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Escritoras para el Nuevo Milenio LIX



EL OLOR…
Por: Estela Davis

Eduviges había tenido 11 hijas y trabajado como un burro. Jamás había sabido lo que era una gripe, una calentura o por lo menos un dolor de muelas o de cabeza, así que cuando cayó enferma por primera vez a los 65 años creyó que le había llegado el momento de morir. Las hijas probaron todo para bajarle la fiebre, aliviarle la tos y las flemas. Le aplicaron parches de antiplogestina; le untaron yodo en la espalda todas las noches con una pluma de gallina; le frotaron el pecho con manteca alcanforada y luego le pusieron trapos calientes y cada tres horas la hacían tomar una cucharada sopera de infundia , bien calientita, así todos los días. Pero la enfermedad no cedía y las hijas empezaron a sospechar que su madre moriría.
Aquella mañana rompió el silencio el ruido de una avioneta. Dio una vuelta sobre el pueblo para avisar su llegada y luego se enfiló hacia el aterrizaje que estaba como a un kilómetro. En los años cuarenta el hecho de que aterrizara un avión en Loreto era algo inusitado. Un grupo de chiquillos y algunos adultos corrieron a presenciar el suceso. Inmediatamente se enteraron que en el avión venía un doctor de La Paz para ver a don Fidencio, un rico comerciante que llevaba varios días enfermo. La noticia llegó a la casa de Eduviges, y Mercedes, la mayor de las hijas solteronas que era la que llevaba los pantalones en la familia, inmediatamente mandó una emisaria a pedirle al doctor que también fuera a ver a su madre, cuya afección empeoraba.
“Tiene pulmonía”, les dijo el doctor. Y le puso una inyección de penicilina que andaba muy de moda, aunque en Loreto nadie la conocía, y le dio instrucciones a la inyectadora del pueblo para que le aplicara cinco más. “Mucho cuidado con las corrientes de aire y recuerde que por ningún motivo deberá bañarse”, le dijo a la enferma antes de retirarse precipitadamente.
Como era la primera vez que Eduviges se enfermaba, su organismo era completamente ajeno a todo tipo de medicamentos, así que cuando le pusieron la segunda inyección su alivio ya era notable, y para la quinta ya tenía dos días completamente sana. A partir de entonces nadie le quitó de la cabeza que el doctor era una especie de sabio milagroso, capaz de curarlo todo. Después del prodigioso alivio de Eduviges, la penicilina se volvió muy popular y la inyectadora del pueblo la encargó para tenerla en caso de que alguien enfermara de gravedad.
Pasaron los días y con las embadurnadas de manteca alcanforada, yodo y antiplogestina, el cuerpo de Eduviges despedía un fuerte olor a rancio, por lo que a juicio de Mercedes y hermanas, había llegado el momento de darle una buena bañada con agua calientita. Pero Eduviges se negó a permitirlo. “A mí el doctor me dijo que me cuidara de las corrientes de aire y que no me bañara por ningún motivo”, les dijo enojada, y las hijas no tuvieron más remedio que desistir. Empezaba a hacer calor y de por sí Eduviges era por naturaleza de olor fuerte, pero seguía empeñaba en cuidarse del aire y de no bañarse y poco le importaba que cada día su olor fuera más insoportable. “La cáscara guarda al palo”, decía a sus hijas cuando le sugerían el baño, o las acusaba de querer matarla.
Luego le había dado por tomar el aceite de hígado de tiburón a cucharadas tres veces al día, pues años atrás había oído decir que era el mejor tónico y que eso les daban a los soldados que mandaban a la segunda guerra mundial. ¿Por qué creen que vienen hasta acá los compradores de hígado de tiburón? Decía a quien se atreviera a rebatirle el punto. El olor, según Mercedes cada vez era peor, porque el humor del cuerpo de Eduviges contaba con un nuevo elemento, el aceite que olía extremadamente fuerte.
Se cambiaba de ropa muy de vez en cuando y era lo más que Mercedes podía lograr, porque las otras hijas no contaban con ninguna autoridad. Pero ni la ropa limpia disimulaba el desagrable olor que emanaba de su cuerpo y la gente que es tan exagerada, decía que hasta en la calle se percibía el olor. Transcurrieron los meses, luego los años y Eduviges seguía exactamente igual; encaprichada en no bañarse “por órdenes del doctor”. Mercedes y sus hermanas con el paso del tiempo se fueron acostumbrando, ni siquiera recordaban en qué momento se habían vuelto inmunes o habían perdido el olfato. Naturalmente sabían que muchas personas ya no iban a su casa por el olor…
Una tras otra murieron las hijas de Eduviges, las solteras, excepto Mercedes, que había salido sana y robusta como su madre, fue la única que le sobrevivió cuando a los ciento dos años, Eduviges, tal vez aburrida de vivir, amaneció muerta sin ningún chiste, porque no estaba enferma de nada.
Fue muy criticado lo que pasó después, a mi no me consta. Pero dicen que Mercedes llamó a unas mujeres, que por cierto fueron las que desparramaron el chisme, para que le ayudaran a sacar el cuerpo de la cama envuelto en una sábana para colocarlo afuera, en el patio, sobre un catre de raspa , entre todas la desvistieron y Mercedes procedió a bañarla por primera vez en 37 años a cubetazo limpio, la enjabonó varias veces con jabón amarillo y la talló con un cepillo, hasta lograr que desapareciera el olor. Luego quemó la ropa y los tendidos de la difunta.
Por supuesto que lo del baño trascendió, y al modo de la gente morbosa, hasta la que había dejado de visitarlas por el olor, fue al velorio. Mucho se comentó después algo de lo que nadie parecía acordarse, la blancura de la piel y los cabellos de Eduviges.

