar, “El viento de la sombra” 2004, reconocida como un best seller en el Miami Herald, « Contigo aprendí » 2007 Lord Byron Editores- España, « la Voz de la Pasión » 2008 Oveja Negra. El cuento no le es ajeno, lleva más de 20. Antologada y traducida en varias partes del mundo, con múltiples reconocimientos es invitada a encuentros literarios en USA, Suecia, Francia, México, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, España, Puerto Rico, China etc... Actualmente termina la novela « No hay mal que por bien no venga. 3 poemarios inéditos en vía de publicación.<br />
Mujer de mil mundos, directora de programas de radio y profesora de yoga se dice: caminante de la vida, que sólo a lo Machado se hace camino al andar.<br />
Embajadora de La Paz en Ginebra<br />
Representante de varias organizaciones literarias. </strong></span></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-20894754558846794852010-05-23T02:20:00.001+00:002010-05-23T02:21:44.351+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LV<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikwYEiKtnEKpcWOkT2OaAt75XwfhHitEHsD8JhN0zi-iNzhljfwy_otcrXqaxSsNoEwdZqCZBDiiKy_oxv4qQJUqrBMJxXgoea4XGXkGkYA8mjRa5gtOabJdVa5bUjXK-V40Hp/s1600/Rosemarie.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikwYEiKtnEKpcWOkT2OaAt75XwfhHitEHsD8JhN0zi-iNzhljfwy_otcrXqaxSsNoEwdZqCZBDiiKy_oxv4qQJUqrBMJxXgoea4XGXkGkYA8mjRa5gtOabJdVa5bUjXK-V40Hp/s400/Rosemarie.jpg" width="306" wt="true" /></a></div><span style="font-size: large;"><strong>Mujer haciendo comida y pensando</strong></span><br />
<span style="font-size: large;"><strong>Por: <em>Rosse Marie Caballero</em></strong></span><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">Cocinando la comida y pensando: ¿Por qué hay tanto hombre torpe y tanta mujer callada?</div><div style="text-align: justify;">¿Por qué cuando él grita ella se esconde? </div><div style="text-align: justify;">Porque es inteligente. Al perro que ladra no se le responde con ladridos.</div><div style="text-align: justify;">Ella se esconde y tiembla. Su corazón está llorando, y se enreda. Pero despierta.</div><div style="text-align: justify;">Más tarde despierta y sale de su escondite, con una flor en la mano y una sonrisa. </div><div style="text-align: justify;">Empieza otra vez el día. Hace la comida y lava la vajilla. Llega el jefe de la familia y ella le saluda, le reverencia y sirve el almuerzo para todos. </div><div style="text-align: justify;">Marido no pide perdón, no conoce esa palabra tan corta. No sabe lo que es el perdón, nunca se lo pidieron, nunca se lo dieron. La única palabra que dieron a marido en casa de papá fue el garrote. Garrote aquí, garrote allá. Mamá también le dio garrote, más fino, pero garrote al fin. Mamá le dijo garrote en hileras de palabras, palabras afiladas, como espada, le cortaban el alma transversalmente, mientras papá partía el lomo a hijo que luego se hizo también papá. </div><div style="text-align: justify;">Ella sirve el almuerzo para todos: jefe, hijo mayor, hijo menor, hijo del anterior matrimonio (de él, no de ella. Ella llegó virgen, no podía ser de otra manera), suegro que quedó viudo. Luego sirve el té, para digerir. Lava la vajilla. Esto ya lo sabemos. </div><div style="text-align: justify;">Marido hace siesta. Ella prepara la ropa que va a refregar. El descansa. Ella trabaja, en casa, pero eso no importa, no tiene remuneración, por lo tanto no importa. Ella es una parásita, no genera dinero. Por lo tanto, no importa el trato que se le dé ni la ropa que use. Ella vive a costillas de marido, por algo se llama eva, así con minúscula. Pero él no se llama evo, él tiene un nombre más largo, de prestigio. Su madre le ha bautizado con Gerónimo, sus amigos le dicen Gero, las amigas le llaman JHER, su mujer le dice Gerónimo, porque no debe faltarle al respeto.</div><div style="text-align: justify;">La esposa no dice nunca insultos, ni manifiesta sus ideas, solo piensa en secreto:</div><div style="text-align: justify;">- No esperes oír nunca mis insultos… Pero, en mi pensamiento, ya te hice puré.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong><em>Rosse Marie Caballero</em> (1961) Cochabamba, Bolivia. Docente de Letras y Comunicación e Idiomas. Licenciada en Francés por la Universidad Mayor de San Simón. Viajó a Europa con una beca sobre Literatura. Reside en su natal valle de Cochabamba.</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Según Carlos Rimassa, para esta escritora la existencia es un compromiso en continuo reajuste, su lucidez y la pasión garantizan sus experiencias, así como su constante introspección y autoconocimiento, generando situaciones inquietantes sobre la existencia cotidiana, sobre el amor y el desamor y la constante búsqueda de la felicidad con inéditas miradas.</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>OBRA POÉTICA</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Antítesis (1998) </strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Hojas de Eva (2004) </strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>In versos (2006)</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>NARRATIVA</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Enigmas de la esfinge y otros relatos (2007)</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>El vuelo de la esfinge (novela, 2009)</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Los vagidos del gato (relatos, 2009)</strong></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-19550491902886666452010-05-09T00:56:00.000+00:002010-05-09T00:56:49.930+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LV<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBr-Dj99tHtDMsw8_IBP2L52YIHUw-qygYCDTdnluuYCp2xyljs54fVuZctw8BPpMooeeGX4WI84PJ4d5BfadD7BC5HzVnroYRg5kTIifnlB-HxwoX2v_Ijxx1-RlskzXTMKHq/s1600/Orfa.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBr-Dj99tHtDMsw8_IBP2L52YIHUw-qygYCDTdnluuYCp2xyljs54fVuZctw8BPpMooeeGX4WI84PJ4d5BfadD7BC5HzVnroYRg5kTIifnlB-HxwoX2v_Ijxx1-RlskzXTMKHq/s320/Orfa.jpg" tt="true" /></a></div><strong><span style="font-size: large;">Fragmento de la novela <em>Perra brava</em>, Editorial Planeta, 2010</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: Orfa Alarcón</span></strong><br />
1 <br />
<div style="text-align: justify;">Supe que con una mano podría matarme. Me había sujetado del cuello, su cuerpo me oprimía en la oscuridad. Había atravesado la casa sin encender ninguna luz ni hacer un solo ruido. No me asustó porque siempre llegaba sin avisar: dueño y señor. Puso su mano sobre mi boca y dijo algo que no alcancé a entender. No pude preguntar. Él comenzó morderme los senos y me sujetó ambos brazos, como si yo fuera a resistirme. </div><div style="text-align: justify;">Nunca me opuse a esta clase de juegos. Me excitan las situaciones de poder en las que hay un sometido y un agresor. Me excitaba todavía más entender que para él no eran simplemente juegos sexuales: Julio doblegaba mi mente, mi cuerpo, mi voluntad absoluta. De noche y de día, acompañados o solos, dormidos o despiertos. </div><div style="text-align: justify;">-Para que no me vuelvas a salir con que te da asco.</div><div style="text-align: justify;">No supe a qué se refería: había vuelto a taparme la boca y yo me desesperaba porque moría por morderlo. Desde la primera vez que lo vi quise pasarle la lengua por el cuello, quise ser un perro que le lamiera la cara. Desde la primera vez que mi mandíbula se acercó a su boca quise arrancarle un trozo de piel, a ver si con eso le probaba el alma. Perro bien entrenado. Perro de casa rica. Perro que se sabe asesino: desde la primera vez que lo vi sus ojos me dieron miedo. </div><div style="text-align: justify;">-Para que se te quite lo fresita.</div><div style="text-align: justify;">No sabía de qué hablaba, comenzó a penetrarme. </div><div style="text-align: justify;">Le mordí la mano para que dejara de taparme la boca. </div><div style="text-align: justify;">-Quiero lamerte. Completo.</div><div style="text-align: justify;">Julio me ofreció su cuello con la confianza que se le tiene al sirviente más leal, y yo comencé a lamerlo con el hambre de la primera vez. Giramos: yo arriba, él abajo, seguí lamiéndolo hasta llegar al vientre. </div><div style="text-align: justify;">-Síguele, síguele, ¿pa qué te paras?</div><div style="text-align: justify;">-Tu sudor… sabes distinto -comencé a limpiarme la boca.</div><div style="text-align: justify;">-Cómeme hasta que me venga. </div><div style="text-align: justify;">Por primera vez su sabor no me gustaba, era extraño, nuevo, agrio. Nauseabundo.</div><div style="text-align: justify;">-Chúpamela -me sujetaba de la cabeza. </div><div style="text-align: justify;">El nuevo sabor iba a hacerme vomitar. Manoteé. </div><div style="text-align: justify;">-¿Qué pasó? ¿Ya no te gusto? -se reía. </div><div style="text-align: justify;">Volvió a la posición inicial, a sujetarme justo como lo había hecho al principio, cuando llegó después de una semana de ausencia, directo a mi cama, quién sabe de dónde, quién sabe de qué caminos, con qué suciedad en el cuerpo, con los sudores de cuántas mujeres, y me penetraba como enfurecido, como él, como demostrando quién era. Y el dolor le ganaba lugar al placer y yo sólo quería que me dejara respirar, que terminara antes de que me rompiera algún hueso.</div><div style="text-align: justify;">-Para que se te quite lo fresita -repetía.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;">Julio al fin se vino y se quedó dormido. Me abracé contra él. También me hubiera quedado dormida, de no ser por ese sabor molesto que aún sentía en la lengua. Amodorrada me levanté a orinar y a lavarme los dientes. Entonces entendí las palabras de Julio: al tomar la pasta de dientes me descubrí frente al espejo con la cara llena de sangre. Los senos, las manos, la entrepierna.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><br />
</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;">Grité. Como si viera el fantasma de mi madre. Grité tan fuerte que me quedé ronca. Julio entró al baño y me abofeteó. </div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;">-Para que te lo sepas, traes encima la sangre de un cabrón con muchos huevos, y con todo y todo se lo cargó la chingada, porque la vida se gana a putazos. Así que no me vuelves a salir con que no puedes freír un pinche bistec porque te da asco. A mí ya no me sales con esas pendejaditas.</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;">Yo, paralizada, quería correr a la regadera.</div><div style="text-align: justify;">-¡A putazos! - Julio salió azotando la puerta del baño. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Orfa Alarcón (1979), la única escritora regiomontana nacida en la playa. Cursó la licenciatura en Letras Españolas en la UANL y ha obtenido diversos premios universitarios de literatura. Fue becaria de Jóvenes Creadores del FONCA entre 2007.2008. Con dicha beca escribió su primera novela publicada Perra brava. Su obra narrativa se encuentra en diversas revistas literarias y antologías.</span></strong></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijD3mk8xi72n2u6aXoMvdZOliQCt_soQaTQFuVLW8POmq1oyXVeEM5uF2Rz0BMp4hUMvr774GKpJwXiKPAwRABFfZlvMcnpbt7TXhIzAVNkZpEZefTAifjJQs7f1jzZ0PmqoGj/s1600/Scan10083.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijD3mk8xi72n2u6aXoMvdZOliQCt_soQaTQFuVLW8POmq1oyXVeEM5uF2Rz0BMp4hUMvr774GKpJwXiKPAwRABFfZlvMcnpbt7TXhIzAVNkZpEZefTAifjJQs7f1jzZ0PmqoGj/s400/Scan10083.jpg" tt="true" width="257" /></a></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><br />
</div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-16986204415869004302010-04-25T02:55:00.000+00:002010-04-25T02:55:03.889+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LIV<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOewa91RZqTCaMX5U4v2eX-Bixo2iXAwU6wbwSGWXoQ_eFuFVZdJwEF84fOMIemGYQRQW7JtFru64Fa7Av0xoKq9uLxOuhwvBjXyELc2U7KTiH0AImYZvN95GNxdPoAeCs9igN/s1600-h/karina2.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5327294106961389202" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOewa91RZqTCaMX5U4v2eX-Bixo2iXAwU6wbwSGWXoQ_eFuFVZdJwEF84fOMIemGYQRQW7JtFru64Fa7Av0xoKq9uLxOuhwvBjXyELc2U7KTiH0AImYZvN95GNxdPoAeCs9igN/s320/karina2.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 320px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 232px;" /></a><span style="font-size: medium;"><strong>Escribir en femenina</strong> <br />
Por <strong><em>Patricia Karina Vergara Sánchez</em></strong> </span><br />
Pues, me acuerdo que unas chavas, de esas feministonas, de las que andan con huaraches y tienen pelos en los sobacos y que hasta algo de miedo me daban por raras, fueron a la secundaria en que yo estudiaba y pegaron un cartelito que anunciaba una conferencia que se llamaba “literatura femenina o literatura ñora”. Miré y miré el dichoso letrerito y no entendí de qué se trataba. Pero, fascinada por algo desconocido que me llamaba, asistí y, quede peor de confusa que antes. Hablaban de cómo mucho de lo escrito por algunos hombres y mujeres, dirigido al público femenino era algo así como un lava cocos, no siempre de forma intencional, pero que funcionaba bastante bien para perpetuar la idea de “feminidad” que implicaba renuncia, sacrificio, de abnegación y, ellas, dejaban abierta la pregunta acerca de la posibilidad de escribir cosas distintas de las mujeres y dirigidas a las mujeres. <br />
Yo me asusté, y mucho. Criticaban a grandes autores y decían que lo que escribían reproducía modelos de sujeción. ¿Cómo se atrevían? <br />
Llegué corriendo a contarle a mi maestro de literatura lo que había escuchado. Tenía mucho que preguntarle, si él conocía acaso esa “otra” literatura no precisamente de lo femenino, pero sí escrita por mujeres, que no forzosamente tendría que llamar a la musa o a la puta, y en donde a las protagonistas no les tocara un trágico destino si transgredían. Bueno, no pregunté exactamente con esas palabras, porque todavía no las conocía, pero sí era la idea. <br />
El maestro, a quien yo admiraba, barba recortada, oloroso a loción costosa y de voz profunda, me miró con condescendencia y sentenció: “No hay literatura femenina o masculina, sólo hay literatura buena o mala, buen arte o mal arte y punto”. Yo, guardé silencio ante su sabiduría. <br />
Pasé muchos años bajo su tutela ¿O es que todos los maestros que me tocaron eran clones unos de otros? Durante ese tiempo, no recuerdo haber leído escritoras, es más, creo que ni sabía que existían. Yo soñaba con ser escritor. <br />
Sin embargo, había algo, algo que se movía; algo imperceptible ahí, dentro de mí. Entonces, pasaba que yo me enamoraba de María la rebelde personaja de Agustín Yáñez, en Al filo del agua y la acompañaba una y otra vez, maravillada por su escapatoria a revolucionaria y leía a Mario Puzzo en La Mamma , cuando hace concluir un pensamiento de su protagonista, respecto a que los hombres de su alrededor no se sentirían tan fascinados por el dolor y la violencia, por el desprecio a la vida, si pudiesen haber entendido lo que significaba convertir el cuerpo, cada año y sin poderlo evitar, en una caverna hinchada y sangrante que da paso al nacimiento de los hijos. También, me gustaba asustarme cuando B. Traven, en La Carreta , ponía a una malvada lesbiana que quería sentar a la jovencita en sus piernas, con fines perversos. Releía, una y otra vez, los pasajes que me hablaban, a veces muy entre líneas, de ese algo íntimo que, yo intuía, tenía que ver conmigo. <br />
Aún así, había un sentimiento de soledad, de inapetencia, de que era insuficiente. No sabía qué faltaba. <br />
Y yo escribía y reescribía en ese neutro que mis maestros decían era universal, inclusivo, plural, objetivo. Del gran arte, aseguraban. <br />
Pero, no podía evitar observar la forma en que a mis compañeros se les llamaba colegas, la forma en que a mis compañeros se les daba el espaldarazo. Había una diferencia que yo creía sutil, en el trato, en la atención a sus textos, en el impulso. <br />
Sin embargo, de verdad, no entendía yo de qué se trataba, no comprendía a qué se debía el contraste, aun cuando yo era muchas veces la única mujer en los talleres literarios del, en ese entonces alejado, suburbio donde vivía. Era aquella la época en que me sentía orgullosa si me decían que en mi texto no se notaba que lo había escrito una mujer. <br />
Hasta que un día, ocurrió lo inevitable, en la biblioteca encontré una novela escrita por una autora. Ni siquiera puedo recordar cuál fue. Sólo sé que fue un golpe en la cabeza, Sólo sé que comencé a buscar con ansiedad. Entre las primeras, fueron las que estaban más a la mano: Rosario Castellanos, Gabriela Mistral, Sor Juana, Isabel Allende, Oriana Fallaci, Virginia Wolf, biógrafas, novelistas, poetas y luego otras, llegué a las feministas: Dejé de ser huérfana. <br />
Bebí sedienta a todas las escritoras que estuvieron a mi alcance: Casi no dormí una temporada, tenía que recuperar los años perdidos, encontrarlas, encontrarme. Saber que se podía escribir de la consistencia exacta de la salsa para la carne, dentro de una novela exitosa, pero también, en otra obra, hablar de lo que duele hasta hacer morder la almohada, sin fingir falsa grandeza moral, o, en otra, cuestionar con humor la forma en que se desgasta la vida cada día. La palabra no desigual, pero sí distinta. A otra tinta, de mujer. <br />
Por supuesto, cuando volví a mis antiguos senderos, ya no era la misma. Ni siquiera podía, aunque lo intentara, escribir en ese neutro. Para mí, ya era engañoso, no era ni plural, ni incluyente, más bien hablaba al mundo y del mundo en masculino. <br />
Comencé a escribir con la conciencia de ser, entender y escribir desde este cuerpo sexuado, de lo que desde el exterior se ha apostado sobre él y, al mismo tiempo, desde lo que yo he elegido en forma conciente. Desde lo poco o mucho que resulta desde esta contradicción constante. Partir del principio fundamental: Esta soy yo y no éste o ésta que tú decretas. <br />
Mis maestros me hicieron saber que lo que yo estaba haciendo era muy inconveniente, porque ni siquiera era literatura femenina, de esa que se vende muy bien, por ejemplo en revistas del corazón o en best-Sellers de heroínas fantásticas, de mujeres extraordinarias, locas que se convierten en reinas legendarias o reinas que se vuelven locas señaladas, o de cómo ser una gran mujer. No, yo no escribía literatura femenina. Yo escribía en femenino, y eso era, es: imperdonable. <br />
Me eché a perder. Me había puesto ya las gafas violeta y, hasta ahora no he deseado, aunque duela a veces, quitarlas de mis ojos. <br />
Me hicieron saber que escribir en femenino es grave de muchas formas. Es grave porque “hace sentir excluidos a los varones”; porque no es vendible, no atrae a numerosos lectores, ni a las grandes casas editoriales “ahora que la industria editorial está en crisis”; también, porque, según reclaman, sólo explora a la mitad del mundo, “No se ocupa de lo que a todos nos hace humanos”; Porque resulta ridículo, más cuando se me ocurre quitar o escribir la letra A al final de algunas palabras, sobre todo cuando reivindica, “está modificando y atentando contra el idioma”; además, porque escribir así es “impúdico”, porque es “soberbio”, porque “está pasado de moda”. Creo que, también, porque les hacía sentir un poco incómodos. <br />
(Para ser justa, debo decir, que cuando me fui de este lugarcito en Estado de México donde habitaba, soñando encontrar otros aires, no hubo respuestas muy diferentes). <br />
En fin, ahora yo soy de esas, de las feministonas, de los huaraches en los pies, de los pelos en los sobacos, de las raras. Me hicieron saber que haber hecho crecer está voz, es un camino desafortunado y me costó algunas lágrimas reconocer que tenían razón. Dolió resignarme, me costó trabajo que me quedara claro el que, entre las principales razones, a causa de esta voz, voz inconveniente, que no es vendible ni se vende, que no se adueña de lo universal, si no que se ocupa sólo de esta parte que me toca del mundo, de lo que me hace humana, ridícula, impúdica, soberbia, pasada de moda, incómoda: Nunca seré la escritora, mucho menos el escritor, que América latina y el mundo esperaban. <br />
Pero, me queda esta mirada insistente que se enoja, que se indigna, que se alegra, que se conmueve, que me provoca a gritar muy fuerte a los vientos y, lo cierto, es que no he encontrado nada más ruidoso que estas letras necias, encantadas de salir y andar rodando. </div><br />
<div align="justify"></div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Patricia Karina Vergara Sánchez: Nació en México, D.F. el 29 de Octubre de 1974. Es lesbiana y feminista. Madre de una niña de 10 años de edad. También, es gorda, morena, clase mediera, más baja que media. Activista por convicción. Profesora recurrente de bachillerato. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Articulista y escritora en las horas que logra robar al ajetreo diario. El año pasado fue ganadora del Premio 16ª edición, en Lengua castellana para Cartas de Desamor de Pardynes, España, con el Cuento Misiva por un buen dormir. A la venta, con ediciones independientes y elaboradas en forma artesanal, tiene los poemarios: Cuentos en color violeta y Usted dijo. También, la serie de Cuentitos para llevar.</span></strong></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-43373596247464126782010-04-11T01:27:00.001+00:002010-04-24T05:05:34.127+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LIII<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi99jZSt5OcJOWchFtcI5UN2FOzVYqdpWGx8WaLp3PdE4NZgK42ReRdvU3Kf88eBeA8j35C3AZz1t73I0J5sD2YKdc40_GFkVVPDY54N1WHyPKizMyBEkoZy-LB67clB9jR0L8m/s1600-h/Adriana+Gonzalez+Mateos.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5371890902530460946" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi99jZSt5OcJOWchFtcI5UN2FOzVYqdpWGx8WaLp3PdE4NZgK42ReRdvU3Kf88eBeA8j35C3AZz1t73I0J5sD2YKdc40_GFkVVPDY54N1WHyPKizMyBEkoZy-LB67clB9jR0L8m/s320/Adriana+Gonzalez+Mateos.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 320px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 214px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">El artista callejero<br />
Por: Adriana González Mateos</span></strong><br />
No sé por qué el día que conocí a Pablo acabé sentada en los escalones de piedra de la universidad, llorando, tratando de esconderme detrás del pelo que me cayó sobre la cara, tratando de no sentir que pasaba frente a mí y me miraba y quizá la explanada llena de gente le impedía ver que yo escondía las lágrimas surgidas de la conversación que tuvimos diez minutos antes, y no porque hubiéramos dicho nada memorable. Puse toda mi voluntad en ese ocultamiento; mi dignidad en la decisión de impedirle ver que su voz me provocaba esas gotas calientes y enormes como dos monedas, pero cuando estaba a menos de diez metros levanté la cabeza y el pelo cayó hacia atrás y él pudo ver mis ojos húmedos abiertos para recibir los suyos. Y no estoy queriendo insinuar nada con esto de la humedad y los ojos penetrantes; sólo sé que ya entonces muchas cosas en mi cuerpo habían tomado la iniciativa.<br />
Si lo hubiera conocido diez años antes, si yo diez años más joven hubiera estado junto a ese hombre que no podía tener más de veintiocho, si no hubiera estado acabando mi maestría en Letras Francesas ni planeara graduarme con honores, si no hubiera sido esposa de un ejecutivo que haría un gesto desdeñoso ante los collares de alambres y chaquiras que vendía Pablo, porque venía a la Facultad a vender aretes y pulseras y por supuesto vendía mota. Si hubiera sido libre y despreocupada y con un cuerpo adolescente que mereciera el suyo hubiera enmudecido de terror y hubiera salido corriendo, porque siempre me han dado miedo los hombres tan descaradamente guapos, tan físicos, si puedo abusar de la palabra.<br />
(quiero decir que su vida callejera no admitía un gramo de grasa en los miembros que evocan ancestros esclavizados, pulidos por trabajos brutales. Eso qué importa: verlo es también pensar en látigos, quizá porque sus labios se parten en un gesto de San Sebastián, de Acteón acosado por los perros. O serían sus ojos, que también he visto humedecerse muchas veces)<br />
Porque es un artista y cada vez que me pongo el collar que me hizo para que temblara en los huesos de mi clavícula alguien pregunta quién diseñó esa pieza rara. Otra palabra de la que puedo y quiero abusar ahora que pienso en él es sensible, con un instinto de la elegancia que ya quisieran los amigos catalanes que Fernando invitó a cenar el sábado. Claro que será una noche agradable y una conversación inteligente y han hecho muy buenos negocios juntos, hay cosas peores en el matrimonio. Pero hablo del pelo negro y crespo que cae hasta los hombros de Pablo, de su pecho cubierto de collares.<br />
Pablo vino a sentarse junto a mí en la escalera y me ofreció su pañuelo (un pañuelo de algodón a cuadros azules y verdes, descosido en las esquinas) y empezó una conversación que otra vez olvidé en ese mismo instante. En cambio recuerdo su muslo pegado al mío que se contraía bajo mi falda de punto. No podría recuperar las palabras, pero empecé a oler su piel que no llegaba a sudar, sólo distendía los poros bajo el sol de la tarde. Quise retirarme un poco, salvarme de ese olor, pero al siguiente minuto deseché mis escrúpulos, respiré procurando disimular, respiré una vez más con el manso agradecimiento de un perro.<br />
Para entonces estábamos riéndonos de una broma estúpida sobre la Facultad de Química y era evidente que no podíamos seguir sentados toda la tarde en la escalera. Recordé que era hora de mi terapia y me escapé de una manera más vergonzosa que todo lo anterior, me refugié en el embotellamiento de Insurgentes, fabriqué una serie de elaboraciones sobre instantes ya muy masticados de mi infancia, sortée los cuarenta y cinco minutos de diván sin mencionarlo una sola vez. Luego pasé a recoger a los niños a casa de un amiguito y llegué a tiempo para una noche de perfecta armonía conyugal, cena y televisión y ejercicio de unos derechos maritales que Fernando y yo tenemos muy bien ensayados. Esa noche adquirieron la fantasía y la euforia de baile de disfraces.<br />
He sido una esposa fiel porque tengo una excelente relación con mi marido y no he visto razones para complicarme la vida. De vez en cuando algún viejo novio o un nuevo amigo viene a insinuarme cuánto le gustaría distraerme de mis rutinas, pero sé manejar un equilibrio muy agradable entre la coquetería y la evasiva. Vamos, que me educaron en un colegio de monjas donde no sólo aprendí francés. No había estado frente a una tentación que me llevara a arriesgar la tranquilidad de mi matrimonio y siempre pensé que antes de hacerlo lo pensaría mucho: necesitaría motivos más importantes que la mera lujuria. Pero al día siguiente de conocer a Pablo llegué a la Facultad un poco más temprano de lo necesario y él volvió a enredarme en otra conversación irrecordable. No vayas a tu clase, me dijo. Acompáñame a comer algo. Ni siquiera me alarmó la sonrisa con que renuncié al goce de la literatura.<br />
Esto no me pasa todos los días, pensé muchas horas más tarde, insomne junto a Fernando dormido. Para ser exacta, nunca entraría a un lugar como ése, de suelos de cemento y sillas de fierro con logos de cerveza. Jamás comería esas tortas de jamón con queso amarillo y chiles jalapeños, entre una clientela que sorbía una pálida sopa de estrellitas al calor de un partido de fútbol televisado. Pablo insistía en que yo comiera algo, y para no insultarlo engullí media quesadilla que goteaba manteca. Pero su rodilla tocaba la mía; cuando por fin trajeron un nescafé aguado y se llevaron los platos su mano se internó segura entre los pliegues de mi falda, la apreté entre mis piernas, la dejé que buscara.<br />
De todos modos no se puede hacer gran cosa en una fonda, aunque la televisión suene a todo volumen y a nadie le importe un pito que a la señora le suban los colores, aquella mano caliente y dura tocándome a través de las telas. Le pedí que nos fuéramos de ahí. Pablo pagó la cuenta después de preguntarme si no quería otro café o un postre, de veras, él me invitaba.<br />
Entre unos arbolitos que había por ahí nos apretamos y nos besamos desesperadamente, yo tratando de convencerme de que ése no era el rumbo de nadie que yo conociera. Lo había tocado y lo había encontrado espléndido, casi mayor que mis ansias, duro y dispuesto, aunque atrapado en los cierres y asperezas de aquellos pantalones de mezclilla que, ahora que me fijaba, se estaban cayendo de viejos.<br />
Pensé que esperaba de mí una palabra, otra prueba de rendición, y me resigné a dársela: por favor. Sí, por favor te lo pido, llévame, hazme, ya veré después cómo le hago con Fernando y con el resto de mi vida pero por favor. Te suplico si quieres que te suplique, no me importa arrastrarme a tus pies ni lamerte las piernas, lamerte lo que tú quieras, de rodillas ante a ti adoro al único Dios verdadero. Por favor. Se separó un poquito y me miró con sus ojos enormes y tristes: no tenía a dónde llevarme. Estaba viviendo con unos cuates que lo dejaban dormir en el sofá.<br />
Pablo, mi bandolero esculpido con los rasgos de esclavos que también fueron príncipes del desierto, el descendiente de indios que murieron a machetazos para defender un pedazo de tierra, el nómada, el sin techo. Toda mi literatura aterrizó en una comprobación suscinta: había que localizar un hotel y yo tendría que pagarlo.<br />
La idea, o la cara con que la dije, lo pusieron furioso Empezó a caminar de regreso a la Facultad; ya sabía que muchos lo buscaban para eso, pero él no necesitaba dinero, para eso vendía lo que vendía y lo otro, lo otro desde hace mucho lo hacía sólo por gusto. Di media vuelta y empecé a caminar en dirección contraria, me alcanzó y me jaló de un brazo con tal brutalidad que estuve a punto de perder el equilibrio que todavía me quedaba. Empezaba a hacerse de noche y algunos faroles no encendían en esa zona mal vigilada. Enfrenté su cara oscurecida por la rabia. Iba a ser difícil de explicar si me dejaba una marca en el brazo, si es que salía de ahí en condiciones que ameritaran explicación.<br />
Safé mi brazo dispuesta a lo que fuera y le dije con mi expresión más fría que era tarde y tenía que regresar a mi casa. Me dijo que no eran horas para que caminara sola por ahí.<br />
<br />
- No te enojes conmigo. No te había entendido; no sabía que eras así. Te llevo a tu coche.<br />
<br />
No habíamos caminado ni veinte pasos sin que nuestras manos se buscaran otra vez; ni siquiera pensé que alguien podía vernos, no quise pensar en nada. Sentí el ritmo de su cadera que a ratos, al caminar, tocaba la mía. Aprovechó la oscuridad para tocarme los pechos que bajo su mano se irguieron como animales que buscaran la luz dentro de la tela que los cegaba; sentí todo su cuerpo y me sentí abrirme para recibirlo, me apreté contra él hasta que me costó trabajo seguir en pie. Me susurró que no me quejara tan fuerte; podía oírnos un tira. De repente se detuvo y se separó un poco. Se le acababa de ocurrir una idea.<br />
Pagar el hotel era difícil para él; últimamente las ventas se le habían caído un poco. Pero había una manera, si me parecía bien. Su mamá se había muerto hacía menos de un año en algún lugar de Naucalpan. Le había dejado un refrigerador que desde entonces estaba en casa de unos tíos. Por ahora no lo necesitaba; si yo quería podría vendérmelo.<br />
Manejé perfeccionando los detalles. Bien vista, la idea de Pablo no era tan mala. La hija de Delfina estaba a punto de casarse y no estaría mal que le regaláramos algo decente; Delfi ha trabajado tantos años en la casa y ha sido, de verdad, como parte de la familia. Pablo y yo podríamos ir un día a ver el refrigerador y así tendríamos tiempo para nosotros, tal vez toda una tarde. El plan tendría la ventaja de exponer una parte de lo que estaba sucediendo y así las mentiras inevitables tendrían un aire más real. Y Pablo podría pagar el hotel sin perder su aire majestuoso. Recordé los efectos que el orgullo tiene en su cuerpo. No era indispensable ver el refrigerador; podía darle un adelanto mañana mismo.<br />
Así llegamos al día siguiente a uno de los hoteles de la calzada de Tlalpan, según Pablo, uno fino para que yo me sintiera a gusto, uno donde podíamos sentirnos seguros. Habíamos caminado unas cuadras hasta un cajero automático de donde saqué el dinero. Al andar junto a él descubrí una calle distinta, una calle como la que deben vivir los perros, llena de peligros, de acechos y de advertencias. Avanzaba con cautela, registrando la presencia de policías, coches sospechosos, tipos que podrían darle problemas. Recorría la calle confiando en sus fuerzas; sabiendo exactamente hasta dónde llegaban; a qué quicios de qué puertas era mejor no acercarse. Aunque la calle estaba infestada de peligros que yo no me imaginaba, me sentía segura junto a él, quizá más segura que junto a mi marido a quien los policías siempre le han dicho jefe.<br />
Como era de esperarse, el hotel era un lugar ramplón, pero vi como Pablo tocaba la pantalla de una lámpara, como si necesitara comprobar la realidad de aquel material traslúcido. Todavía me faltaba comprobar lo muy usada que estaba su ropa y entender que aquel cuerpo tan fuerte se mantenía esbelto porque nunca le había sobrado qué comer. Tampoco quise averiguar detalles del tiempo en que visitaba hoteles como ése a cambio de dinero. Mi amigo Michael me ha contado lo suficiente de sus aventuras con muchachos que a veces se contentan con una cena y muy poco más. Creo que todas las aventuras ilícitas añoran un lugar fuera del mundo; yo hubiera querido llevarme a Pablo a un sitio donde el miedo no estimulara sus reflejos ni los precios de las cosas lo lastimaran como lo lastimó el diseño de mis zapatos y la tela de un saco que me había puesto para gustarle. Cuando me acerqué a él trató de alejarse para evitar comprobaciones incómodas, pero algo semejante al profesionalismo cubrió las emociones que hubieran estorbado lo que queríamos hacer, o lo que yo había pagado por hacer. No voy a describir los esmerados preámbulos; los recursos tan ingeniosos que demostramos para ayudarlo a sortear el trance. Cuando nos quedamos desnudos vi que era mucho más hermoso de lo que me había imaginado en mis insomnios junto a Fernando, pero la excitación dela calle había desaparecido. Desistimos de caricias que se volvieron trabajosas y Pablo acabó recostado sobre mi pecho, contándome trozos de su vida, confiándome ciertas amarguras que me conmovieron aunque me costaba trabajo entenderlo. Hablaba muy rápido, saltaba de una idea a otra, hacía asociaciones caóticas y gesticulaba demasiado. Aunque era inteligente, tenía una educación rudimentaria que me hizo sentirme un poco impaciente, un poco repelida, como si de pronto hubiera olido mal, aunque nunca dejé de sentir la necesidad de protegerlo. En ese plan de cuates consumamos nuestros propósitos. Al final le di un poco más de dinero para que cenara bien.<br />
Siguieron días extraños. Me di cuenta de que la mera lujuria hubiera sido un privilegio fuera de mi alcance. Me encontré preguntándome si podría ayudarlo a conseguir un trabajo, si quizá alguna escuela de arte, si se gastaba el dinero en comida o en qué. No había vuelto a llorar desde el día de las escaleras, pero en cambio me imaginaba planes para cambiar nuestras vidas, finales dramáticos a mi existencia de gente decente, redenciones integrales de aquel diamante en bruto.<br />
No había pasado ni una semana cuando Fernando llegó de la oficina con los ojos brillantes. Sus nuevas responsabilidades exigían que pasara varios días en Munich; había hablado con sus socios y podíamos tomarnos unas pocas semanas para pasear, ver bien Alemania, París si yo quería, necesitábamos sentarnos a planearlo con calma. Me hundió las manos en el pelo, una caricia que siempre le ha gustado hacerme. Últimamente te ves preciosa, murmuró, atrayéndome a un largo beso. Lo besé con amor, con agradecimiento, con el alivio de regresar a la realidad.<br />
A Pablo le dije que no volvería hasta el otro año. De todos modos, en este momento de la elaboración de mi tesis ya no necesito ir tan seguido a la Facultad. No le tuve que dar muchas explicaciones. Se puso muy serio y casi no dijo nada. Sólo escogió uno de los collares que estaba vendiendo y me dijo que lo había hecho pensando en mí, en mi cuello. Ojalá me gustara.<br />
Lo dejé junto a sus cajas de aretes y esta vez mis pasos sí obedecieron a mi voluntad. A Fernando y a mí el viaje a Europa nos unió mucho; yo diría que las cosas van bien entre nosotros. La experiencia me ha servido para ser menos ingenua, me he abierto a experiencias nuevas, a otros horizontes de reflexión. Por ejemplo, estoy viendo a un astrólogo que me ayuda a explorar mis vidas pasadas. Sospecha que hace varios siglos uno de mis ancestros violó a una tatarabuela de Pablo.<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: x-small;">Adriana González Mateos es profesora investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Obtuvo el Doctorado en Literatura Comparada en New York University (NYU) en 2002. Ha recibido el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 1995 por Cuentos para ciclistas y jinetes, (Aldus, 1995) el Premio Nacional de Ensayo Literario “José Revueltas” 1996 por Borges y Escher (Aldus 1998) y el Premio Nacional de Traducción Literaria 1996 por La música del desierto, de William Carlos Williams, versión al español realizada en colaboración con Myriam Moscona (Aldus, 1996) Con el apoyo del Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos realizó la traducción de una antología del poeta caribeño Kamau Brathwaite, en colaboración con Christopher Winks, que aparecerá próximamente bajo el sello de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. En 2007 apareció en Tusquets su novela El lenguaje de las orquídeas (2007). </span></strong></div><br />
<div><strong><span style="font-size: large;">Adriana González Mateos ya tiene </span><a href="http://otratrenza.blogspot.com/2007/04/cuaderno-de-silencios.html"><span style="font-size: large;">Trenza</span></a></strong></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-56008772350514567692010-03-28T07:14:00.000+00:002010-03-28T07:14:07.070+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LIII<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHElFYzvo78Gpm7T77t2KN85b61mchMrXvsv8_qXcx8BsEq6dLqgYxfGGJ0V1UGQBMgIcMd0CB9Z0NPjEQ1lihqIV7pPbS09yTypPM_u3xzeMRhesXKQwfNJz9RI4DsNnV2iwL/s1600-h/FARISEOS_YAQUIS_2.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5329392724940697634" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHElFYzvo78Gpm7T77t2KN85b61mchMrXvsv8_qXcx8BsEq6dLqgYxfGGJ0V1UGQBMgIcMd0CB9Z0NPjEQ1lihqIV7pPbS09yTypPM_u3xzeMRhesXKQwfNJz9RI4DsNnV2iwL/s320/FARISEOS_YAQUIS_2.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 319px;" /></a><span style="font-size: medium;"><strong>Ayer vino la muerte<br />
Por: <em>Mara Romero </em></strong></span><br />
<br />
<em>A las muertas de Juárez,<br />
y su voz silenciosa,<br />
que crece en el huerto de la angustia.</em><br />
<br />
Ayer vino la muerte,<br />
<br />
se llevó mis ojos,<br />
<br />
desprendió mis carnes<br />
<br />
como anguila quemando respiros;<br />
<br />
la hierba prendió su verdor,<br />
<br />
y fui clarividente de mi fin.<br />
<br />
Grito, mi lengua se pudre en silencio.<br />
<br />
Nadie escucha.<br />
<br />
Camino boca abajo,<br />
<br />
piel morena;<br />
<br />
camaleón ciego,<br />
<br />
manos buscando respuestas en el fango,<br />
<br />
que llega a mi barbilla,<br />
<br />
boca dócil, ciega,<br />
<br />
como murciélago condenado a luz,<br />
<br />
párpados apagados,<br />
<br />
cuerpo resintiendo podredumbres,<br />
<br />
entierro visto detrás de la ventana,<br />
<br />
destierro arañando la puerta<br />
<br />
golpe de mar, tumba,<br />
<br />
verdad no disipada…<br />
<br />
Un pelícano merodea mi cuello<br />
<br />
mientras estrecho la mano de una sombra<br />
<br />
que me parte el día.<br />
<br />
Plañideras desafinan;<br />
<br />
monaguillos aprietan mis manos,<br />
<br />
para dejar pizcas de fe entre sus palmas.<br />
<br />
<br />
<br />
Es el dolor de la predicción,<br />
<br />
indiferencia del mundo<br />
<br />
ante mi partida,<br />
<br />
que me hace esperar entre árboles que hablan<br />
<br />
una lengua inexistente.<br />
<br />
Mi corazón transparente<br />
<br />
respira vientos de tormenta,<br />
<br />
son los dioses del olimpo<br />
<br />
que desvelan su furia<br />
<br />
de olvido en el aire;<br />
<br />
lluvia homicida<br />
<br />
que lleva mis brazos remo<br />
<br />
en un río que ríe de inmenso.<br />
<br />
<br />
<br />
Mis ojos prendidos desprenden flechas<br />
<br />
de una figura apocalíptica<br />
<br />
que duerme a mi lado,<br />
<br />
me hace el amor en pesadillas<br />
<br />
y deja mi cama húmeda de resentimiento.<br />
<br />
<br />
<br />
Mi cuerpo gárgola,<br />
<br />
mira sin ojos el tiempo,<br />
<br />
come con recuerdos y deja marcas.<br />
<br />
<br />
<br />
Soy noticia que se convierte<br />
<br />
en arena, grito imaginario,<br />
<br />
apéndice que señala dolor,<br />
<br />
soy pendiente, deuda por pagar,<br />
<br />
pena desbalagada en ruinas:<br />
<br />
<br />
<br />
yo, incompleta,<br />
<br />
caminando en un campo<br />
<br />
que asusta de real. </div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-75102317489463201832010-03-14T03:15:00.003+00:002010-03-14T03:18:27.760+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LII<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKQ6zRv326DSuO-DcrrNUunPa6ZqnLXnuUHLpRe8yhbMz7Nivt69hWHurgbwZvZFkgIj5-JfDLxY-T0s7l0RZETwaZcPGpmXkvELa0LZJZNYgD6M1XB5rWijeGoXCteLhCAanf/s1600-h/edith.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" kt="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKQ6zRv326DSuO-DcrrNUunPa6ZqnLXnuUHLpRe8yhbMz7Nivt69hWHurgbwZvZFkgIj5-JfDLxY-T0s7l0RZETwaZcPGpmXkvELa0LZJZNYgD6M1XB5rWijeGoXCteLhCAanf/s320/edith.jpg" /></a></div><strong><span style="font-size: large;">Mundos Posibles</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: Edna Edith León</span></strong><br />
<div style="text-align: justify;">Transitamos por un mundo extasiado por imágenes, la pornografía de la información, en la exterioridad solitaria y voyeurista. Un simulacro de la vida del ideal anhelado que discurre sobre la apariencia. Al ser proclives a la teatralidad de la bonitura es posible desvanecer al otro, pues ignoramos o somos capaces de ser indiferentes a la realidad mismo de cada uno: cada uno de nosotros es otro . El otro soy yo: Historia, memoria, posible, futuro y presente. Si se desvanece el otro y lo que lo constituye, sus posibles y dimensiones, también el Yo, lo Uno, lo considerado “propio” se disipa, pues nos constituimos en la otredad... por la mirada. La mirada* y no el ver, que se realiza por razón de óptica, una función orgánica.</div><div style="text-align: justify;">Habría que comprender, ante todo y sobre todo, que el ser es un infinito. Somos mortales y, a su vez, diversos, múltiples; diferentes voces, sonidos y silencios; tragedia y felicidad; dolor y goce... Proyecto, horizonte... Si logramos asumir, en primera instancia, ese potencial humano, nos aproximaríamos al sentido de la belleza desde lo que es: un modo de ser que se realiza más allá del sentido de la vista; es constituida por lo trágico, lo que en nuestro día a día consideraríamos feo, repulsivo, indeseable, como la desventura, el dolor, etc. La contradicción es un elemento innegable del ser que discurre en el tiempo, transita entre las cosas, como la estética también un ser otro , un tiempo otro , una cosa otra .</div><div style="text-align: justify;">Al referir a la palabra “estética” es cierto que se habla de una disciplina académica; implica el goce estético y razón, no simplemente percepción o el sentido de la vista. Habría que recordar o saber que está estrechamente relacionada con la realidad humana. Desde su nacimiento está ligado a cómo viven los seres en su tiempo, sin reducirlo a una actitud práctica sino sentimiento y entendimiento, mismos elementos que comprenden una palabra tan recurrida en el cotidiano: Sensibilidad. Es decir, una intervención estética significa (o debería de significar) también “ética”, pues el arte efectúa la problemática del sujeto, es enigma y espejo del individuo y la sociedad.</div><div style="text-align: justify;">De este modo, se puede decir que se trata de la experiencia estética del hombre, una actitud que concierne a la experiencia en el mundo: Sensibilidad, entendimiento, contemplación, imaginación, razón, etc.; sin implicaciones personales que terminen por suplantar el sentido de las cosas. El contacto humano y la posibilidad misma del pensamiento son imprescindibles para la realización verdaderamente plena del ser humano y convertir la alteridad (el otro, lo otro) en nada más que un espectro por el deseo de la ilusión estética, es eludir la intervención ética.</div><div style="text-align: justify;">La actividad creadora, reflexiva, las artes, entre otros elementos, están en nuestra vida, muchas veces sin darnos cuenta. Pero están, y la experiencia depende de una actitud, no de una condición racial, social, de género, etcétera.</div><div style="text-align: justify;">Los modos de la realización de la experiencia estética son infinitos y los medios para aproximarnos a ésto son de diversa índole. Las artes o la cultura no siempre dependen de una gran inversión económica. Como redactora y editora de contenidos (noticiario), en un portal de difusión cultural , al recabar noticias diariamente sobre lo que acontece en la cultura y las artes, me he encontrado con diferentes opciones, eventos de diversos costos y también los gratuitos. De ese modo podemos hablar de una cultura ‘abierta', una puerta posible de cruzar con voluntad y actitud, entre otros factores prácticos.</div><div style="text-align: justify;">El recorrer el panorama cultural, realizar una recopilación y el exponer sucesos, no es simplemente hablar de información, sino de procesos que atañen a todos, que nos incumben, aun cuando se considere como algo lejano; sobre todo, es recolectar posibilidades. Alimento para la mente, la imaginación, dar pie a la reflexión, en el pleno sentido de la palabra, en una de sus acepciones o significados en el diccionario, en el área científica de la física dice lo siguiente: “acción y efecto de reflejar o reflejarse”. Por lo tanto, quien crea que no es útil, ni práctico, ni vital nutrirse de artes, creaciones o asumirse como creador, en su singular y diversos modo de ser, no alcanza a vislumbrar que todo eso ya es parte constitutiva del mundo. Esa “acción y efecto de reflejar o reflejarse” nos ofrece herramientas de vida, medios para recrearnos y recrear la existencia, lo existente, el mundo.</div><div style="text-align: justify;">"Cultura" es todo aquello que está; es el modo de ser de una sociedad; así que todos somos una parte de ese todo. Conformamos los posibles de este mundo, con nuestras acciones y lo que se sustrae a ellas, como el pensamiento, las ideas, entre otros, pero que se proyectan de un modo o de otro. Se conjuga la vida práctica y la estética. Lo lúdico, la sensibilidad, la imaginación, lo trágico... Las artes y vida cotidiana: Las artes que son síntesis de la realidad y la vida cotidiana que es una realidad con infinidad de posibles.</div><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">* “El ver se hace conforme con los objetos. El mirar lleva al sujeto adelante […] Al mirar, yo velo y (me) guardo: estoy en relación con el mundo, no con el objeto. Y es así como : en el ver, yo veo, por razón de óptica; en la mirada, soy puesto en juego. No puedo mirar sin que eso me mire, me incumba” [ Jean-Luc Nancy].</div><br />
<div style="text-align: justify;"><em>Mundos Posibles fue publicado, originalmente, en el portal Artes e Historia México, en la sección Especiales, el 30 de agosto de 2009. En Castillo de Ópalo lo presento con algunas modificaciones. Pocas pero con un lenguaje -más- libre.</em><br />
<br />
<strong>Edna León</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong>Historiadora del arte, crítica e investigadora. Su ejercicio intelectual y literario se inclina a la estética, la filosofía, la poesía y el cine, principalmente. Ha sido testigo de los affairs de su mirada con su cámara fotográfica. Ha participado como promotor cultural, con artistas, eventos y publicaciones. También ha incursionado como editora (web) y redactora en portales institucionales, académicos y de difusión cultural. Este último dio pie a otra aventura -ni fácil ni imposible-: su faceta de entrevistadora. Actualmente está a cargo de la planificación y edición de un nuevo proyecto de la misma índole. Escritora: Ensayos y poemas, principalmente. No esta a favor en la adjetivación del lenguaje como denso, sencillo o..., sino en la riqueza del mismo, en su alteridad. Asume que Es y aspira no solamente a informar y comunicar. Cree en la complicidad de lo poético con la razón, el conocimiento y la argumentación, o el discurrir ensayístico con puentes poéticos.</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><a href="http://ednaedithleon.blogspot.com/">Corazón de Ópalo</a></strong></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-17306929550533549252010-02-28T02:06:00.000+00:002010-02-28T02:06:20.016+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio LI<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxxPEPshu3GCYxRGGixPUIL6ivfeBElf6RyHwZbc64gb8zQq9kS9oPcC2S5B_fYXYsV4A0W9epeJyGGFRNAyjbDIwwkA5FCTCn9tSZImsHgy376OSraVnBh65PxLGU0Lr699OM/s1600-h/rose.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" kt="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxxPEPshu3GCYxRGGixPUIL6ivfeBElf6RyHwZbc64gb8zQq9kS9oPcC2S5B_fYXYsV4A0W9epeJyGGFRNAyjbDIwwkA5FCTCn9tSZImsHgy376OSraVnBh65PxLGU0Lr699OM/s320/rose.jpg" width="240" /></a></div><strong><span style="font-size: large;">Tu cuerpo en mis manos</span></strong><br />
<strong><em>Fragmento de novela</em></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: Rose Mary Espinosa</span></strong><br />
<div style="text-align: justify;">Afuera ha oscurecido. Es él. Acaba de llegar. No viene solo. Escucho las risas de una mujer. Sé lo que me espera. Por un momento me lleno de recuerdos, de recuerdos que antes de ser hechos habían sido visiones, que como visiones solía contárselas en aras de que me ayudase a idearles un escenario. </div><div style="text-align: justify;">Sólo espero que se trate de otra mujer. La persistencia me inquieta. No me gustaría atestiguar este juego de seducciones entre él y una sola mujer. Me lleva a creer que mi historia puede repetirse con alguien más. </div><div style="text-align: justify;">Nunca antes la había visto. Es joven y de cabellos largos. Al fin se desabriga de un modo predecible: sus senos grandes y firmes, sus piernas abiertas, su mano muy cerca de la entrepierna, sus ojos fijos. No sé si se trata de una modelo experimentada o de una mujer naturalmente seductora. Sólo sé que es de noche y que mi corazón late un poco más aprisa. </div><div style="text-align: justify;">Hasta hace unos minutos él estaba dedicado totalmente a reproducir el cuerpo, la postura y, especialmente, los grandes ojos oscuros de la mujer. Ahora le hace trazos invisibles en la piel, pasea los dedos por en- tre los pliegues sudorosos, los lleva a su boca y a la de ella. No puedo moverme. En otras circunstancias me habría marchado presa de la indignación, hubiera gritado o abofeteado a ambos o arrojado alguna de las pinturas contra la pared. Ahora no hago más que mirarlos. </div>Qué familiar parece serles el desnudo a todas estas mujeres. <br />
<div style="text-align: justify;">En cambio, yo nunca logré desinhibirme del todo. Es ahora cuando, a pesar de postrarme desnuda ante él, ni siquiera me mira. Tal vez pretende no verme; solía hacer eso. Sin embargo, a veces me basta verlo para que mis labios se colmen. Es como si mis manos, de tanto desearlo, lo adivinasen en la cuesta de mi talle. Una primera caricia en mi cintura, casi imperceptible, y luego un fuerte estrujón, como si moldeara mi cuerpo. </div><div style="text-align: justify;">Pero ahora está tocando a otra. Frota su cuello, su rostro, su pecho. ¿Quién es? Nunca soporté a las mujeres de su pasado, nunca aguanté imaginarlo enamorando a otras. Bastaba que hiciera algún comentario o que yo descubriera alguna pequeña evidencia que confirmara mis inválidas sospechas, para empezar a sentir un remolino gestándose con fuerza dentro de mí, amenazando con sobrepasar mi cuerpo, llevarme consigo y acabar por azotarnos contra las paredes o arrojarnos al vacío. </div><div style="text-align: justify;">Más de una vez quise saquearlo: robar sus recuerdos, sus vivencias, sus mujeres de cuerpos como esculpidos. </div>Le dije: <br />
—En mi boca caben todas. Dámelas. <br />
<div style="text-align: justify;">Le pedí que dedicara a mi cuerpo los minutos que le había tomado convencerlas, una a una, de posar para él, de aflojarles la hebilla y desabotonarlas. Supliqué por revolcarnos en los mismos restos de alfombra, aquella sucia y rasposa; por acostarnos en el mismo catre, mugriento y abollado; por golpear nuestros cuerpos contra el suelo. Quería imaginar su lengua en sus cuellos, sentir los tumbos, escuchar los gritos y el crujido incesante de la madera. </div><div style="text-align: justify;">Había tanta osadía en nuestras anécdotas, sobre todo en las que nos relatábamos por la noche. Yo disfrutaba con hacerle creer que antes de él había tenido muchos más amantes, que la prueba estaba en mi cuerpo. </div><div style="text-align: justify;">—Ha sido invadido por más de uno —intentaba, por todos los medios, decirle. </div>—El mío siempre ha sido honrado —acababa por confesarme, mirándome compasivamente. <br />
<div style="text-align: justify;">Aparentábamos ser resueltos, audaces, promiscuos y, apenas nos mirábamos, retrocedíamos. Creo que ambos teníamos miedo. Pero hoy ese amor no es más que eso: amor escrito, a-m-o-r deletreado, amor como estampa, porque sus manos están tocando a otra. Estoy mirándolos desde el tragaluz y a pesar de que mi corazón palpita un poco más aprisa, me pregunto: ¿cuántas veces quise esto? </div><div style="text-align: justify;">Cuánto anhelaba presenciar algo así: no ser más que un animal hambriento y devorar estos pasajes. No ser más que un par de ojos y saturarme de sus proezas, las más lascivas, las más hirientes. </div>Que ocurra, es tiempo ya.<br />
<br />
<strong><span style="font-size: large;">Rose Mary Espinosa</span> </strong><br />
<div style="text-align: justify;"><strong>Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Especializada en persuasión y análisis de comunicación política en la UIA, el Portland Community College (Estados Unidos) y la Universidad Complutense de Madrid. Alumna de la escuela de la Sociedad General de Escritores de México y becaria del programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes; la Fundación UNESCO-ASCHBERG (Francia) y The Writers Room-SOGEM-FONCA (Nueva York). Colaboradora de Letras Libres, GQ México, Chilango, Travesías, Gatopardo, Etcétera, Nexos, Confabulario y Origina, los diarios Reforma y El Financiero. Editora de la revista bbmundo y coeditara de dF por Travesías. Autora de los poemarios: Te vas a morir de amor y Una vez tu cuerpo. Conductora, columnista y reportera de radio y televisión en los canales 28 y 22, así como del Instituto Mexicano de la Radio. Profesora de comunicación política e internacional en la UIA y la Universidad Anáhuac.</strong></div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5EWGvvWY3_an0iiDexyGcDDdKJLgYUz2yNEY8uCRFaylWJB514QMSnn730qd4lX3sSmPVXzSuVW-NMStCSE_8SHWz0oD_HxAuzyzdgx5P8NKItDNNEDVCDIqzKRoJvF0yv49y/s1600-h/Rose+Mary.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" kt="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5EWGvvWY3_an0iiDexyGcDDdKJLgYUz2yNEY8uCRFaylWJB514QMSnn730qd4lX3sSmPVXzSuVW-NMStCSE_8SHWz0oD_HxAuzyzdgx5P8NKItDNNEDVCDIqzKRoJvF0yv49y/s320/Rose+Mary.jpg" /></a></div><strong>Reseña de Mi cuerpo en tus manos</strong><br />
<strong>Eve Gil</strong><br />
<div style="text-align: justify;">Me pregunto si los lectores mexicanos estarán preparados para Mi cuerpo en tus manos (Editorial Terracota, La escritura invisible, 2009), primera novela de Rosemary Espinosa, que, no se engañen, presenta no solo un producto perfectamente acabado en términos de calidad literaria, sino una de las novelas más desconcertantes de los últimos años; una novela que exige dejarse arrastrar por las emociones y clausurar cualquier ideología o juicio moral. No es, como la calificaría alguien de alma simple, una historia sobre violencia conyugal, es muchísimo más que eso: la reconstrucción poética de una patología que recibe mil apelativos psicosociales y sin embargo no tiene nombre. Y si me obligan a ser precisa y nombrarla a pesar de todo, la nombraría amor.</div><div style="text-align: justify;">Esta primera novela de Rosemary Espinosa, es una historia de amor. Amor verdadero: dos patologías llevadas al límite por sus respectivos deseosos: el poseído y el poseedor, términos empleados asimismo en el más amplio sentido del término –aquí todo es amplio, profundo, ancho, exacerbado-; el de trastocarse, como es el caso de la narradora, anunciado desde el título, en un objeto provisto de la capacidad para romperse en pedazos y reconstruirse una y otra vez, solo para volver a ser roto hasta convertirse en algo menos frágil: una gárgola, por ejemplo. Esta historia de pareja, narrada con una delicadeza y ternura que pudieran espantar, insisto, a las almas simples, me trajo a la memoria el argumento de una película que en su momento consideré incomparable y cuyo violento contenido amoroso atribuí en su momento a una cuestión cultural, me refiero a la japonesa El imperio de los sentidos, donde una pareja persigue incansablemente el placer, hasta que ella produce a él un último orgasmo que se prolongará hasta la muerte. Nadie- no yo, al menos- dudaría del gran amor de estos amantes…como tampoco dudo de que dicho sentimiento esté presente entre los amantes de Mi cuerpo en tus manos, no obstante el gran sufrimiento mutuamente infringido. </div><div style="text-align: justify;">El conflicto se desarrolla con un talante que oscila entre la novela gótica –la sensación de que quien narra es un fantasma capaz de introducirse en cualquier hueco y estar en todas partes-; el thriller policiaco y el suspense; tapizando la trayectoria de la narradora de huecos y silencios que resultan ser gritos; de pétalos de rosa que resultan manchas de sangre; sangre que fluye como las lágrimas, con idéntica frecuencia y por razones que van del gozo confundido con dolor, al dolor emocional de saberse atrapada en un círculo vicioso. Porque la narradora es consciente de la anomalía y sin embargo se regodea; se revuelca en ella como sobre una sábana elaborada con los diminutos fragmentos de una estatua destruida, que se incrustan vengativamente, amorosamente en la piel.</div><div style="text-align: justify;">Y si bien esta pareja vive inmersa en esta relación que a su vez alimenta el arte del escultor y el rencor de la artista frustrada condenada a ser musa, a su alrededor se mueven personajes tristemente habituados a la violencia, a fuerza de convivir con la prototípica música del placer confundido con dolor; de la alegría enfermiza de aquel que sufre y lo goza, aunque procurando no rozar si quiera las colindancias de esos cuerpos destruyéndose mutuamente. Y no es que los involuntarios testigos terminen por considerarlo “normal”, sino que intuyen en “ello” algo intocable, que precisamente por terrible es casi sagrado, innombrable tabú; lenguaje de dos que, señala la narradora, “(…) los dos comprendimos sin tener que hablar: la sangre, el dolor, la sorpresa, la calma; al menos en eso íbamos juntos (…)” (p. 200)</div><div style="text-align: justify;">Hago hincapié en la astucia –no sé de qué otra manera nombrarla- con que Rosemary aborda esta escabrosa historia de amor –quiero insistir en que es una historia de amor -; sacándole la vuelta al efectismo, a la violencia que reserva a los actos de los personajes, pero re-elabora poéticamente en el pensamiento de la narradora. El lenguaje, pues, es predominantemente poético, lo que no le impide ser ágil…porque eso sí, puedo garantizarle al lector, lectora que la lectura de Mi cuerpo en tus manos no les dejará un segundo para el resuello. </div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-11869951168849306642010-02-14T03:33:00.000+00:002010-02-14T03:33:15.545+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio L<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5K6ilL2_ebwuhOjVhlnF34TeF_O4AjSPiWbExWcmsTrYpkDChb3hjg_alqNNqdIbvgE2fnV-SnbDFCuCVGdLeWL3HJr7C6khT93Y_w4rt9KgzdJztkc2U8hyphenhyphenS2vCcG7r13BUv/s1600-h/DSCI0076.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5342571700703096530" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5K6ilL2_ebwuhOjVhlnF34TeF_O4AjSPiWbExWcmsTrYpkDChb3hjg_alqNNqdIbvgE2fnV-SnbDFCuCVGdLeWL3HJr7C6khT93Y_w4rt9KgzdJztkc2U8hyphenhyphenS2vCcG7r13BUv/s400/DSCI0076.JPG" style="cursor: hand; display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></a><strong><span style="font-size: large;">FRUGAL </span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: <em>Tere Morera</em></span></strong><br />
<div align="justify">Es tanto el calor, la piel reseca, puedo hasta escribir mi nombre en ella; si supiera cómo ó si supiera bien transcribir lo que aquí sucede….<br />
Evo, llamado así por el Evo Morales (creo) y por su madre Eva, vive en la sierra de cerros pelones, coloreados por los caprichos del clima, del día y la noche. Una cadena de riscos y montes áridos que no por eso son menos bellos que los verdes y fértiles. Como a cinco kilómetros de su casa, Evo solía refugiarse entre ellos cómo lo hiciera entre los senos de su madre, precisamente para encontrar el mismo remanso, se tiraba en el suelo casi desértico con un monte a cada lado, buscaba escuchar su voz como agua cayendo, un retumbo de corazón, una mano apaciguando sus dolores hambrientos porque todo lo que llegara a ella, prefería dárselo a él. No había agua entre esos enormes cerros amarillentos ,pero a Evo le seguían pareciendo de una belleza indiscutible; sobre todo aquel enorme que eslabonado con los otros seis se le figuraban las formas que debajo de las sábanas, insufriblemente remendadas, se revelaban cuando jugaban los seis hijos con su mamá a las adivinanzas: Cada quien se metía debajo haciendo alguna forma y los que quedaban afuera adivinaban…. ¿Cómo había sido capaz Eva, de tener siempre esa calidez de voz, la risa en su mirada y sobre todo esas ganas de seguir jugando?.<br />
Los cerros tenían la misma forma que él distinguió con la sábana sobre las cuatro rodillas juntas contando historias para espantar al dolor…. ¿Por qué siguieron contándolas si ya sabían que no daba resultados? Al final el hambre siempre regresaba, como acreedor insistente, como notificador de augurios, como una mera y sencilla necesidad que todos debemos de cubrir por antonomasia.<br />
Ya sólo quedaban tres y Eva estaba a medias con tres, como si no tuviera un pie, un brazo, estuviera ciega, la mitad de sí inutilizada, un vuelo de una sola ala.<br />
Evo, tenía la misma manía fútil de su madre: Pensar que ellos mismos serían suficiente para desafiar al hambre, como si bastara pensar en mil artilugios y engañar a su estómago con historias que no encontraran fin………mientras el dolor de un puño incrustado en las vísceras persistía. Esa mañana, Eva no quiso jugar, les dio unas cuantas hojas de coca para masticar, salió de su casucha de adobes con techos de barro y caña casi podrida, respiró profundo el aire denso de la única belleza espectacular que conoció: El Alto, atiborrado de diminutos campitos venciendo las hondas quebradas en pendientes de impenetrables accesos.<br />
Ya tenía quince días que Matías, su esposo, había bajado y tomado una ¨movilidad¨ (un autobús) para sumarse a las protestas, barricadas, bloqueos de caminos contra ese asunto de los hidrocarburos, que no entendía muy bien, pero sí era cierto que tenía que ver con la barriga timada de papas en sus hijos. Hacía quince días ya, que ni siquiera eso podían comer, no había manera de entrar ni de salir de la ciudad.<br />
Desde Alaj Pacha: El Alto, la tierra en el cielo de Bolivia, Eva contemplaba lo que se desplegaba a sus pies y volvía a inhalar con dificultad otra bocanada de aire como para que se metiese por todos los recovecos de sí misma y le confiriera una idea nueva para distraer a sus pequeños de la hinchazón, del escozor, del flagelo de vivir un día más reteniendo ese puño lo más adentro de su estómago, un día más sin tres de sus hijos arrebatados por el mismo puño inmisericorde.<br />
Ayer enterraron a Pablito, las cejas de Eva aún más oblicuas que ayer, sólo tenía seis meses de famélica existencia y tres días de diarrea bastaron para verlo sonreír por última vez cuando entró el Canelo, el cachorrillo.<br />
Allí parada, frente a la puerta enclenque, respiraba una y otra vez tan hondo, como si se estuviera alimentando del aire espeso para luego como águila, secretar alguna leche de buche y dársela a sus polluelos sobrevivientes, pero el aire no pasaba de la garganta, el parapeto de lágrimas contenidas obstruía el trayecto, no se colaba ni la milésima parte que le otorgara algún poder para quitarle a sus tres pequeños, además de las lagañas un poco de desesperanza y la continua interrogante: ¿Ya vamos a comer?...<br />
Al querer dar un paso su pie descalzo y cuarteado con suela adherida, tropieza con el Canelo, agoniza…Evo, está mirando a su madre desde aquel arbusto, la mira desplomarse por primera vez en nueve años de jugar con ella, está llorando; Eva está llorando, como si quisiera volverse al revés y despegar los retazos de tristeza arraigada; toma tiernamente al Canelo en sus brazos, lo mira como si fuera Pablito hace tres días, le acomoda su desguanzada cabeza que se cuelga una y otra vez, desabrocha su blusa y con la mayor meticulosidad y delicadeza coloca su lánguido seno en el hocico del Canelo. Eva está llorando, Eva está riendo, desquiciada porque unas cuantas gotas de leche se las ha tomado el cachorro…Evo, ante el solidario retablo de dolores, corre hacia ella; parece que ya no llora, solo ríe, Eva está riendo, con los ojos sobrepasados de amor, lo único que prevaleció exento del puño constrictor del hambre; acaricia al cachorro desmesuradamente. Evo quiere parar esto, se arrodilla junto a ella. Eva se esta deteniendo, Eva se detuvo: Ni risa, ni llanto, ni amor, ni solidaridad, ni hambre jamás volverán para Eva, ni para el Canelo…<br />
Te adjunto las formas requeridas por la Organización para que las llenes con letra de molde. Espero que esta historia te anime y te unas a esta iniciativa. Un abrazo hasta México. Tu primo Gabriel<br />
Este E mail es mi oportunidad para continuar sin distracciones hacia mi meta. En lo posible llevaré una especie de bitácora que empieza a partir de hoy: El camino emprendido hacia una nueva Daniela.<br />
- Cuento los días furiosamente como cuento los kilos, las calorías, los atracones, las culpas,los laxantes, las lágrimas….No pudo llegar en mejor momento, sólo me faltan siete, no estaría mal si llego a ocho o tal vez nueve, ¨ Ana ¨ estaría orgullosa de mi, ya no me castigaría y no me sentiría tan descuartizada por dentro. Apenas anoche estaba celebrando, haciendo con mi índice y mi pulgar una argolla que podía recorrer mi brazo de arriba abajo sin rozarlo, ni siquiera me importaba cuanto me dolía la garganta y la boca del estómago, ya estaba acostada, fue entonces donde caí de nuevo en las fauces de ese abismo negro y oscuro; como de cuerda, abrí todos los cajones y portezuelas que escondieran comida, mientras me atragantaba con tres galletas en mi boca, le lanzaba un puño de azúcar, al tiempo que vaciaba el vaso de un litro de malteada para remojarlas, chupando los caminitos que recorrían mis brazos, no bien iba pasando al esófago cuando una cucharada sopera de nieve entraba enfriando mi lengua que sin reconocer sabores continuaba en esa orgía sin paladar ,rematada por hot cakes que volvían a calentarla, unos cuantos mordiscos más al emparedado de mermelada y terminaba; no podía parar, como un tic, como una penitencia repetitiva, me limpiaba la comisura de los labios y la voracidad del adefesio gordo que habita en mi, engulló el racimo de servilletas, total, nada tiene sabor, a quién le importa, sólo me tengo a mí. Mis padres con su cantaleta, lo único que hacen es despertar a la cerda que gruñe todo el tiempo en mí, este primo con sus anécdotas de bomba de mocos, todos queriendo hacerme desistir. A veces no puedo más, ¡Pobre Ana! ¡Pobre Mía! ¡Mira lo que les he hecho! Estaba tan cerca de alcanzar el principado perfecto, no quería hacerlo pero toda falta tiene su infracción, no quería terminar aquí. Por tercera vez en el día estoy en este reclinatorio de loza blanca para expiar mis culpas, abrazada a mi estómago, oprimiéndolo con una mano y con la otra escarbando con los nudillos callosos mi campanilla…y ahí viene otra vez la ola pútrida de comida lijando todas las paredes para traerse consigo mis pecados… Vaciada ya, adolorida y extrañamente triste muy triste; siempre pienso que después de cada expiación (como yo le llamo) quedaré liberada, pero no, me siento peor y lo hago ad libitum para ver cuándo me sorprenderá esa sensación de perfección.<br />
-Mientras hacía spinning a la cuatro de la madrugada, anorexia y bulimia, mis queridas Ana Y Mía me enseñaron la luz que me encaminaría a los 38 kilos de realeza perfecta: Tomé la palabra de mi primo, pasado mañana parto a San Salvador, como colaboradora de buena voluntad, sólo que nadie sabe que en realidad el servicio me lo estoy haciendo a mí misma, qué mejor lugar para no comer, si no hay comida y la que hay es para repartirla. Estoy muy emocionada, ha de ser por eso que mi corazón se siente como batería estruendosa…Hasta mis padres están contentos, así también dejaré de escucharlos, siempre conminándome a comer, con eso que me obligaron ir a Houston, sólo para traernos un papelito –comprobante de tener la razón y ponérmelo en frente para que no se me olvide que tengo E.D (Eating disorder, ea-ting di-sor-der, eating disorder, eatingdisorderrrrrrrrr ¡Bah!)….<br />
-En el avión me he sentido algo mareada, me duele la garganta otra vez, pero todo eso lo supera este sentimiento de llegar a mi meta, ahora sí, nadie me puede parar; me cortaré el cabello llegando, al cabo que se está cayendo mucho, Ana se lo está llevando pero no me importa es una ofrenda más, junto con mis kilos. ¨ Nadie dijo que fuera fácil llegar a ser princesa ¨ es la leyenda que me tatué en el abdomen bajo, antes de partir. Ahí vienen otra vez como demonios tentadores, las azafatas con sus mugres carritos llenos de toxicidad, me ha pasado fugazmente la idea de tomar un panecillo, pero desisto rápidamente de él y le pido un café, esté es diurético te hace desechar más los líquidos que pesan. Debo comenzar con el pie derecho.<br />
-Ha pasado una semana, el trabajo es más duro de lo que pensaba, me siento muy débil, las manchas y el acné han brotado con más fuerza por el mismo E.D, en fin como digo yo: ¨ Para ser bellas tienes que ver estrellas ¨…. Tengo una tristeza desconocida, como un desconsuelo aquí en el pecho, como una franela de apego que voy arrastrando por donde voy.<br />
-Hoy conocí a Mireya también tiene diecisiete, es muy bella, las espinas ilíacas perfectamente visibles, se le pueden contar las costillas incluso las flotantes, los omóplatos se imponen en su espalda, recorrida por una hermosa cordillera de vértebras, sus pómulos regios dándole un porte de verdadera ¨ princesa ¨ pero ella parece no darse cuenta de lo que ha logrado a pesar suyo ( ¡le envidio! ).<br />
-Hoy salí de las oficinas del Centro, fue necesario que los acompañara al Antiguo Cuscatlán, Guaymango y Caluco, sólo había ido una vez y no me acuerdo mucho, ese día me habían regresado a las oficinas porque me desmayé ( ¡mucho sol! )…Me tomé tres cafés, para tener energía y no me pasara lo mismo, llegamos a Guaymango donde vive Mireya, después de varias horas de censo y captura de datos, nos hemos ido, en el microbus he sentido mis latidos muy tenues, preferí dormir, así no comeré hoy tampoco….<br />
-Hace once días que Mireya viene a platicar conmigo al Centro, los mismos once que tengo de no ingerir más que líquidos, no sé qué me está pasando tengo una tristeza diferente…. ¡Maldita Comida! ¡Cómo arruinas mi vida! He vuelto hacerlo, al irse Mireya me entró un desenfreno, le pedí prestado el coche a un compañero, fui al Auto Mac y sin ni siquiera salir del estacionamiento ,me zambullí en tres hamburguesas dobles, dos pasteles de manzana, un sundae, papas fritas, refrescos y nuevamente las servilletas, no puedo más, esto es una bestia que vive dentro de mí, quisiera meterme todo el puño hasta el codo y sacar con mis propias manos lo que me he tragado, desgraciadamente tengo que esperar que comiencen a trabajar los jugos gástricos para poder sacarlo todo, hago tiempo dando vueltas por callejuelas sucias y malolientes y en el mismo recipiente de cartón he vomitado hasta coronar con tres gotas de sangre , es lo debido, por portarme mal, por fallarle a Ana y a Mía….<br />
-Hoy no iré al Centro, es quincena, iba a ir con el grupo a repartir despensa, me ha gustado ir; últimamente hemos hablado del tema escabroso de la comida con Mireya, ella…no importa…Anoche lo hice varias veces, me está matando la garganta, aunque quisiera ir no puedo, ya no tengo fuerzas o ganas para seguir en esto y tampoco sé en qué quiero seguir o no. Mireya, ha hecho que yo….no estoy segura de querer dejarlo de hacer, sólo me faltan dos kilos y mira lo que he hecho, esto que vive dentro es un monstruo amorfo royéndolo todo.<br />
-Han pasado tres semanas desde que llegué aquí, no sé si será que ahora sí he logrado ver la verdadera expresión del hambre, estuve frente a ella por dos años y hasta ahora he descubierto su horripilante gesto, toda esta gente le huye y la espanta, mientras que yo la he retenido, abrazado y mimado; algo hizo click en esta espiral interminable….Hasta ahora pude ver sus ojos comiéndose el brillo de tantas miradas de hombres, mujeres y niños, comiéndome a mi, ¡ algo hizo click ¡ descubrir ese brillo perdido hasta el fondo del precipicio famélico de Mireya y su familia y sus vecinos y los vecinos de los vecinos y los de la periferia y los del centro y los del sur y norte y los de los precarios y se extiende como roña en la piel el desencanto estomacal de cincuenta y dos millones de seres en el área con el hambre en un hilo…..<br />
-A lo lejos y borrosas, veo pasar las luces fluorescentes sobre mí, entré por emergencias, me han estabilizado por fin, estoy junto a Mireya, ingresada hace dos horas, tenemos el mismo diagnóstico: anemia severa crónica, úlcera grastro-duodenal, piel y cabello quebradizo, descompensación por falta de potasio, desnutrición, mala absorción por intestino liso, arritmia, insuficiencia cardíaca, amenorrea, incremento de vello, acné tardío, déficit de hormonas tiroideas, desnutrición etc.<br />
Lo que no compartimos del horrible monstruo es mi psicosis, mi depresión viciosa, mis pensamientos circulares, mi distorsión de la realidad, la imposibilidad de no ver más allá de lo que yo creí era mi misión para conmigo misma. Mirándonos una a la otra, pidiéndonos ayuda sin poder emitir palabra, el hambre uniéndonos como súcubo libando nuestros huesos, derritiendo nuestros sueños, pegando más la piel al hueso, arrebatando nuestros hálitos, librando cada una esta batalla cruenta a muerte con ella…..<br />
Entre delirios, vigilia y dolor, aquellas a quienes conferí ese carácter de diosas: Ana, la nada y Mía, la voraz, ayudantes del mismo demonio. En mi sueños moribundos eran derrotadas por la solidaridad en gotas de Eva, la esperanza de Evo, la invitación de Gabriel y el enorme deseo incontrolable de vivir, sólo para constatar que un brillo como el de Mireya no se extinga….</div><br />
<br />
<div align="justify"><span style="font-size: x-small;"><strong>Tere Morera, Licenciada en Artes Escénicas de la Universidad Nacional de Costa Rica.<br />
Desde 1987 hasta 1995,trabajé como actriz en varios grupos independientes y en la Compañía Nacional de Teatro de Costa Rica. En 1993 y 1994 fui nominada como mejor actriz joven por el Ministerio de Cultura de Costa Rica. En esos mismos años trabajé en la producción del Festival Internacional de las Artes. Así como diversos trabajos de locución en documentales para la televisión.<br />
En 1995, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México me otorga una Beca de posgrado para que realice una investigación Sobre la dramatugia de Víctor Hugo Rascón Banda en el Centro de investigación teatral Rodolfo Usigli del Centro Nacional de las Artes.<br />
Escribía desde pequeña lo que yo misma denominé como ¨escritura compulsiva y egoísta¨ ya que nunca me atreví a mostrarlo a nadie. En 1991, al conocer a Víctor Hugo Rascón Banda(Q.D.E.P),nació una amistad que se mantendría a traves de los años. Precisamente fue él quien me conminó a continuar escribiendo y comenzar a compartirlo.<br />
Por circunstancias personales me quedo a vivir en México, hasta naturalizarme como ciudadana, sin nunca atreverme aún, a mostrar lo que escribía, más que a mi amigo Dramaturgo.<br />
Publicada en Autorneto.com y Rimemos.com bajo el seudónimo de Agua de Luna. Finalista del concurso A Puro Cuento de la página Argentina Mis escritos.com. con el cuento <em>Órganos Vitales</em>. Asimismo finalista Premio de relato corto <em>Mi ciudad desconocida</em> de Historiasmexicanas.com con el relato La Frontera.<br />
La prolongada enfermedad y la sentida muerte de Víctor Hugo Rascón, me hizo decidirme finalmente a compartir con muchas inseguridades pero con gusto lo que escribo,por esa misma razón envié un cuento a la escritora Evelina Gil, quien por su parte ha tenido a bien brindarme la oportunidad de ser publicada en su estupendo blog y de darme ánimo para probar en esta disciplina. </strong></span></div></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-1178981984377252392010-01-31T06:04:00.000+00:002010-01-31T06:04:30.931+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXIX<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1Fbjde7P0Ux5DHWYtYpKHAcgIHxU0vS9TEgol8WpVzxCrsKbPYIUo9y5H4Fbr0L7yove1i5SrBJ2qF1W0n61DwB2R6cheU3X-JJjQFUPQAl7idqSe9v8u5pH9cG2Il4OiQFBy/s1600-h/Rosy1.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5359829209662598146" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1Fbjde7P0Ux5DHWYtYpKHAcgIHxU0vS9TEgol8WpVzxCrsKbPYIUo9y5H4Fbr0L7yove1i5SrBJ2qF1W0n61DwB2R6cheU3X-JJjQFUPQAl7idqSe9v8u5pH9cG2Il4OiQFBy/s400/Rosy1.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 331px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 250px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">LA LUPITA</span></strong><br />
<div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: medium;">Por: Rosy Paláu</span></strong><br />
Me llamo Guadalupe y estoy aquí, levantada de la tumba, para que no sigan diciendo tantas mentiras, para que nadie crea esas historias de que si estaba loca, de que si andaba por las calles contando las bolitas del rosario por uno que me dejó vestida de matrimonio a las meras puertas de la iglesia. Si alguna locura me quieren achacar, es la de haber nacido ese día del eclipse en que todo se puso oscuro, como los ojos de aquellos que esperaban lo peor, esos ojos que más querían oír que ver, pegados a las paredes como los perros a las patas de los catres, deshilachándose en las sombras. A todo el espanto se le arrimó otro espanto, el de los gritos de mi madre que eran, dicen, un ventarrón que hacía temblar la lumbre de los braceros. La Dolores que salió corriendo a traer agua del patio , sólo abrió la boca para decir que por allá afuera, echaban chispas las estrellas queriéndose salir del cielo. Luego, yo lloré de hambre bajo el sol entero, enterito como los mangos y la guayabas que colgaban de los árboles llenos de trapos rojos.</div><div align="justify">Ese día a todos les agarró la urgencia de encontrarse en las banquetas y en medio del habladero descubrieron que las palabras también les servían para tirar el miedo.</div><div align="justify">Yo sólo recuerdo de aquel entonces, el olor de la leche hervida en las vasijas, los pasos apurados, el zumbido de las moscas metiéndose en la voz de las visitas que se mecían despacio en las poltronas de cuero, no se les fuera a caer el silencio que traían cargando. Yo las veía bajo el calor de los tejabanes, enrollándose las faldas para que les entrara el aire, las oía hablar del mundo como si el mundo les quedara muy cerquita, como si lo conocieran de hacía mucho , pero a mí, el mundo me sonaba muy lejos, algo que estaba detrás de esas nubes amarillas que por más que estiraba los ojos no me dejaban pasar con su red de alambres y de pájaros. De mi padre, guardo su figura achaparrada, azotando la puerta después de decir: “me tienen harto” y la tarde en que sin decirnos nada, nos miró de arriba para abajo y arrastrando una cola de perfume, se fue de la casa.</div><div align="justify">La casa siempre estuvo llena de mujeres prietas , mitoteras de querer lo que no les pertenecía. Les bastaba doblar la hoja de un tamal para armar un cuento. A mi me tenían envidia, se les veía de lejos, porque yo era blanca, porque a mí me consentían hasta por no hacer nada y sin que nadie se los pidiera, se dieron a la tarea de medirme el ocio.- Se va a tullir allí, queriendo sacarle una canción al cacarear de las gallinas, murmuraban. Mi madre las dejaba decir y luego a las seis cerraba la tienda, tejía mis trenzas, me hacía en la frente la señal de la cruz y nos íbamos a la misa para que no nos ensuciaran los pecados.</div><div align="justify">De eso si pueden hablar, lo otro son nada más inventos y aquí, junto a estas cruces de palo, sin adornos, sobre esta tumba reseca, yo, Guadalupe, les vengo a decir la verdad.</div><div align="justify">Fue allá por las fiestas de la virgen, entre papeles picados y banderitas, cuando lo vi por primera vez. Yo acababa de cumplir los 15 años y aquí, no quiero que piensen que soy creída, pero los espejos a mí nunca me dijeron mentiras, era bonita, alta, chapeteada y traía un vestido con listones de muchos colores y unos zapatos de tacón que se me enterraban a cada rato en la tierra recién llovida. Lo recuerdo como si fuera ahora. Si parece que hago tiempo, es sólo que ya casi no sé como explicarles lo que sentí cuando me tropecé con aquella mirada, verde como las luces de los cuetes que alumbraban la noche haciendo malabares. Les juro que fue como si trajera un río que se me desbarrancaba por dentro arrastrándome hacia él con todo y esos sueños que apurados me dibujaron un montón de cosas, hasta que encontré la voluntad para agarrarme de la orilla del juicio. No fuera a creer que yo era de esas que se daban como las frutas del monte que se podían comer sin dar un cinco. Mientras me aguantaba el desespero y me zangoloteaban los pensamientos, me sacó a bailar.</div><div align="justify">Nunca supo que le dije que no porque me daba miedo quedarme encajada en el puro medio de la danza y no quería ser la burla de todas esas viejas que se llevaban apuntándome los pasos. Todo eso sirvió para que al rato le costara trabajo sacarme una mirada que lo pudiera mirar.</div><div align="justify">Al atardecer, se detenía en su carro de vender frutas y entraba en el abarrote revisando el pan de las vitrinas, esculcando de reojo los rincones para ver si yo aparecía haciéndome la tonta nada más para avivarle el deseo. Luego, nos hicimos novios . Y es que hablaba tan bonito. Mira Lupe, me decía, la verdad debe estar siempre rellena de verdades, si no, no es verdadera, hay que coger por los cuernos al destino y ponérselo enfrente como te puse yo a ti. Si me dejas, me mato. Todo quedaba tan clarito, que después la voz se le desbarataba en una sonrisa que se le quedaba colgando como una hamaca en la cara.</div><div align="justify">Yo iba al templo y miraba a la virgen tan inmaculada, tan llena de gracia y luego volteaba a ver a Dios para decirle: Mira Diosito, si tú me lo diste, no me lo vayas a quitar. Te voy a traer rezos, flores, Tú mandas, te voy a velar la tristeza que te dan los hijos que se portan mal, ahí revolcándose en el pecado, que porque dicen que tú los dejaste de querer como me quieres a mí, desde allá arriba, desde tu bondad. Por eso te vengo a hacer plática, aunque yo no sepa hablar como lo hace el padre cuando nos pinta el paraíso, lleno de arroyos y de arbolitos, donde los días brillan como si les acabaran de poner la luz y no tiene nada de malo que Adán y Eva anden desnudos porque no los ha encontrado la desobediencia, el padre Manuel que luego endereza el micrófono , nos acomoda con la mirada para ponernos todos juntos y como si el mismo silencio que se lo llevó lo devolviera, nos abre con la voz las cortinas del infierno.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Yo entiendo que el amor no tiene mancha cuando es amor del bueno, cuando la carne y el espíritu andan agarrados de la mano y para donde va uno va el otro, por eso así andábamos nosotros, en uno solo, yendo y viniendo entre los olores de las macetas recién regadas y de la ropa secándose al sol. Aún siento sus frases caminando por mi oído, las olas de sus manos alegrándome los miedos, tirados en el colchón, escuchándonos la vida, hasta que los ruidos de la calle nos venían a juntar.</div><div align="justify">No voy a negar que aunque ya le pertenecía, no me gustaba contar los olanes del vestido de la boda, tampoco que a ratos me quería ir a vivir al monte, o a un cerro a dónde fuera con él , pero le había prometido a Dios que sin sus bendiciones no me iban a llevar a ninguna parte.</div><div align="justify">Andaba yo por los 16, cuando aquellas fiebres le llenaron el cuerpo de unas ronchas negras que parecían charcos de lodo hirviendo. Mi madre lo cuidó como a un hijo, a las medicinas del doctor les revolvía los remedios de esas yerbas que olían tan feo y eran como sus consejos, amargos pero quitaban el dolor. Una noche, después de muchas, me despertaron unos ruidos del otro mundo, unas palabras sin vocales que salían por el agujero de sus labios tiesos. Fue entonces cuando supe que la muerte me lo andaba acariciando. En medio de la oscuridad, me correteó el miedo y acabé en el patio, debajo de los mangos. Alcé los ojos calientes de tanto llorar para enfriarlos en las ramas de los árboles y ahí, como si de pronto me nacieran las fuerzas y hasta pudiera volar, juré con todo el amor que le tenía que si Dios le volvía a poner la vida, lo soltaba de la mía para siempre.</div><div align="justify">No me voy a alargar contándoles que me amaneció, que ya las sombras andaban trepadas en las bardas como pendientes de cuando me iba a ir, sólo les diré que no pasaron ni dos días y ya se le podían arrancar las costras y que al cuarto le volvió la gracia de vender naranjas.</div><div align="justify">Desde entonces traigo un dolor. Creí que me iba a costar trabajo quitármelo de encima de poco a poco, no se me fuera a matar de verdad, que tal vez a sus ruegos me arrepentiría del pedido pare echarme de nuevo a sus brazos, suplicándole al Señor con las rodillas peladas de subir las escaleras de la iglesia que por favor me perdonara, que ya le iría pagando con muchas penitencias. Quién hubiera pensado que lo iban a abrazar las ganas de voltear para otras mujeres.</div><div align="justify">Que si fui muy bruta, que si nadie sabe para quien trabaja, se transparentaban en las lástimas las carcajadas. Pero a mí nunca me salpicaron las amarguras, porque yo, Guadalupe, la más bonita, la más alta, la más chapeteada les iba a limpiar a todas el cochinero que traían por dentro.</div><div align="justify">Sí, tres veces me rogó y tres veces le dije que no. Luego me vestí de blanco, me colgué un rosario para contarlas una por una en las bolitas, para que no se me olvidaran nunca las miradas filosas de sus caras prietas y blanquearles con mis rezos las burlas y los odios.</div><div align="justify">Cuando atravesaba la plazuela, bajo el cielo caluroso y el aire que sonaba a cucharas revolviendo el hielo molido de los raspados, a mi me refrescaba el alivio de la mirada del Arcángel San Miguel, que nada más me divisaba desde su torre tan alta, abría con su espada las nubes rojas y amarillas para que pasaran los ángeles, revoloteando de gusto entre los globos y las palomas y me acompañaran hasta la casa del Señor. Apenas me paraba en la puerta y ya me estaban esperando los santos y las vírgenes ahí en sus nichos, detrás de las veladoras que alumbraban con sus llamitas tantas virtudes juntas. Nunca me cansé de mirarlos, escuchando las plegarias, olorosos a flores, con sus diademas doradas, tan lejos y tan cerca, como aquel mundo que yo sólo pude tocar con la imaginación.</div><div align="justify">Han pasado muchos años desde que vine a parar a este hoyo donde se junta la tierra con la tierra y las almas se sientan a esperar la repartición de los castigos. Unas lloran a otras les agarra el habladero como si ensayaran para luego distraer al ángel de la justicia; yo al que espero ver llegar es a él, envuelto en un montón de arrugas, mal comido y mal planchado, con la memoria gastada de pensar que todas los noches yo le iba a jalar las patas, aunque ganas no me faltaron, mejor le seguí guardando todas sus mentiras para aventárselas como un puño de lodo a la cara. Dice la Dolores que me vio nacer, que ya no tarda, que me aliste bonita para cuando venga a ponerme flores, pero yo sólo sueño con mirarlo de frente para que se le apague del susto la poca vida que le queda y así, descansar en paz.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><strong><span style="font-size: x-small;">Rosy Paláu. Nació en la ciudad de Culiacán, Sinaloa. México (1956) Es miembro fundador del grupo “La cabaña”, editor de la hoja literaria “Equus”, que se mantuvo en circulación por más de 10 años. Tiene publicados los libros de poesía: “Quizá el tiempo”, La cabaña editores 1985. “Territorio Indeciso” Universidad autónoma de Sinaloa 1990. “La clara sombra del silencio” Universidad de Guadalajara 1996. Estamos solos desde ayer. DIFOCUR-Ediciones sin nombre 2007. Y de cuentos: “La casa del arrayán”. El colegio de Sinaloa. 2005. Ha participado en diferentes antologías como: “Cuentos de viaje” Editorial Silva. Tarragona, España. 2003. “Concurso de cuento Carmen Baéz” Morelia, Michoacán. México. 2006. “Jirones de azul” Sevilla, España. 2006. “Voces hispano-hablantes en el mundo” Editorial Trazo literario. Buenos Aires. Argentina. 2007. “Relatos de viajes Yoknapatawpha”. Alcazarén, Valladolid. España 2007, 25 años del Premio Internacional de literatura “Efraín Huerta 2007, “A puro cuento” 2008. Lanús, Argentina. Y ganado los premios Nacionales de poesìa: “XV Juegos florales de San Juan del Río”. Querétaro. 1985, “Efraín Huerta”. Tampico, Tamaulipas. 1987, “Anita Pompa de Trujillo” Hermosillo, Sonora. 1993. Así como Internacionales: 2º lugar. “Latinoamericano de poesía Almafuerte” La Matanza, provincia de Buenos Aires, Argentina 2005. 2º lugar “Internacional de cuento audiolibros”. Buenos Aires, Argentina. 2005. 3º. Lugar “Internacional de poesía Gustave Flaubert” Buenos Aires. Argentina. 2007. 3º lugar “Relatos de viaje Yoknapatawpha”. Valladolid, España. 2007. 1er. Lugar en el Certamen internacional de poesía “Palabras diversas”. Madrid, España. 2008. Finalista del premio Internacional “Desiderio Macías Silva” convocado por la editorial Azafrán y Cinabrio. 2005. Finalista en el primer Certamen Internacional de Cuento Breve del Taller 05, España. 2005. Finalista en el 7º. Certamen de poesía Mis Escritos. Lanús, Argentina 2008. Finalista del VIII Certamen de narrativa Carmen Martín Gaite. Cádiz, España. 2008. Participó en la puesta en escena de uno de sus cuentos en el marco del 471 aniversario de la ciudad de Culiacán, con la dirección de Héctor Monge. Ha publicado en revistas nacionales e internacionales. </span></strong></div></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-92070124883689400832010-01-17T01:52:00.000+00:002010-01-17T01:52:17.623+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXVIII<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQDt-bO68lMmiErgVbNQvs87unVn1Jtr0OogH9q6JPAzPAoF1d5euRrp4BDgjPYd1Yjx9ib2mYb7HrICh-rkNgllQcEQQt7jqLdHihhvc3P-3jscC9l5ZyLT-qE4pCn-X2HnZ0/s1600-h/cris.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5364803757864620610" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQDt-bO68lMmiErgVbNQvs87unVn1Jtr0OogH9q6JPAzPAoF1d5euRrp4BDgjPYd1Yjx9ib2mYb7HrICh-rkNgllQcEQQt7jqLdHihhvc3P-3jscC9l5ZyLT-qE4pCn-X2HnZ0/s320/cris.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 240px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 320px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">Por: Cristina Rascón Castro</span></strong><br />
<div style="text-align: justify;">Marcela ya conoce a Mario. Ve su rostro cuando niña, una de las noches en que su padre intenta de nuevo estrangular a su madre, sonriendo medio minuto en dirección a la hija y odiando medio minuto a la masa entre sus manos, cual gallina para caldo. Ambas huyen con una sola maleta en la cual no entra el Cuapis, su pato de peluche naranja. Mientras caminan hacia la estación de camiones, tiene la certeza de que su padre las encontrará y de que esas dos sombras entre las que se mueve se convertirán en un abrazo de llanto y juramentos de amor del bueno para después internarse en el paisaje de su recámara principal. Entonces ve a un hombre rubio caminar por donde ellas, directo a su encuentro, un hombre diferente a todos los que ha visto antes: no trae botas. El hombre se sube a un auto, con cara triste, y el auto desaparece. Ese hombre rubio es Mario.<br />
</div><div align="justify">Ahora, frente a la hilera de coches que como hormigas o elefantes se huelen y arrastran uno detrás del otro, Marcela trata de respirar la tranquilidad que anhelara, el amor de Mario, a veces maravilloso y otras olla exprés de furia aprisionada. Así son ellos - dice su futura suegra -, pero siempre piden perdón. A Marcela no le interesa repetir la escena del Cuapis abandonado en la sala, con el pico metido bajo la mesa de la tele, atorado en una llantita que no pudo mover porque tele, video y grabadora sobre una mesa que a su vez funciona como librero es algo demasiado grande para que una niña de seis años pueda cambiar de ubicación espacial y liberar a su única mascota. No cabe en la maleta, dice su madre y la jalonea para que se ponga el suéter y salga al sereno de la madrugada. Afuera una anciana, maleta en mano, y un hombre rubio que desde cuatro llantas les mira y sigue de largo, subiendo su transporte despacio al pavimento y acelerando en cuanto el encuadre con la carretera es línea recta. Cada vez que huye con su madre le parece ver a la misma anciana caminando, atrás o adelante o hacia donde ellas. Ha de ser otra viejita, no puede ser la misma, dice su madre, quien nunca alcanza a ver al hombre rubio o a la anciana errante.<br />
</div><div align="justify">Ahora el hombre rubio es su prometido y tienen la misma edad. La fila de carros promete el Edén de precios baratos y salarios altos: América, como le llaman en su idioma. Mario es hijo de uno de los nietos de sus habitantes, de esos que hablan inglés y español mezclado y que por alguna extraña razón prefirieron quedarse de este lado, el de los atardeceres rojos y las carreteras llenas de baches. Pero a Mario le sigue gustando la tierra de los freeways. Allá sí era mundo, allá si había de todo, no como acá –su letanía. Obliga a Marcela a tramitar una visa y le ayuda en la parte de solvencia económica aventándose la transa común e inocente de decir y demostrar que uno tiene más de lo que tiene. Siempre funciona. Demostrar que tienes algo que es de otro sólo afectaría a ese otro, así que siendo Mario o su familia o sus amigos los propietarios, no hay problema. Ahora Marcela va por primera vez a cruzar la famosa línea por un fin de semana, totalmente legal, como mexican tourist, a ver si es tan bonito como dicen Mario y sus amigos.<br />
</div><div align="justify">De niña, cuando tiene miedo, ve el rostro del hombre rubio cerca del suyo ondulando como la luz de una vela y lo hace desaparecer con el primer soplo. Se enamora de ese hombre desde antes de conocerle y cuando el pasado año nuevo le presentan al Licenciado Mario Villanueva siente una emoción inexplicable, que ya viene desde antes. Ahora van juntos no a El Otro lado, sino a otro lado, hacia una vida que no se parecerá en nada a las vidas que ambos conocen. Mario es un hombre con educación, antropólogo y lector de poesía. Incluso le escribe unos versos donde cada palabra tiene polvos mágicos y le hacen temblar de pies a cabeza. Es un hombre consciente de sus defectos, así le señala, y juntos analizan por qué sus padres o sus hermanos o sus cuñados terminan peleando o insultándose, para después prometerse el no repetirlo, no, nunca jamás. Lo mejor de todo es que con él se da permiso de ser una niña y viceversa, no hay nada que temer, nada que ocultar. Como niños hablan, como niños juegan, se recorren a cosquillas y dicen las cosas más disparatadas para reír con lágrimas en los ojos. Sus amigas le tienen envidia, y eso que sólo saben que Mario es de la capital del estado y que, además, es werito y guapo.<br />
</div><div align="justify">El hombre de su vida saca de la guantera un papel periódico que abre como si desenlazara un regalo navideño. Como si estuviera en la mitad de uno de esos caminos polvosos fuera de la carretera, extiende un papel arroz y se dispone a fumar marihuana.<br />
</div><div align="justify">¡Estamos en pleno Estados Unidos, ya vamos llegando a la línea, está llena de policías!<br />
</div><div align="justify">No es una sorpresa que el hombre de su vida fume. Los hombres de su pueblo también fuman, cuando están solos, entre ellos. Pero sí es una sorpresa que, a sangre fría, frente a hombres uniformados de azul y hombres uniformados de verde, perros olfateando gasolina y neumáticos, cámaras de video y otros carros y más carros que no les permitirán huir bajo ninguna circunstancia, tome el papel arroz con una mano y el encendedor con la otra, dispuesto a llenar la atmósfera del interior de la cabina con humo claramente identificable. Marcela le arrebata el encendedor. Como si el papel periódico contuviera una bomba activada la toma con una mano y luego con otra y así sucesivamente hasta que por fin la avienta a sus pies y chilla un olvídalo yo me bajo, me largo en este momento.<br />
</div><div align="justify">Detalles. No todo en una relación puede ser perfecto – escucha en la voz de su madre. La necesidad por fumar a cada rato, que porque se calma, que porque así decrecen los arranques de rabia donde platos y libros, insultos y amenazas, portazos y después llanto. Lo insoportable es ese brillo en la mirada para Marcela conocido: el árbol. Cuando hacen el amor también platican del amor, de los miedos, las ilusiones. El árbol, le dice Marcela en una ocasión, es la mirada de su padre, llena de ramificaciones, de instantes de amor e instantes de odio. Ella desea tumbar ese árbol, hundir un hacha imaginaria en el tronco grueso y empujar. Escuchar bajo sus pies el tronido de las ramas de delirio. Caminar machacando su destino con el ímpetu de su propio paso… Pero nunca lo ha intentado. No conoce si tiene la fuerza necesaria.<br />
</div><div align="justify">¡No te vas a bajar! ¡Eres una histérica, estás loca! ¡Si sigues gritando nos van a cachar!<br />
</div><div align="justify">Pues sí me voy a bajar, debiste haberme dicho qué traes en el carro, ¿qué tal que viniera mi madre o nuestros hijos o que eres un narcotraficante y yo ni enterada? – grita más fuerte Marcela, con la mano en la manija de la puerta y escucha su voz frente a una mesa imposible de mover gritando que no es justo, no es justo, se lo hubieran dicho antes, así tendría tiempo de moverla, de quitar todos los libros uno por uno para poder empujarla – ¡Si yo ya lo supiera no estaría gritando como histérica! A lo mejor hasta estaría de acuerdo. Pero no lo estoy, ¡No estoy de acuerdo ni ahorita ni si me hubieras dicho antes! – dolida, además, porque él sabe perfectamente que en su pueblo las parejas que se respetan se hablan de usted, abre la puerta para bajarse y en ese momento el hombre de su vida lanza por la ventana la bola de papel periódico amarrada a los ojos de Marcela.<br />
</div><div align="justify">Todos los sonidos se evaporan y la bomba activada cae sobre el pavimento caliente rodando tan lento que Marcela se ahoga pues ha depositado en esa bola gris el ritmo de su respiración. Siente que las cámaras giran hacia la troca donde una pareja grita y cuya puerta garganta de lámina deja salir un bolo de papel periódico. Sorda a la barahúnda de la aduana, Marcela aplasta con los ojos el periódico que rueda cada vez más despacio hasta toparse con la bota de un soldado.<br />
</div><div align="justify">Cada vez las ramas son más breves, más quebradizas, hasta tornarse inasibles y su padre se convierte en un ser lleno de luz y lleno de oscuridad, titilando como las estrellas o las discotecas. Es impredecible y sufre por eso, les hiere por eso, y lo que son paréntesis de años o de meses se convierten en ira de varias semanas y paz de días, rencor de horas y tranquilidad a minutos, tres cuartos de segundo de antipatía y sonrisa de un cuarto de milímetro de nanosegundo, hasta que acaba encerrado y su madre medio muerta. Ella lo sabe, Mario lo sabe. Pero yo no soy como tu padre, dice tajante entre las sábanas.<br />
</div><div align="justify">Su hombre le toma la mandíbula y le tuerce la cabeza. Viéndola fijamente a los ojos susurra: veme a mí. Un segundo después hubiera sido inútil pues la mirada del soldado se hubiera cruzado con la de Marcela, llena de temor y de confidencias. Faltan tres coches para llegar. Cada uno tarda entre cinco y quince minutos, dependiendo de su grado de sospechosidad. Marcela reprime las ganas de llorar y ve por el espejo retrovisor cómo el soldado sin perro colega, toma la bola de periódico y la tira a un bote de basura a medio brazo de distancia, sin abrirla, sin olerla, probablemente agripado.<br />
</div><div align="justify">Una vez del otro lado, después de contestar yes, it´s me, tourist, shopping, good bye, cuando Mario detiene el coche para ir al baño, ella se baja y sin mirar atrás, se adentra a tierra americana, no precisamente a la de la América de quien está convencida es ya su ex-suegro. Mario grita algo inentendible y su voz se quiebra en llanto. Segundos más tarde se hincha y grita vete a la verga, pinche pendeja, no quiero volver a verte. Marcela apenas advierte cómo un agente aduanal le repasa las piernas, riéndose burlesco de un pleito más de pareja en la gate, mientras ella empuja la puerta de reja giratoria. Escucha los neumáticos de su novio enfilar hacia el norte y observa cómo sus pasos avanzan al sur.<br />
</div><div align="justify">Mario seguramente tardará al menos un día en regresar, no dejará de hacer sus compras para el próximo negocio con su hermano, algo de compra-venta de refacciones. Pero ahora ya desconfía de todo lo que alguna vez le hubiera dicho su novio, qué tal si no eran refacciones, si la compra-venta era de otra cosa... Marcela tiene el tiempo suficiente para llegar a casa, empacar y no volverlo a ver. Caminará hasta los autobuses y después mirará por la ventana lo que haya que dejar atrás. Mientras se deja llevar por los colores de un desierto que se le antoja recién pintado, le parece que los minutos se alargan y que sus pasos van cada vez más rápido. Observa a una anciana empacando fotografías, zapatos y un cambio de ropa. La voz de su madre dice no hay nadie más caminando a esa hora. Entre las fotos están las de su boda, que aún no sucede con Mario, las de un bebé reproducido en dieciséis perfiles diferentes y las del niño hecho hombre graduándose de licenciatura en administración de empresas. Las manos de la anciana son las manos de Marcela. Cuapis no se va a mover, se va a quedar ahí para siempre, dice su madre. Marcela sabe que el niño hecho hombre también tiene mirada de árbol, por eso la maleta, por eso los pasos viejos en la carretera. La anciana camina bajo un atardecer rojo, rosa y amarillo, un atardecer igual al suyo, suspendido en la tierra yerma. La ve aproximarse a lo lejos, de frente a sus pasos rápidos en minutos estirados. Avanza a su encuentro y siente como la vieja se le mete por la boca como una gripa o como un caballo.<br />
</div><div align="justify">Un auto frena a la izquierda: siempre no fui a las compras, perdóneme, estaba ofuscado. Marcela lo mira como dentro de un espejismo, los pies se desarticulan, la lengua se mueve inútil bajo una duna de arena. Se sube a la camioneta y dice no prendas el aire, me va a hacer daño, dame agua. Él no habla en todo el camino y en una gasolinera le compra una botella de agua purificada y un café con mucha crema, como a ella le gusta. Esa noche hacen el amor largo y acompasado, como si caminaran por valles, túneles y mesetas, por caminos de tierra y sin señales de tránsito, como si el tiempo se suspendiera en un solo atardecer, en una sola madrugada de la infancia. Lloran en un solo abrazo por quererse tanto y Marcela siente como en su vientre germina la próxima corteza. <br />
</div><br />
<div style="text-align: justify;"><strong>Errantes forma parte de libro Puede que un sahuaro seas tú, el cual obtuvo el Premio Regional de Literatura del Noroeste 2008 y será publicado en 2009 por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Cristina Rascón es autora de los libros Hanami (UABJO, 2006), Premio Latinoamericano de Cuento Benemérito de América 2005, El agua está helada (ISC, 2006), Premio Libro Sonorense 2005, Cuentráficos (ISC, 2006), así como del libro de divulgación Para entender la economía del arte (Nostra, 2009) y de la traducción de poesía japonesa Sin conocer el mundo (Plan C Editores, 2007). Ha recibido varios premios y becas literarias en México y el extranjero, siendo su obra traducida a varios idiomas y antologada en Austria, México, España, Estados Unidos, Perú y Canadá. </strong><br />
</div><div align="justify"><strong>Cristina Rascón ya tiene <a href="http://otratrenza.blogspot.com/2007/06/pasajes-como-venas.html"><em>Trenza</em></a></strong><br />
</div></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-67519363678070444362010-01-03T04:53:00.000+00:002010-01-03T04:53:15.675+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXIX<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm_nGbx0vbVBxC9leH_fdedeuImbZr6Gbk2JumUVmCymgRqOXAcSx6ZQB16BGmQZX9e9qX88E3cRbWcvyv-6lL-J3VzbCBDgPB0RqWdfyiLD4_00wWJB30YIvHRkmdQkPUWFgG/s1600-h/PatriciaWalaStark.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5323297735742489730" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm_nGbx0vbVBxC9leH_fdedeuImbZr6Gbk2JumUVmCymgRqOXAcSx6ZQB16BGmQZX9e9qX88E3cRbWcvyv-6lL-J3VzbCBDgPB0RqWdfyiLD4_00wWJB30YIvHRkmdQkPUWFgG/s400/PatriciaWalaStark.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">Poema de Patricia Rosas Lopategui</span></strong><br />
<br />
<div align="justify"><strong><span style="font-size: x-small;">Foto: Emiliano Reed</span></strong><br />
<br />
<em><span style="font-size: x-small;">Para Francisca Lopátegui Burdick, mi madre </span></em><br />
<br />
Aquí no hay cama para ti<br />
<br />
le dijo mi madre<br />
<br />
a mi padre.<br />
<br />
Volvía enfermo<br />
<br />
después de varios años de ausencia<br />
<br />
sin dinero<br />
<br />
con reclamos.<br />
<br />
Le exigía a la esposa<br />
<br />
guisos especiales<br />
<br />
por su delicado estado de salud<br />
<br />
mimos y cuidados.<br />
<br />
Después de todo<br />
<br />
había aprendido desde niño<br />
<br />
que el hombre existe<br />
<br />
tiene derechos<br />
<br />
la mujer fantasma<br />
<br />
sólo es dueña de obligaciones.<br />
<br />
Entonces, era natural que volviera<br />
<br />
pensando que ella<br />
<br />
la callada esposa le abriría la puerta<br />
<br />
de la que ya no era su casa,<br />
<br />
lo alimentaría y cuidaría<br />
<br />
como si todos los siglos de dolor acumulado<br />
<br />
pudieran esfumarse con unas lágrimas de cocodrilo<br />
<br />
derramadas por las mejillas de un hombre<br />
<br />
que volvía a utilizar el mismo truco.<br />
<br />
<br />
Pero mi madre ya no era la misma.<br />
<br />
No fue necesaria una diatriba de reclamos y venganzas.<br />
<br />
La esposa simplemente le dijo:<br />
<br />
Aquí no hay cama para ti.<br />
<br />
<br />
Diciembre, 2007<br />
<br />
<strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">Patricia Rosas Lopátegui nació en Tuxpan, Ver. (1954). Actualmente es profesora de literatura mexicana y latinoamericana en la Universidad de Nuevo México. Ha publicado la biografía de Elena Garro en tres volúmenes: Yo sólo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro (Ediciones Castillo, 1999); Testimonios sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada de Elena Garro (Ediciones Castillo, 2002) y El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica (Editorial Porrúa, 2005). Es compiladora y coordinadora del volumen, Yo quiero que haya mundo... Elena Garro 50 años de dramaturgia (Editorial Porrúa, 2008).</span></strong><br />
</div></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-65858055247953247182009-12-06T02:11:00.001+00:002009-12-07T00:32:57.421+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXVIII<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6vHdKrp4wXHGIkeCmF0rp-tKz3Jjxy4T56QfZTUkTqwu6GMvt8_HRkXMRSgE-kKQTaUah8b2z5Y9fpw7yY2kcCGhzEu1wh_1v2WrUcuHlTjvx-J-ylOxVd66SnRM_C0IQ77DS/s1600-h/liliana_pedroza_(3).JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" sr="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6vHdKrp4wXHGIkeCmF0rp-tKz3Jjxy4T56QfZTUkTqwu6GMvt8_HRkXMRSgE-kKQTaUah8b2z5Y9fpw7yY2kcCGhzEu1wh_1v2WrUcuHlTjvx-J-ylOxVd66SnRM_C0IQ77DS/s320/liliana_pedroza_(3).JPG" /></a><br />
</div><strong><span style="font-size: large;">Samalayuca</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: Liliana Pedroza</span></strong><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><em>Cuando la nostalgia marina, la nostalgia del principio oscuro nos llenen los pulmones, volveremos al mar imitando a los cetáceos. </em><br />
</div>Margo Glantz <br />
<br />
<div style="text-align: justify;">Aquel día, cuando llegó a su casa, Amalia aseguró haber visto doscientas once ballenas azules. Su madre la miró de reojo mientras ahuyentaba el sopor de la tarde con un trozo de cartón. Amalia se acercó a la ventana para confirmar lo que dijo. El calor hacía espejear en el horizonte el mar donde las había descubierto. Doscientas once ballenas, insistió, entre las dunas de arena caliente y los cactus, entre ese vapor que sale de la tierra cuando el ambiente abrasa con fuego y aprisiona. Doscientas once ballenas azules y, además, gaviotas sobrevolando el cielo; trazaban un círculo con la insistencia de hacer un orificio y que cayera el mar en el fondo del cosmos. Porque era mar lo que había y no esa triste resequedad de millones de granos diminutos de sal amontonados. Doscientas once ballenas y tres cangrejos rojos saliendo de la espuma para tomar un poco de sol, enterrarse en la arena antes de que una ola los arrastrara de nuevo, e intentar volver a salir en un juego interminable. Doscientas once ballenas y algunos caballos de mar. El coral dejándose ver entre el agua cristalina que pareciera tan próximo... Amalia guardó silencio, sus dedos hacían circunferencias sobre la tela de su vestido violeta de flores blancas y amarillas, seguía mirando por la ventana. Su hermana mayor se acercó tras ella, le retiró el cabello negro de la cara y lo recogió en el pabellón de su oreja, le acarició los brazos y luego la condujo a la mesa. Es que no ha comido, pensó la madre, es la falta de comida y el calor. Afuera, sólo podía verse el terreno árido y amarillo del desierto. <br />
</div><div style="text-align: justify;">Era el mes más caliente que había invadido a aquel pueblo. Los hombres más viejos apenas recordaban un verano como ése. La gente no salía por los caminos de tierra más que a hacer lo necesario o cuando el sol estaba por ocultarse. Los viajantes hablaban de espejismos que emergían de la carretera. Las personas del lugar los oían y los miraban partir, sabiendo que la canícula es un infierno con pequeños paraísos imaginarios. Por eso, cuando escucharon a Amalia, nadie le creyó. <br />
</div><br />
-Doscientas once ballenas azules, mamá... <br />
<br />
Pero tampoco supieron explicarse cuando al salir a buscarla luego de horas de ausencia, en la frontera entre el asfalto y el desierto, encontraron de ella sólo su ropa empapada de agua con sal.<br />
<br />
<div style="text-align: justify;"><strong><em>Liliana Pedroza</em>. Chihuahua, Chih. 1976. Narradora y ensayista. Es autora de Andamos huyendo, Elena (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2007), Vida en otra parte (Ficticia Editorial, 2009) y Aquello que nos resta (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2009).</strong><br />
</div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-10883474148355543682009-11-29T00:24:00.002+00:002009-11-29T00:24:42.818+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXVII<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5r3gqT5VV9A2VnNLgbFsBODY5iLlhcUDWGmAmqJvgnHjkYLeXmbwczA54GU43qa1PSXDUDarXdpoPgjV2BZw8zM8dd0NPdD_v35q0OVKVrCB6jT6ozAJKmyQxWWgZQX42q-0m/s1600-h/foto.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5349197798100044882" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5r3gqT5VV9A2VnNLgbFsBODY5iLlhcUDWGmAmqJvgnHjkYLeXmbwczA54GU43qa1PSXDUDarXdpoPgjV2BZw8zM8dd0NPdD_v35q0OVKVrCB6jT6ozAJKmyQxWWgZQX42q-0m/s320/foto.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 320px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 240px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">Yo no tengo editor</span></strong><br />
<div style="text-align: justify;"><strong><span style="font-size: medium;">Por: <em>Claudia Apablaza</em><br />
</span></strong>Yo no tengo editor. De todas formas hay que salir a buscar uno, ¿o no? Me pongo mi mejor tenida. Me perfumo. Esta noche si que encuentro a uno. Me pongo una camiseta ajustada, una falda hasta la rodillas, botas y unas panties rojas. Delineo mis labios y luego me aplico un rouge barato, que traje del persa Bio-Bio. Acá en Barcelona no debe ser demasiado difícil encontrar a un editor. Mal que mal muchos lo han encontrado y no han tenido que volver a repetir la frase: yo nunca encontré a un editor en Barcelona. Al contrario. Llegan a sus países latinoamericanos y dicen: yo ya tengo mi editor en Barcelona y miran de reojo, por sobre el hombro y ejecutan una sonrisita entrecortada, que los delata como perfectos sudacas.<br />
</div><div align="justify">Esta noche iré a buscar a mi editor. Pero antes me perfumaré. Pero antes de perfumarme, me doy un baño de espuma y me masturbo en la tina. Antes de eso me saco la ropa. Antes voy a la cocina y me preparo un plato de comida. Antes camino por Carrer de Gigna´s directo al supermercado a comprar la materia prima para mi plato de fideos con crema. Me detengo en un semáforo. Está en verde para los peatones. De todas formas miro para ambos lados. No viene ningún automóvil. Voy lentamente cruzando la acera y veo que se viene sobre mí un automóvil. Dobla en la esquina a toda velocidad. Me golpea, me arrastra, me tira lejos. Caigo. Pierdo la conciencia, pero antes, siento un sabor a saliva con sangre en la boca. Mucha saliva y nada más. Como un vómito de sangre que se devuelve, que me ahoga y me deja sin respirar. Pero antes de llegar a esa esquina, paso por fuera de la casa de Alejandro y recuerdo que hace unos meses me preguntó por qué no me buscaba a un buen amante antes de andar preocupada de encontrar a editores por la vida. Le dije que encontrar a un amante es algo simple. Siempre encuentras a uno, aunque sea de tu gusto o no, pero siempre lo encuentras. Es deplorable, cariño, es deplorable que siempre andes en busca de un editor, cariño. ¿Por qué no ye dedicas a buscar un hombre que te alimente?<br />
</div><div align="justify">Antes de pasar por la casa de Alejandro, me pregunto una y otra vez por qué no tocarle el timbre y decirle: ok, quiero que seas mi amante, ya no necesito editores en esta ciudad, sólo necesito un buen amante como tu y terminar teniendo un hijo tuyo y tal vez dos o tres o tal vez ninguno, pero quisiera tenerlo y vivir para siempre contigo. Pero antes camino por la plaza San Jaume y paso por la casa de Martina y le pido un consejo, le muestro mi situación actual. Le digo: Martina, querida, sucede que estoy entre buscarme un amante o un buen editor. Me dice de lo absurda que es mi problemática, que realmente no sabe porqué son situaciones incompatibles, que puedo tener ambas a la vez. Le digo que no puedo gastar mi energía en las dos cosas, que por eso debo ir a perfumarme, a ponerme mi mejor tenida y salir esta noche a los cafés de Barcelona a buscar al mejor editor. En los bares de Barcelona sólo encuentras a lolitos que han venido de sus países a echarse un buen polvo, sólo encontrarás a un amante o dos o tres si quieres, me dice. No lo creo, le digo, pero antes, apenas llego a su casa, ella me recibe con un abrazo y me dice que por qué traigo esa cara. Y le digo que luego le contaré. Pero antes paso por la casa de Manuel que vive en la Carrer de Avinyó y le toco el timbre, y me dice pasa, pasa cariño. Y me dice que me siente, que me verá el Tarot, que cierre los ojos, que me concentre, que piense en mí y que me hará una excelente tirada. Pero antes me da un beso en la boca y toca mis pechos y me desabotona la blusa y masajea mis pezones y luego con sus dientes me muerde con fuerza y me hace una pequeña herida que sangra, pero él la lame y me excito más y luego pasa su mano por mis piernas y me desnuda y me dice que vayamos a su dormitorio y nos echamos un polvo y me toca, está adentro mío, pero antes le digo que se ponga un preservativo con urgencia, pero antes lo desnudo y tengo exactamente seis orgasmos seguidos cuando me toca el clítoris, pero antes imagino que no tendré ninguno, pero antes él me había dicho que hace tiempo que no tenía sexo con alguien, pero antes yo le digo que necesito irme rápido, que tengo poco tiempo, que debo hacer muchas cosas. Pero antes de subir a su piso estoy en la calle caminando, pero antes estoy detenida en el umbral del edificio donde vivo esperando el autobús, pero antes estoy en el ascensor y un chino me habla en chino y le digo con señas que no le entiendo chino, pero antes estoy en el salón de mi casa conversando con mi madre por teléfono y me dice que por qué no la visito, y recuerdo el cuento de la A. Homes, que va a visitar a sus padres, y le digo que no puedo, que tengo que trabajar demasiado y pienso en que debo salir a buscar con un urgencia a un editor. Pero antes estuve revisando mi correo electrónico y aproveché de buscar mi nombre en el Google y me encontré con un blog en que se comentaba el primer libro que publiqué en Chile y luego del post del bloggero venían varios comentarios de anónimos y postié yo también anónimo, como siempre, pero antes estaba durmiendo sola en mi cama una siesta y soñaba con unos animales que querían comer mis vísceras, y antes soñaba con una mujer que venía a decirme que de todas formas moriría algún día, y antes de dormirme estaba leyendo un artículo que ahora no recuerdo de qué trataba y antes estuve unos días en París recorriendo como lo hacen los sudacas, sacando fotografías, visitando cementerios y tumbas y antes en Londres, en Roma y sacando más fotografías a lugares que aparecen en las guías turísticas y que dice: tómele fotografías a. Y antes estaba arriba de un avión, rumbo a Barcelona con más de trescientas personas todas aburridas del viaje. Antes estaba en el aeropuerto con mis padres y con Felipe, mi novio de Chile. Y antes en mi casa en el barrio de Ñuñoa, viviendo con mi hermana. Pero antes estaba en el bario Lastarria viviendo sola y estudiando, y escribiendo y trabajando, pero antes estaba en Rancagua, en casa de mis padres viviendo y asistiendo al colegio, y antes en un pequeño pueblo llamado San Francisco de Mostazal y no sabía que existían los editores ni las vísceras de perro. Un pueblo en que las calles son todas de tierra y no hay pavimento y solo viven unas diez mil personas y asistía todas las tardes al colegio, pero antes iba por las mañanas al río que quedaba cerca de mi casa a sacar sapos y a meterlos en un frasco y a tirarlos por el patio de mi casa y a jugar con ellos todas las mañanas, pero antes estaba durmiendo en la cama de mis padres porque ellos ya se habían ido a trabajar y a mí me gustaba acostarme en la cama de ellos y sentir ese olor a padres que han dormido en una cama y luego se levantan y dejan un olor a padres que se han levantado, y antes estaba durmiendo en mi cama sola, y soñaba con una mujer que venía a buscarme y me golpeaba la ventana y me decía: huyamos de aquí al país de las maravillas, pero antes no recordaba los sueños o no sé si soñaba, aunque sí balbuceaba palabras, como sílabas, que decían cosas mínimas como papá, mamá, caca, pata, pero antes no balbuceaba cosas mínimas, sólo emitía unos quejidos y llantos para que me dieran comida, pero antes nos sé lo que emitía, sólo recuerdo un líquido alrededor que me alimentaba y me chupaba los dedos y estaba todo oscuro y mojado y una cordón tirante entre yo y mi madre, y antes una sola sensación de estar tragando mucha saliva, como después, como ahora, que es lo mismo, que trago saliva y sangre, y digo papá, mamá, y ya no emito más sílabas, sólo balbuceos y sigo tragando y vomitando mucha sangre y saliva.<br />
</div><br />
<strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">Claudia Apablaza [chile, 20 de octubre de 1978] escritora chilena. estudió psicología y literatura en la universidad de chile y escritura creativa en la universidad autónoma de barcelona. ha publicado el libro de relatos </span></strong><a href="http://www.lom.cl/catalogo/productos.asp?lista_autor=1&autor=2314&portal=1&detallado=1" target="_blank"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">autoformato</span></strong></a><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;"> (lom ediciones, 2006), la novela diario de las especies (</span></strong><a href="http://www.jus.com.mx/" target="_blank"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">jus ediciones</span></strong></a><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">, méxico; </span></strong><a href="http://www.lanzallamas.com/" target="_blank"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">lanzallamas</span></strong></a><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;"> , chile, 2008; pronta a publicarse en españa por el baile del sol) y el fanzine s(s) y la no historia (</span></strong><a href="http://lapicadoradepapel.blogspot.com/" target="_blank"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">la picadora de papel</span></strong></a><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">, 2008). actualmente cursa estudios de postgrado en la universidad autónoma de barcelona, es profesora del </span></strong><a href="http://www.laboratoriodeescritura.com/" target="_blank"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">laboratorio de escritura</span></strong></a><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;"> y editora de </span></strong><a href="http://www.cuartopropio.cl/" target="_blank"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">editorial cuarto propio</span></strong></a><br />
</div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-51049144989815580052009-11-22T17:29:00.000+00:002009-11-22T17:29:56.725+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXVII<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwSoEr4vHKxSfCsEd3vrgy8lz1Sas9iM2sNbqmYg5Nw4S0J7UcvaWkI_jxoU-RM_JO7kzFtTcQD8rG7KMYJu8Ku4nqyWYd8DC9JrNjer30No3tMMWhYA9Q80D4Ku58ktQSf183/s1600/Aleyda+Rojo.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwSoEr4vHKxSfCsEd3vrgy8lz1Sas9iM2sNbqmYg5Nw4S0J7UcvaWkI_jxoU-RM_JO7kzFtTcQD8rG7KMYJu8Ku4nqyWYd8DC9JrNjer30No3tMMWhYA9Q80D4Ku58ktQSf183/s320/Aleyda+Rojo.JPG" yr="true" /></a><br />
</div><span style="font-size: large;"><strong>Tú, el chino y mi marido</strong></span> <span style="font-size: large;"><strong>Por: <em>Aleyda Rojo</em> </strong></span><br />
<br />
Quería ser escritora y conquistar un chino como él.<br />
<div style="text-align: justify;">Mi modelo era Marguerite Duras y su novela “El amante”. Después de la película homónima de Jean-Jacques Annaud: escritora, obra literaria y film, se volvieron mi obsesión. Cada vez, mientras cruzaba el canal de navegación entre Portofino e Isla Negra, yo quería ser aquella niña de quince, envejecida a fuerza de miseria: me sentía en el Mekong, pero sin ti, Lucio, y sin el guapísimo chino. Todavía no existía el tercero.<br />
</div><div style="text-align: justify;">El tercero llegó cuando menos lo esperaba, porque mi especialidad son las sorpresas repetidas. Me casé con él y tuve una hija para solapar mi enfermedad. Hasta donde me fue posible fingí ser una mujer normal, es decir, una mujer responsable, enamorada, serena. Tenía amigas, llevaba a la niña a las piñatas, compraba cremas antiarrugas. Más común no se podía pedir. Sólo yo sabía del virus. Y me lo guardaba muy bien, no se lo contaba a nadie: era mi fortaleza. Ahora te lo cuento porque ya no tiene remedio: Él se fue, el otro no aguantó y aquel jamás se hizo tangible. <br />
</div><div style="text-align: justify;">En secreto escribía relatos de amores frustrados, que me llenaban de felicidad cuanto más alto era el nivel de fracaso de los personajes, porque me acercaban a él, Tony Leung, y a ti, Lucio, por ser, después de tantas fantasías, quien más se asemejaba al modelo de la película. Creí encontrar en ti un antídoto para disminuir mis ansias. <br />
</div><div style="text-align: justify;">Te marcaba al celular después de hacer el amor con mi marido. Me entraban ganas de saber de él, de ti. Te llamaba imperiosa y él, habitado por ti, respondía incrédulo de mi voz: no atinabas por qué lo hacía, pensabas que era un pasatiempo mío. ¿Qué se preguntaría el chino después de dejarla en la casa estudiantil de Cholen, donde era rechazada por ser diferente? Me pregunto ahora, ¿pensarías de mí lo que piensan todos?: ésta loca no tiene otra actividad interesante y se la pasa marcándole a la gente ocupada. ¿Ocupada? ¿Cómo pueden asegurar que están ocupados cuando mantienen sus manos activas y la mente dispersa? A ver, respóndeme, y que me responda él, si se atreve, porque yo sé que nunca trabajó. Por algo era tan guapo.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Mi esencia me ayuda a buscar miles de razones para canalizar mis planes. Puedo engañar a quien me proponga. A mi marido le he mentido tantas veces como he deseado; pero la verdad es ésta: desde aquella mañana fría en que tropezamos frente a la oficina de Sueños Programados, no dejé de pensar en él. Aunque he imaginado abrirlo en canal como a los animales en el matadero, no puedo negar que adoro a mi esposo: vivir su cuerpo es un ritual del que nunca me hartaré: yo no voy en busca de lo que no tengo: porque lo tengo voy, tan sólo por el gusto de la variedad; pero he aquí el inconveniente: tropecé contigo y te reconocí, como te reconoció Ella en el tránsito por el Mekong. ¿La recuerdas? Vestida de viejo: el sombrero masculino, el vestido gastado, las zapatillas con lentejuelas bordadas. En él, todo relucía: el traje clarísimo, la mirada, la piel, ah, Dios mío, aquella piel. Yo te he visto antes, no sé dónde, por favor dímelo. Estudiamos en la misma facultad, Ciencias del Azoro. Tú ibas por la licenciatura en Sorpresas Repetidas; yo por la de Biología de la Suerte. No recuerdo tu nombre. Lucio. Tú te llamas Paloma.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Un regusto ingresó en mi cuerpo: y se lo dije con la mirada: nunca te olvidaré, es increíble que no te recordara; tú respondiste con la sonrisa media de los serenos: Déjame robarte, hoy nací ladrón. Pero mi prisa por llegar a todas partes, puntual y avasallante, me hizo despedirme: Buscaré tu teléfono en el directorio. Es más fácil si te dejo mi tarjeta. Sentí miedo. Miedo de perderte tan pronto, como se perdió Ella en aquel barrio ruidoso, donde le pidió: “Hazme el amor como si fuera una de aquellas mujeres a las que les pagas” y seguí por la calle donde conducías, casi a la misma altura de tu auto, para presentirte, pero el miedo aumentó y me refugié en una tienda departamental, mientras me serenaba. Ella no se tranquilizó: se abandonó al hermoso y fueron una fiesta de close up, tomados con ojo lujurioso y amante de frases cortas. Seguí en la tienda sin poder controlarme. ¿Cómo pude olvidar un nombre como el tuyo, Lucio? Y caí enferma: pensé en él cada día con la sensación de poseerte y no poder olvidarlo. Es el amor de mi vida. Si tuviera cinco maridos, a él lo amaría más que a ninguno. Antes de encontrarme con él, le pediría que me escribiera una carta donde me contara con lujo de detalles todo lo que me haría pasar. Tendría que llegar a la cita con tres regalos: una tanga roja, una caja de chocolates y una botella de vino tinto. Nunca quise a nadie como a ti. Y mira, soy diestra en el arte desde la niñez: al primero que se los puse fue a mi propio padre: por algunas etapas creí querer a mi padrino más que a él.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Contigo tardé diez años en saberlo y cinco minutos en confirmarlo. Pero qué remedio me quedaba. Seguí jodiendo con mi marido como el primer día: tragándome a mordiscones su cuerpo helénico; y en cuanto se iba al trabajo, corría a marcarte, con una carga de culpa encima: una culpa ligerita, ligerita, tampoco me pienses una depresiva amargosa. Sé de mis desvíos y los acepto. ¿Fuiste a cazar mariposas? Sí, ¿quién habla? Paloma...<br />
</div><div style="text-align: justify;">La conversación continuaba con preguntas y respuestas, como suelen hacerlo quienes desean saberlo todo y no hallan el modo. Así lo supe. Compartíamos el vicio de “El amante” de Jean-Jacques Annaud. Yo la había visto unas veinte veces, sin contar las retransmisiones mentales. Cada nueva visita a la vídeo y después al DVD, me repetía: No lloraré, es imposible: la misma película me arranca lágrimas con la misma escena. Pero lloraba, te conté después en un café y él escuchaba con la misma tranquilidad de Tony Leung, el chino perfecto del quien nos enamoramos Jane March, la Duras y yo. Se miraba tan sereno que no me atreví a mencionar la tanga, los chocolates y el vino y lo dejé hablar sobre Ella.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Le gustaba el trasero de Jane March y yo, ¡ay!, moría por pedirle que me besara el mío, pero en cambio le conté que no podía respirar cuando aparecía el chino a cuadro. Habíamos nacido una para los tres. Me sentía completa con ése número. Tus ojos me lo gritaron aquella mañana. Yo te lo repetía miles de veces en mensajes telepáticos que nunca se hicieron efectivos, porque nunca llegó el acuse de recibo.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Mi condición de esposa y madre me obligaba a realizar actividades cansinas. Asistía a reuniones para rediseñar vidas, cocinaba sorpresas, llevaba a la niña a clases de danza y volvía a casa para escribir las tres horas libres de la tarde. Lo disfrutaba tanto como si fuera a encontrarme contigo, con él, con el otro. Y me veía recostada, desnuda, frente a la tristeza del chino que le pregunta si le ama y Ella, cruel porque ignora que él será eterno, le responde que no lo ama, que fue hasta allí por su dinero puerco. Yo también quiero el dinero, Lucio, perdóname pero soy mujer y me gusta el amor constante y sonante que me ofrece mi marido. A Ella no le quedaba de otra, su familia se perdía en la pobreza. La mamá: maestra rural, viuda, amargada, también se atrevió a preguntarle si lo amaba y Ella, otra vez la muy tirana, negó quererlo. Yo no sé si te negaría, Lucio. No lo sé, perdóname, no me preguntes ahora si le diría a mi marido que me acosté contigo unas mil veces imaginarias, que son peores que las reales, porque calan más hondo. Ahora lo pienso: me hubiera gustado encararlo y decirle sí, le amaba. Le amo, porque la película me lo recuerda tal cual. Mira al chino, míralo: es idéntico a Lucio, pero sin la piel satinada, ni el auto de lujo, ni el chofer discreto, ni Ella en el asiento trasero. Pero lo amo. Sobre todo cuando pienso: nunca llorará por mí, ni me dirá: “Yo no puedo amar a una mujer que no me quiere”. Me destrozo por dentro, me practico un harakiri; me abro las venas con las mismas galletas que me servirán para la costra del pay, pero me voy con el chino, porque es lo único que me queda en esta riqueza mísera que me ofreces. Ay, Lucio, ¿por qué no nací valiente y me fui contigo esa mañana de enero cuando te encontré? ¿Importaba que fuera la primera vez en diez años que nos veíamos de nuevo? ¡Es que no puedo creer lo cobarde que soy! Te dejé ir, Lucio, lo dejé a él en el muelle, llorándola porque regresaba a Francia con la madre amargada y el hermano menor, porque el mayor ya se había anticipado. Lo dejé en el auto de lujo, llorándola por aquellas tardes cuando se amaron, hasta su matrimonio con una china rica. Y no me lo creo, Lucio, no me lo creo porque yo también te lloré a mi manera: las escritoras lloramos por dentro, con letras, a los amantes ausentes. Hace tiempo, en una reunión de amigos, alguien preguntó si yo sería capaz de ponerle los cuernos a mi esposo, porque es vox populi la naturaleza enamoradiza de los escritores; y escrutada por la mirada de él respondí con una mentira híbrida: ¿Para qué quiero ponérselos con hombres si ya se los puse con tantos sueños? ¿Y no es cierto, dime, que las mujeres avanzamos a ciegas por el camino del erotismo y conducidas por las parejas llegamos hasta donde ustedes quieren? No me digas que a tu mujer le explicaste toda la ortografía amorosa. La cantidad de conocimientos acumulados por una hembra no depende directamente del macho, no: depende de la clase de amigas que una tenga. O de las enemigas, porque a veces nos mandan tan buena información que una quisiera besarlas. Es sublime, Lucio, todavía, aún con la telefonía celular y los encantos del internet, el medio de comunicación más importante es la lengua femenina. Por eso, ALERTA HOMBRES: no dejen nunca una lengua de mujer suelta: maniátenla a punta de garrotazos. ¿Piensas que pienso como hombre? Sí, en realidad soy muy macha. Por eso me gusta tener de a tres. <br />
</div><div style="text-align: justify;">Los hombres reales, Lucio, se acuestan con todas, pero al momento de elegir compañía estable buscan a una que no se haya acostado con otro y si lo hizo, prefieren no saberlo. Con el chino no funcionó así: él tomó a la niña como se toman las putas, le pagó y le pegó una vez y Ella agradeció el trato porque lo sabía: aquella etapa era de enseñanza. A las mujeres, mientras dura el cortejo nos gusta el trato de beatas, pero, una vez iniciado el amor, nos encanta imaginarnos las más guarras del mundo. El amante chino lo sabía y sufría por ello. Entendía: Ella iría por la vida sin él, pero ligada a él porque uno lleva en la mirada cada una de las miradas de los amantes acumulados y a cada estreno le contamos una misma versión de los hechos, con matices renovados que nos hacen felices. Un día, cuando pasé por mi hija a la escuela, me comentó al subirse al auto: Ay, mami, estoy enamorada, y yo: Pobre criatura, ¿tan pronto llegaste al mundo adulto? Y enseguida me vino aquella escena tan dura donde el chino invita a cenar a toda la familia. ¡Vaya vergüenza, cuando Ella baila con el hermano, mientras él es despreciado! ¡Cuanta humillación sintió mi amor! Y la madre, qué necia fue con Ella, la única hija, el único ser importante que parió y menospreció, porque las madres así son: tienen veinte hijos para querer a uno por encima del resto y las escritoras, tampoco lo entiendo, nunca son las favoritas de mami, ¿será que nosotras cortamos antes el cordón umbilical para conectarnos con otro más potente, el de las palabras? A ver, explícamelo tú, y que me lo explique él, mientras le cubre la espalda con su saco beige, cuando Ella le cuenta del fraude que fueron objeto al comprar unos terrenos inútiles. Yo también he sido timada: alguna vez compré unas tierras salitrosas con la esperanza de retirarme ahí a escribir cuando renunciara a una vida común, a una hija común y a un marido extraordinario que se negaba a aceptar la locura de su mujer, con tal de que nadie lo juzgara de necio. ¿Te revelo un misterio? Los hombres que se casan con mujeres escritoras pierden su tiempo: irán por la vida navegando a contracorriente. Ellas nunca les pertenecerán enteras y mientras les hablen de grandes inversiones, en sus mentes cruzarán chinos ideales que fuman nerviosos en una travesía por el Mekong, y de inmediato recordarán a otros chinos más cercanos y ausentes que se encuentran cada diez años en una esquina de la ciudad; y mientras éstos continúan ganado dinero hipotético, para hacerlas volver a la realidad, aquellos les gritarán con sus pequeños ojos rasgados que ellas son las mujeres de sus vidas, porque las vidas se repiten en el cine, en la literatura y en la realidad con la misma obsesión de encuadres. Y ahí estaba yo mirándolo, mientras le hablaba de temas rápidos que oscurecieran el primer plano de mi deseo porque me daba vergüenza reconocer para mí las ganas de todo lo concerniente con aquella mirada. Jean-Jacques Annaud tramposo voyeur tradujo a la Duras para gozar de aquellos cuerpos ideales, donde uno no sabe qué trasero preferir: si el del suculento chino o el de Ella; pero tú y yo sabemos: si de traseros se trata es mejor no poner límites: cada uno aporte el pedazo de carne necesario. Cada uno se mueva a su propio ritmo, como se movían los dos la primera vez. Siempre en la primera fallan las cosas, Lucio, los cuerpos no se entienden, les falta la magia de la repetición que una encuentra en la cama doméstica; pero a ellos le salió perfecto y ni Annaud se quejó porque la cámara estuvo golosa a la piel, a los roces, a los tremendos cruces de humores y ansias. Y tampoco las ansias son las mismas, no sé si estarán de acuerdo tú, el chino y mi marido, en que las mujeres ocupamos mucha atención, ocupamos de unos ojos atentos que sigan nuestra respiración: si ya mero llega o se tardará unos minutos más; hacer uso de las mañas, marañas y musarañas para llevarla primero a Ella, después a mí y al final a los tres a un gran allegro estruendoso y vivaracho, por todo lo grande la cama, el piso, el suelo y el subsuelo, porque ellos lo intentaron en los escalones de la puerta, tantas eran las ganas: no llegaron ni al colchón y ahí merito, arrastrados los dos, apresurados los tres la dejaron ir directo al corazón de la vida. Ahhhh, que rico helado me estoy comiendo, mientras pienso en cada caricia formulada con la lengua: el helado se derrite, el chino se desintegra y tú sólo das luces de tu curiosidad no por mí, sino por marido, qué hace, qué le gusta, cuánto gana y yo tan ingenua acariciándote la barriga, pensando que lo haces por celos, sí por celos el chino la trató mal aquella noche, celos por el hermano menor de quien Ella estaba enamorada. Nunca tuvo celos de él y estuvo muy serena el día de su boda con la china millonaria. Jean March los observaba como se observa la lejanía, sin interés, pero su indiferencia era producto de la confusión escondida dentro del sombrero. ¿Fui posesiva alguna vez? Sí, muchas, pero cuánta falta me haría ahora ser una abrasiva, por lo menos podría reclamarte, Lucio que no me cobres celos de mi marido y menos del chino, al que consideras una fantasía tonta. ¿Tonta? ¿Seguro? De modo que no se puede enamorar una de un pedazo de celuloide, ¿eh? Fíjate que sí mi amor, si no me crees pregúntale a los millones de mujeres suspirantes por Brad Pitt. Exclúyeme a mí del conteo, por favor, yo sólo suspiro por ti, por el chino y mi marido. Tres, tres hombres que forman uno en mi mente de sastre amoroso ¿o desastre amoroso? Y no creas que no he intentado explicármelo antes, muchas veces le he buscado sentido a esto de querer a varios a la vez. De veras, envidio a esas gentes intachables, que aman y son fieles a la misma persona por veinte, treinta, cincuenta años. ¡Qué aguante! ¿Cómo le harán ellas para mojarse? Y ellos, ¿de qué salidas se valdrán para mantenerla erecta? Piensan en todas menos en las que tienen ahí, cerca, pegada, adherida con una seguridad tal que se desvanecen las dudas y eso, ay, Lucio, termina volviéndome insegura, cómo, dime, no tener dudas de nada; caray, pues cómo le hizo el chino para vivir con la millonaria tantos años, ¿a poco mantuvo durante ese lapso la imagen viva de la niña? ¡Que obsesión! Y tú, con la mujer que ya no tienes y te afanas por llamar “mi esposa”, ¿cómo le hacías? Cómo le hiciste esos siete años de vida común para tocarla y sentirte bien, no digamos excitado, bien. Y la noche de bodas del chino, ¿podría? Me imagino a la pobre chinita tragándose muchas veladas con el himen íntegro porque su esposo se negaba a desflorarla: el recuerdo de Ella no lo dejaba en paz: lo atormentaba hora por hora: desde su lejanía le gritaba piensa en mí, porque en toda tu vida no volverás a sentir ningún deseo tan intenso por ninguna otra mujer. Pero esas fantasías también son mentiras, Lucio. Miles de veces nos enamoramos y miles de veces olvidamos. Bendito olvido, nos hace curarnos en salud cuando la pasión se ha ido, se ha borrado o de plano no se avivó nunca. Bendito olvido: viene a socorrernos, porque si no fuera por él, nos mataríamos un montón de veces por cada amante inconstante. Pero el olvido está tan devaluado como la mentira. Ambos van de la mano como pareja repudiada, todos queremos la verdad, todos deseamos ser el amor de tu vida, la mujer de mi vida, el hombre de mi vida y a la menor provocación nos quedamos en blanco. ¿Qué pasaría si en lugar de iniciar una relación fingiéndonos ideales, llegáramos con nuestro rostro real? Te juro, Lucio, que la idea me coquetea: no mentirle nunca a ningún hombre, ser todo lo maligna que soy desde la primera cita. Me marido escupió hace poco: A veces se me olvida que vivo con una cobra, menos mal que tengo madera de encantador de serpientes, si no ya me hubieras matado. Pero, si está tan consciente de mi condición venenosa, ¿por qué sigue conmigo? Porque me hace olvidar mi esencia nefasta tan pronto se lo proponga; y en lugar de morderlo y clavarle mi mortífero líquido, bailo feliz al son que me toca. Otra vez están de mano la mentira y el olvido. Pero entonces, cómo le hicieron Ella y el chino para sobrevivir uno en el otro por tantos años. Intercedió un factor más, Lucio, que junto a los anteriores, se vuelve indispensable: la distancia. Ella se fue y él se quedó. Estoy segura sin habérselo preguntado a la Duras, que sí lo olvidó. Lo olvidó con sus dos maridos: un Antelme y un Mascolo, que la hicieron feliz a sus maneras. Bueno, también hubo un tercero, pero de aquel es mejor no hablar. No quiero problemas con los herederos.<br />
</div><div style="text-align: justify;">La mente de quien escribe no puede mantener eternamente una misma obsesión. Es necesario mudar y renovar los motivos; de lo contrario, terminaríamos aburriéndonos de nuestros propios relatos. Te lo juro, Lucio, Ella sí lo olvidó. Es probable que después de terminar el libro no volviera a pensarlo nunca más con la misma intensidad. Es posible que no llegara a pensarlo nunca ni siquiera de pasadita. Los escritores olvidamos, pero antes de olvidar, escribimos y al escribir, prolongamos, pero con ganas de no ser acosados nunca por el mismo tema. Por esa razón escribo ahora de ti, para olvidarte y olvidarlo a él. Al tercero es imposible borrarlo. Qué contrasentido, ¿verdad? Las mujeres funcionamos como relojes descompuestos; y las escritoras, ah, somos las más divertidas, sobre todo cuando estamos solas. <br />
</div><div style="text-align: justify;">Una tarde, tras dejar a la niña en danza, me sentí saturada de vida: no sentía deseos de sorprender ni de ser sorprendida; no podía contigo, con él, con el otro y huí. De los tres. Me metí a un hotel de quinta, en las cercanías de la central camionera. Compré agua, pan y rompí mi credencial de elector. En una libreta escribí con lápiz mi nuevo nombre. Ya no era. Sería. Volvería a empezar en Indochina y me encontraría contigo en el muelle. Tú sí comprenderías mi naturaleza infiel; no te molestaría formar parte de mi harem. Tracé esquemas en las páginas: rediseñé mi nueva personalidad, mi flamante oficio. Ya no sería escritora: al diablo los libros. Los míos, por vírgenes; y los demás, por publicitados.<br />
</div>A las tres horas pensé.<br />
Repensé. <br />
<div style="text-align: justify;">Me exigí: sé objetiva. Aterriza. ¿Dónde vas a encontrar un amante como los tres? Déjate hallar por tu marido y mi marido me halló. Encendí el celular y regresé al mundo real. Retorné a mi casa, obligada a llevar la rutina. Derrotada al no encontrar el canal para cristalizar mis fantasías. No pude esfumarme, pero el virus seguía ahí. Me roía, me impulsaba a mentir. Me faltaron ovarios, pero seguía enferma. Todos los días fornicaba a los hombres de la calle y con la energía que me inyectaban esos penes derretidos en miradas crudas y anónimas, hacía feliz al hombre de mi casa.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Para aligerar los ánimos te marqué al celular: ¿Quién habla? Paloma. Quisiera tanto llevarte a Cholen. No respondiste. Silencio. ¿Te irías conmigo, Lucio? Mi marido nos alcanzaría después, pero no importa; ya encontraremos la forma de comprendernos. Entonces me lo pediste: No vuelvas a marcar mi número, tu marido me vigila. <br />
</div>¿Pero a qué horas te vigila? ¡Él nunca tiene tiempo!<br />
<div style="text-align: justify;">Y es cierto, mi marido, para llegar a casa con la cartera constante y sonante, pelea con abogados, contratistas, vendedores... NUNCA TIENE TIEMPO. Lo sé: mi niña y yo hacemos la comida solas, vamos al cine solas, a las piñatas, a la playa. ¿Cómo puede tener la oportunidad de ser rico y saber en qué pasos anda su mujer? Los ricos como el chino del norte sólo pueden ser bellos. Eso quería imaginar, pero no. El dinero los vuelve omnipotentes. Nunca quise darme por enterada y lo supe. Jane March, la bella nalgona que la hizo de la Duras quinceañera, me lo dijo con sólo verme, una mañana que por casualidad pasé por la oficina. Llegó a la vida real disfrazada de secretaria, con sus trencitas frágiles; gritándome la muy puta que lo tenía agarrado, que era de ella. Y yo, Lucio, todavía le pregunté a él: ¿Por qué contrataste a esa chica, no me digas que fue por inteligente? No, claro que no; le di el trabajo por guapa: si me costaba lo mismo una fea y una bella, es obvio que elegiré a la bella, ¿no crees? Déjame decirte que es igualita a la protagonista de “El amante”. Y él una vez más demostró su poderío sobre mí, al anunciarme que ya no quedaba ningún secreto. Conocía mi enfermedad: ¿Te refieres al personaje de la película que siempre miras? Ah, sí, sé muy bien que mi secretaria se parece a Jane March; por eso también la contraté: tú te quedas con el chino y yo con la francesita. <br />
</div><br />
<div style="text-align: justify;"><strong>ALEYDA ROJO ha publicado dos novelas: “Más frescas las tardes” (2005) y “Defensa de lo prohibido” (2006) y una tesis sobre pintura “La fotografía en la plástica de Antonio López Sáenz y Carlos Bueno” (2001). Ha merecido el Premio Estatal de periodismo por un artículo sobre Martiniano Carvajal y el Premio Nacional de Novela Corta Valladolid 2005 por “Defensa de lo Prohibido”.</strong><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong>Todos los sábados dirige en el Museo de Arte de su ciudad un taller para narradores que fue fundado por Élmer Mendoza.</strong><br />
</div><a href="mailto:aleydarojo@yahoo.com.mx">aleydarojo@yahoo.com.mx</a>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-382783197423720372009-11-15T05:47:00.001+00:002009-11-15T05:47:21.935+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXVI<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMiSybyH9VRagbbhr7OLICTHlJ1zWO3SMb2jtrh_BJ4vwMdMjhtXB_1dsi_QkD5Yu0yfNRKpFIX-V24AZDwXvtVO0em25g5YGAiE0l_MloCNBECqtCc6_mxuTV6iYxeckVL2OQ/s1600-h/nix.bmp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMiSybyH9VRagbbhr7OLICTHlJ1zWO3SMb2jtrh_BJ4vwMdMjhtXB_1dsi_QkD5Yu0yfNRKpFIX-V24AZDwXvtVO0em25g5YGAiE0l_MloCNBECqtCc6_mxuTV6iYxeckVL2OQ/s640/nix.bmp" vr="true" /></a><br />
</div><br />
<strong><span style="font-size: large;">La perra muerta</span></strong><br />
<strong><span style="font-size: large;">Por: <em>Elizabeth Algravez</em></span></strong><br />
<br />
Oiga usted<br />
que anda diciendo por ahí<br />
que yo estoy muerta<br />
porque le di mi corazón<br />
y a usted se le salió de la bolsa<br />
en el primer descuido<br />
<br />
y ahora que me entero<br />
viene a decirme<br />
que no se ha perdido nada <br />
que yo estaba muerta hace mucho tiempo<br />
<br />
que estaba herida de batalla<br />
y llegué a usted como un perro<br />
a buscar en su casa<br />
una esquina propicia<br />
para tender mi cuerpo enfermo<br />
<br />
que cuando me ofreció su mano<br />
yo tenía sarna<br />
el hocico roto<br />
y la cola entre las patas<br />
<br />
que gemía lastimera<br />
cuando usted superó el asco<br />
para acariciarme la cabeza<br />
y me trajo las sobras de su plato<br />
<br />
y que por mi causa<br />
hubo de justificarse diciendo:<br />
"me siguió hasta aquí<br />
¿puedo quedármela?"<br />
<br />
Pues sepa que sí<br />
que estaba muerta<br />
y así muerta como estaba<br />
le di mi corazón<br />
<br />
así muerta<br />
herida de batalla<br />
sentí por usted<br />
todo lo que usted<br />
tan vivo<br />
no quiso sentir nunca<br />
<br />
y aquello que perdió<br />
-mi corazón de perra herida-<br />
era un corazón intacto<br />
que guardé para usted<br />
porque era suyo<br />
<br />
y que si tenía<br />
los ijares golpeados<br />
la mirada triste<br />
y las patas quebradas<br />
fue porque salí a buscarlo<br />
<br />
y nadie quiere a una perra<br />
que se guarda el corazón<br />
y que muerde la mano<br />
<br />
nadie quiere a una perra<br />
que no reconoce más amo<br />
que aquel<br />
a quien anda buscando<br />
<br />
Y ya ve<br />
no se ha perdido nada<br />
mi corazón<br />
apenas<br />
de perra añosa y malherida.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><br />
<div style="text-align: justify;"><strong>Elizabeth Algrávez (Mexicali, B.C. 21 de enero 1972)</strong><br />
</div><div style="text-align: justify;">Poeta y editora, actualmente radica en la ciudad de Tijuana en donde se desempeña como correctora de estilo en Advanced Methods (AMCO) y docente en la UABC, en donde imparte materias optativas que diseña con miras a que la carrera de Lengua y Literatura tenga un perfil de egreso que permita vivir de las letras y sus alrededores, tales como Mercadotecnia Editorial, Promoción Cultural o Crítica Aplicada, y otras por el mero disfrute de leer, como Literatura Erótica y Literatura Norteamericana.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Se mantiene dentro del pequeño mundo cultural participando de manera altruista en proyectos que organizan sus alumnos y compañeros de generación, como la revista Existir, la revista Mini Plastic o la Feria del Libro Usado, FELIUS y diciendo que sí cada vez que la invitan a participar por el puro gusto de colaborar como consejo editorial, jurado honorario, ponente o autora en diversas antologías, entre las que destacan las antologías bilingües Across the line/Al otro lado (Junction Press 1999) y Our bed is made of flowers/Nuestra cama es de flores (CONACULTA- CECUT 2007), en ambas aparecen poemas suyos traducidos al inglés por Mark Weiss y Harry Polkinhorn, y su inclusión se debe a que es compa de los antólogos, el Mark Weiss y el Roberto Castillo, aunque sólo los saluda cuando los ve en lecturas y encuentros literarios.<br />
</div><div style="text-align: justify;">También ha publicado algunos poemarios, entre ellos Arenario (ICBC 1994) y Trilogía de Arena (CONACULTA-Monte Gargano 1997), tiene varios inéditos en busca de editor.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Ha recibido becas y apoyos del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en 1999 y 2000, y le tocó ver los toros desde el ruedo como directora del Instituto Municipal de Arte y Cultura en Tijuana (IMAC) del 2001 al 2004.<br />
</div><div style="text-align: justify;">Estudió la preparatoria en CETYS campus Mexicali, egresando en la generación de 1989, cursó estudios de Licenciatura en Lengua y Literatura de hispanoamérica en la UABC y la Maestría en Mercadotecnia por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en colaboración con la UABC, titulándose con honores en 2005. <br />
</div><div style="text-align: justify;"><a href="mailto:ealgravez@gmail.com"><strong>ealgravez@gmail.com</strong></a> <br />
</div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-49306469655578290992009-11-08T04:21:00.002+00:002009-11-08T04:21:39.867+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXV<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTK6VhR0rnYk0n-JKzzXkxpviSTwbLnP8InoM6-eXOU-Uyy-XVSJR3xF1DE8-hV3tTwiOjb3h3Fgw0HZqoTFUPwKTuXikkasHdSxeO0t1Wjj46a366ZPD5tuWcOeKUlUKKzDpv/s1600-h/Lina+Zer%C3%B3n.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5331465741455809506" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTK6VhR0rnYk0n-JKzzXkxpviSTwbLnP8InoM6-eXOU-Uyy-XVSJR3xF1DE8-hV3tTwiOjb3h3Fgw0HZqoTFUPwKTuXikkasHdSxeO0t1Wjj46a366ZPD5tuWcOeKUlUKKzDpv/s400/Lina+Zer%C3%B3n.JPG" style="cursor: hand; display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">LUCIÉRNAGA SOMBRÍA </span></strong><br />
</div><strong><span style="font-size: medium;">Por: <em>Lina Zerón</em><br />
</span></strong><br />
<div align="justify">Ahora quedarán mis dedos detrás de las palabras,<br />
no escribiré más sobre el dolor que enfrento<br />
entre ahogos del corazón y una voluntad que agoniza.<br />
<br />
Me urge una coraza de paciencia y fortaleza<br />
para consumir las infaustas horas que me aguardan<br />
y no pensar en este cuerpo que indignamente se consume.<br />
<br />
Preciso un cofre blindado para guardar tanta rabia,<br />
un hombro donde pueda arrojar mares de lágrimas,<br />
una primavera que devuelva el color a mis vitrales<br />
y exilie esta sensación de luciérnaga sombría.<br />
<br />
¡Basta ya de impúdicas batas azules y de impecables cuartos blancos!<br />
<br />
Detesto los tubos de oxígeno, las jeringas; incluso la esperanza.<br />
No más gentiles visitas con lastimeros ojos<br />
ni de inútiles rezos que parece Nadie escucha.<br />
<br />
Dios, permite que alguien atienda mi súplica,<br />
y ponga en ceros la escasa luz que me queda.<br />
<br />
Soy un paradigma enraizado a una cama<br />
extinguiéndose como eco del silencio.<br />
<br />
<strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">Lina Zerón, poeta y narradora mexicana, nacida en 1959. Autora de 16 libros de poesía traducidos, entre otras lenguas, el inglés, al francés, al egipcio y al croata. Ha publicado también un libro de relatos, <em>Minicrónicas de listón y otros cuentos</em> y dos novelas: <em>Postdata para Ana</em> y <em>Detrás de la luz</em>, publicadas ambas en Amarillo Editores. Está por publicar la biografía oficial de Claude Couffon, el enigmático y aventurero traductor al francés de Julio Cortázar, Octavio Paz y Gabriel garcía Márquez, entre otros. </span></strong><br />
<br />
</div><strong><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: medium;">Lina ya tiene </span><a href="http://la-trenza-de-sor-juana.blogspot.com/2007/07/orga-en-azul.html"><span style="color: #cc0000; font-size: medium;"><em>Trenza</em></span></a></span></strong>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-36418818.post-62114256164360148912009-11-01T02:35:00.000+00:002009-11-01T02:35:52.150+00:00Escritoras para el Nuevo Milenio XXXXIV<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijD0KJf7tFzsc6Om4_kaYq03P3GXpumMwzCkpN7UWGxw0FFTKJ3PcD0I3E3CQNcUb5tr_FCGtKA7NgdLm7rw2cJ0QxFyTn7LYbq8PO-hTVdoCbT3TZ3S4oFLpJi-2fPSjv0-ey/s1600-h/ClaudiaReina1.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5346270878738781074" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijD0KJf7tFzsc6Om4_kaYq03P3GXpumMwzCkpN7UWGxw0FFTKJ3PcD0I3E3CQNcUb5tr_FCGtKA7NgdLm7rw2cJ0QxFyTn7LYbq8PO-hTVdoCbT3TZ3S4oFLpJi-2fPSjv0-ey/s320/ClaudiaReina1.jpg" style="cursor: hand; float: left; height: 320px; margin: 0px 10px 10px 0px; width: 224px;" /></a><strong><span style="font-size: medium;">Mancha roja<br />
Por: <em>Claudia Reina </em><br />
</span></strong><br />
<div style="text-align: justify;">Siempre me mandaban a la sala cuando había problemas o querían tratar un asunto importante entre ellos: Después vamos contigo, mientras ponte a leer o haz la tarea. Yo no hacía ninguna de las dos cosas, era mi manera de protestar por excluirme. Me gustaba quedarme viendo el cuadro que papá trajo del viejo mundo, como él decía. A nadie le gustó cuando llegó con él, a mí tampoco, y mamá no estuvo de acuerdo cuando papá se empeñó en colgarlo en la pared de la sala porque iba a arruinar la decoración, pero de todas maneras lo colgó. No le vas a negar un lugar al maestro, le dijo. Mamá contestó que se lo negaría a cualquiera que pintara cosas tan feas. Fue la primera discusión en que me dejaron solo con la pintura y cuando pensé que había sido pintada por un niño de seis años, a pesar de que papá llamó maestro al artista y creo que ningún niño de seis años puede ser maestro.<br />
</div><div align="justify">Lo que sí me gustaba eran los colores fuertes, vivos, que parecían gritar de emoción, como diciendo tenemos formas desagradables pero somos alegres y no nos importa ser feos. Me perdía en ellos hasta que oía cómo mamá alzaba la voz y decía cosas que no entendía. A veces los dos se callaban y el silencio era tan triste como los gritos. Me sentía bien cuando escuchaba sus murmullos y los gritos contenidos porque no querían que se estrellaran contra mí. Si yo hubiera pintado algo mejor pensaba que tal vez mamá podría deshacerse del cuadro y papá colgaría el mío en su lugar. Éste es más bonito y mejor pintado diría, éste es de un verdadero maestro, y ya no seguirían peleando.<br />
</div><div align="justify">Con el paso del tiempo me pareció que si el cuadro no era bonito por lo menos tenía la cualidad de decir cosas. Lo descubrí una noche en que papá y mamá se enfrascaron en una pelea y me fui a la sala sin que necesitaran decirme que los dejara solos. Esa vez no bajaron la voz y escuché todo pero no me importó porque yo estaba con la vista fija en el cuadro, sin parpadear, y empecé a “ver”. Las manchas de pintura, los triángulos, las curvas, ya no eran manchas ni triángulos, ni curvas, sino otras figuras que salían detrás de ésas que mamá tanto aborrecía.<br />
</div><div align="justify">La tela se convirtió de pronto en terreno para un campo de batalla. Poco a poco se llenó de soldados que usaban cascos miniatura y llevaban rifles más pequeños y delgados que mi dedo meñique. Había dos bandos, unos con uniforme azul y otros con uniforme verde oscuro. Todos corrían para esconderse detrás de barricadas o de los árboles cuando ya no había lugar; luego se quedaban muy quietos, como estatuas, preparándose para la batalla. De cada lado un hombre con muchas insignias en su uniforme daba órdenes; debían de estar gritando para que sus voces llegaran a toda la tropa pero yo no escuchaba nada, en cambio a veces oía los gritos de mamá o papá.<br />
</div><div align="justify">El campo estaba nevado, eso dificultaba que los soldados se movieran con rapidez, y de tanto esperar a que iniciara el fuego a algunos se les congelaban los pies y se quedaban tirados, sin moverse, muriéndose poco a poco, hasta que aparecía un soldado nuevo para suplir al otro y el que se murió iba desapareciendo lentamente en la nieve sin que a nadie le importara.<br />
</div><div align="justify">En medio de ellos parecía haber chatarra: aviones inservibles, tanques viejos, y todo lo que iba quedando de enfrentamientos pasados. Cada vez que terminaba una batalla apilaban a los muertos de los dos bandos en el centro y los quemaban, luego los demás volvían a ocultarse; pero eso nunca lo vi, así lo imaginaba al ver esa gran mancha roja en el centro de la pintura. Una vez le pregunté a papá por qué había sangre y rió como si yo hubiera contado un chiste; dijo que no era sangre sino pintura, y no significaba nada, sólo un capricho artístico.<br />
</div><div align="justify">Los soldados se apretaban unos contra otros, apenas tenían espacio para mover los brazos y accionar el rifle, pero eso no era obstáculo para que los jefes se pasearan por el cuadro y siguieran dando órdenes de que llegaran más. En algunos lugares, muy pocos, en vez de soldados había manchas amarillas y cafés, como si ahí fuera a brotar un pino o un arbusto y sólo hiciera falta un poco de tranquilidad y menos pisadas maltratando la tierra.<br />
</div><div align="justify">De pronto apareció un avión sobrevolando el área de guerra; estaba muy mal construido, las líneas que lo dibujaban se volvían blandas, se iban quebrando, caían encima de los soldados amontonados en el campo y pum, un estruendo y un grito agudo que hizo que todo se desvaneciera. Sentí como si despertara de un sueño y el grito me atravesara; era de mamá, decía no vuelvas cuando papá azotó la puerta de la casa.<br />
</div><div align="justify">Papá volvía aunque mamá le dijera mil veces que se fuera. Siempre regresaba y mamá lo recibía llorosa. Durante algunos días todo iba normal, cómete los chícharos, lávate los dientes, haz la tarea, y el día menos pensado, ve a la sala. En cuanto me sentaba frente a la pintura los soldaditos aparecían; marchaban con devoción hacia la muerte pero nunca sabían qué hacer mientras tanto y no pasaba nada. Se quedaban rígidos, no les importaba el frío, y llegaban más y más hasta que el cuadro daba la impresión de que no podía contener a tantos. Yo los veía fijamente, esperando algún movimiento, pero la tela permanecía inmóvil y estancada con las manchas de los uniformes que a veces tomaban forma de triángulo o círculo. La guerra se convertía en una gran confusión de cascos y rifles y órdenes. Tal vez aquello era la paz. Tal vez la paz era tener un rifle en la espalda por si acaso. De tanto verlos sin hacer nada me aburría y me daba sueño pero luego salían papá y mamá un poco incómodos y me decían que me llevarían a comer nieve. Cuando volvíamos el cuadro era tan feo como mamá pensaba.<br />
</div><div align="justify">Una tarde que estábamos en el comedor y nadie hablaba porque cuando comíamos no se permitía hablar, mamá contó que su amiga Luisa se rió mucho “del famoso cuadro”. Así lo dijo, viendo a papá y recalcando las palabras de una manera burlona, como lo hacíamos en la escuela cuando nos íbamos a agarrar a golpes con alguien que nos caía mal. Yo no quería que siguiera hablando porque la cara de papá se puso roja, pero mamá todavía dijo que tuvo que inventar que nos lo regaló abuelita para que Luisa no nos creyera unos cavernícolas. Papá no contestó nada, se levantó y se fue a encerrar en su estudio. Mamá también se levantó y me dejó solo en la mesa, ni siquiera me dijo termínate la sopa.<br />
</div><div align="justify">A veces me acercaba a la sala de puntitas para espiar la pintura y saber qué pasaba cuando nadie la miraba, pero esa no era la manera adecuada de verla, ni el momento. Ni siquiera cuando otro niño la observaba. Marcos, mi primo, vino un día y le dije que quería mostrarle algo asombroso. Lo llevé a la sala y le pedí que no le quitara la vista de encima ni un instante. Por más que le insistí no vio nada, ni un casco, ni la punta de una bayoneta. Cómo quieres que vea esas cosas, dijo, si ahí nada más hay manchones y líneas. Los mismos que mamá contemplaba fijamente, con una mueca de desprecio.<br />
</div><div align="justify">No entendía el odio de mamá. A las cosas feas no se les odia tanto. Una vez le escuché decir que si una mujer tenía un hijo muy feo o muy enfermo lo debía querer más para protegerlo. Yo sé que ella no pintó el cuadro y no podía sentir afecto por él, pero sí hubiera podido tenerle un poco de compasión por estar tan feo en nuestra sala bonita, y aunque no lo sabía, por estar lleno de soldaditos ocultos que se morían de miedo por la próxima batalla. Y por mí también, porque veía con el corazón oprimido cómo se preparaban, sabiendo que cuando se desatara la guerra nadie quedaría a salvo y yo tendría que ver cómo se mataban.<br />
</div><div align="justify">Un día en que mamá se asomaba por encima de mi hombro para revisar que estuvieran bien las sumas, le pregunté por qué odiaba el cuadro. Se rió, me quitó el lápiz de la mano y empezó a borrar unos números y a corregirlos en silencio; creo que pensaba qué decirme. Terminó y dijo, así es como debe ser. Tu padre es un egoísta. Esa noche cuando papá volvió de su trabajo, ella lo buscó en su estudio para reclamarle algo. Alcancé a oír, tu hijo anda diciendo que; después cerraron la puerta y de nuevo me dejaron solo con la pintura. Al otro día me castigaron, no dijeron por qué, pero creo que por meterme en sus asuntos.<br />
</div><div align="justify">Papá y mamá empezaron a pelear todos los días. En cuanto me mandaban a la sala los soldaditos salían y tomaban sus posiciones; eso era todo, se preparaban para la guerra sin que la guerra llegara. Ya no los veía con interés, me aburrían, no quería que siguieran ahí. Me acostaba en el sillón con los ojos cerrados y después regresaba a mi cuarto cuando me decían que era hora de dormir. En la escuela alguien mencionó la palabra divorcio y yo esperaba que papá y mamá la usaran pronto para que se acabaran las estancias en la sala.<br />
</div><div align="justify">En la biblioteca conseguí un libro con pinturas de distintas épocas. Observé cada una de las imágenes detenidamente para encontrar una parecida a la de papá; pero quería una donde no hubiera gritos ni la amenaza de una catástrofe. Cuando me iba a la sala llevaba el libro conmigo deseando que en ese instante una imagen empezara a vivir en la hoja. Había una con un bosque muy verde y dos casitas de madera en una montaña nevada. Me habría gustado que alguien se asomara a la ventana de una de las cabañas y me saludara sonriente para no pensar en el otro cuadro y su procesión de soldaditos casi muertos. También me gustaba otra con un río y barcas navegando tranquilamente en él. Y otra con una noche muy oscura y las estrellas reventando en el cielo. Algunas eran pinturas de batallas. En una había gente tirada en el suelo y soldados a caballo que pisoteaban los cadáveres pero aquello era diferente, estaba estático y no dolía verlo. En cambio sólo tenía que levantar la vista para mirar cómo los muñequitos corrían atemorizados.<br />
</div><div align="justify">Me habría gustado preguntarle a papá dónde consiguió esa pintura, a quién se la compró, qué significaba, pero nunca me atreví; era un tema, no entendía bien por qué, prohibido. Tampoco me atreví a decirle lo que veía. Un compañero me contó que cuando pensaba que su papá era su amigo, le confió que en la casa vivía un niño fantasma llamado Luis. Su papá le dijo que ésas eran cosas de locos y le ordenó no mencionar el tema si no quería ir a un internado. Todo eso fue muy injusto porque el fantasma sí existía, yo lo vi dos veces y hasta platiqué con él. Estoy seguro de que si le hubiera contado a papá lo de la pintura tampoco entendería y me habría castigado para siempre.<br />
</div><div align="justify">Papá y mamá entraron una noche en su cuarto y yo fui hacia la sala para que no me regañaran. Me acosté, como otras veces, en el sillón y cerré los ojos. Al rato escuché una puerta que se abría. Era mamá que corría como loca hacia la sala. La vi llegar, papá acongojado detrás de ella, y subirse en un sillón para descolgar el cuadro. Lo tiró al suelo y dijo, sabía que esa zorra tenía algo que ver. Papá lo levantó y le pasó una mano encima para limpiarlo; eso enojó más a mamá, y se abalanzó encima de él, pero logró protegerse. Como si se acordara de mí, papá me buscó en el lugar que siempre ocupaba en el sillón, y dijo sin sentirse culpable de que los estuviera viendo pelear, cuida el cuadro; luego agarró a mamá del brazo y se la llevó a la fuerza al cuarto.<br />
</div><div align="justify">Los gritos parecían los de dos animales. Me volví a sentar en el sillón sosteniendo la pintura frente a mí, no era muy grande, como si fuera un libro. Ya no me dolía pensar en papá y mamá llenos de furia; ése era el paso natural hacia el divorcio. Así me lo explicó Juan en la escuela: los padres primero deben gritar mucho y a veces golpearse y quebrar cosas; a ti también pueden quebrarte, así, hizo un movimiento con las dos manos como si rompiera una ramita, y me dio lástima porque nunca antes conocí a un niño que sufriera como él, y también sentí lástima por mí porque estaba a punto de ser como él. Después, dijo Juan, te quedas con tu mamá y tu papá se va a un hotel o con su amante. La amante es la señora que tu papá quiere más porque es mejor que tu mamá. Luego tu papá va a visitarte algunas veces, te lleva regalos, te saca al parque o a comer nieve y a veces te dice que te quiere pero luego se despide porque ve el reloj y dice es tarde y ya será hasta la otra.<br />
</div><div align="justify">Mientras escuchaba los gritos, los soldaditos salieron de nuevo. Cada uno tomó la posición ordenada por su respectivo jefe y luego se quedó inmóvil como de costumbre. Al final las figuras originales de la pintura desaparecieron detrás de manchas verde oscuro y azules. Esa vez, no sabía por qué, era algo que se intuía, la guerra ya estaba en marcha. Los soldados recibieron de pronto la orden de preparar sus armas. Una voz se extendió por el paisaje nevado: apunten y fuego. Y empezó ante mis ojos. Las balas silbaban por todos lados, algunos hombres caían, otros pasaban por encima de los cadáveres, peleando y tratando de defenderse de la guerra. Aparecieron aviones lanzando bombas, se abrieron cráteres en el suelo, había brazos y piernas en todos lados, y también gritos, como los de papá y mamá, bocas que se abrían aullando, ojos que miraban como perro y dedos que jalaban sin misericordia los gatillos de las armas. Los soldados disminuían y ya no había más para suplir a los muertos. Después de un tiempo apareció el triángulo y la curva con forma de cortada que mamá odiaba. La nieve caía encima de los cadáveres y ocultaba el desastre. Maten, maten, parecía decir uno de los jefes hasta que una bala venida de lejos le voló la cabeza. Yo sabía que no iba a ganar nadie. La batalla estaba perdida desde el principio porque tenía lugar en un cuadro que no trataba de la guerra sino de las fealdades abstractas, la palabra me la enseñó papá, que brotaban cada vez que una masa de soldados era eliminada.<br />
</div><div align="justify">Los últimos soldados cayeron y todo terminó. Quedaron las figuras que madre aborrecía y la paz. El silencio atorado en la garganta de los hombres muertos. Máquinas de guerra convertidas en esqueletos metálicos. Árboles caídos, miembros amputados sembrados en la nieve, objetos irreconocibles. Me sentía triste observando el desastre cuando entre los gritos de mis padres alcancé a entender algo: estoy embarazada. Lo dijo con odio, queriendo encajarle las palabras a papá para que le dolieran; entonces se hizo el silencio también en su habitación. Me los imaginé a ambos arrinconados como arañas en dos esquinas del cuarto, viéndose amenazadoramente, sin saber si abrazarse o golpearse. Y empecé a sentir pena y miedo por el niño que mamá llevaba dentro. El niño que como yo conocería las largas horas de espera en una sala donde un cuadro se llenaba de vida y después de muerte. O las comidas silenciosas en las que estaría temblando, igual que yo, porque no pronunciaran alguna palabra que convirtiera en papel el sabor de la sopa. Tenía que advertirles. Corrí hacia su cuarto y toqué la puerta. Me abrió papá sorprendido y entré sin importar que no se me permitiera. Mamá estaba sentada en la cama, muy triste. Dije, quiero hablarles de la pintura. Los dos me miraron desconcertados pero no dejé que me interrumpieran. Me paré frente a ellos y les conté: detrás de los triángulos y los círculos han estado saliendo soldaditos con una pistola colgada en la espalda. Cada uno de los días en que me mandaron a la sala aparecían y se quedaban inmóviles, hasta ahora que se mataron unos a otros. Los cuerpos están tirados en la nieve, llenos de agujeros y sangre. Vamos a la sala para que los vean. Todos murieron y yo vi cómo se hundían las balas en las cabezas, los brazos, las piernas. Ustedes también tienen que venir a ver los cuerpos destrozados.<br />
</div><div align="justify">Observé sus caras sorprendidas. No se daban cuenta de la importancia de lo que les revelaba. Papá no me dejó continuar, me agarró de un brazo y me echó del cuarto. Me quedé afuera de la habitación, con ganas de llorar pero no lloré. Esperé un momento con la esperanza de que recapacitaran, pero luego volvieron los gritos y la voz de papá diciendo ese niño estúpido y el otro que llevas dentro lo vas a abortar si no es mío. Las voces de los dos se mezclaban: no puedes echarlo a la basura, mañana mismo me voy de la casa, nunca vas a volver a ver a Federico, ya sabía que tu viaje a Italia era un pretexto. Se escuchó el ruido de algo que se quebró contra la pared.<br />
</div><div align="justify">No había remedio. Fui a la cocina y tomé el cuchillo prohibido por mamá. Me encaminé a la sala y me senté frente a la pintura. A nosotros nos tocaban los escombros, pero no lloré. Como si una luz estallara de pronto en mi cabeza, comprendí por qué en medio de ella estaba la gran mancha de color rojo brillante amenazándolo todo. <br />
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<div align="justify"><strong><span style="font-family: arial; font-size: x-small;">Claudia Reina nació en Nogales, Sonora, en 1980, aunque ha vivido en Hermosillo prácticamente toda su vida. Licenciada en Letras Hispánicas. En 2007 arrasó con tres de los cinco géneros de los que consta el Concurso Libro Sonorense<em>: Paranoias</em> (cuento, Instituto Sonorense de Cultura, 2008), <em>Esto no es una pipa</em> (novela, ISC, 2008) y <em>La luz al final</em> (dramaturgia, ISC, 2008). Actualmente es becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas donde escribe la que será su segunda novela. </span></strong><br />
</div></div>Eve Gilhttp://www.blogger.com/profile/02967807067223183168noreply@blogger.com