Estela Davis es originaria de Loreto, Baja California Sur, escribe desde muy joven, pero no fue sino hasta su jubilación en 1966, que se dedicó a la literatura de tiempo completo.
Ha publicado La Perla del Mojón y otros Relatos, libro de cuentos editado por la UABCS, en 1997. El Alojamiento en Baja California Sur, una historia de la hotelería turística en Baja California Sur, libro editado por el COBACH y la Secretaría Estatal de Turismo en 1998. Cuentos de Aquí y de allá, editado por el COBACH en 2001. Cinco días circulares (la visita), novela editada por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura en 2007.
A sus libertades Alas, antología de escritoras sudcalifornianas, libro de poesía, narrativa y ensayo, (compilación y participación en narrrativa), editado por el Gobierno del Estado de Baja California Sur, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Instituto Sudcaliforniano de la Mujer en 2007.

Libros pendientes de publicar:

Cuando salga el sol, (cuentos). Tras la huella de José María Mata, historia del hombre que juró la independencia en Loreto en 1822. Historias de un pueblo Mágico, Loreto, Baja California Sur, libro conformado por 12 artículos de hechos sobresalientes en la historia de Loreto en el siglo XIX.

Antologías:

MEMORIAS DE LAS JORNADAS DE LITERATURA REGIONAL (1a., 2a. y 3a. Jornadas) UABCS, 1997, con los trabajos: Rescate de historias de la tradición oral de Loreto, Alcanzar la luna, Ahorita vengo, La decisión y Gloria a los Músicos de Loreto.
MEMORIAS IV Jornada de Literatura Regional, UABCS 1998, con el trabajo Un rosario para Raquel.
Un Rosario para Raquel, “A Rosary for Raquel”, publicado en 2007 en la antología bilingüe de literatura latinoamericana NEW WORLD & NEW WORDS, antología, patrocinada por Two Lines/World library, Center for the Art of Translation de San Francisco, California.
LORETO SIGUE AHÍ, libro de historia General De Baja California sur, editado por la UABCS.
Ahorita vengo (cuento) publicado en la Antología de Literatura Latina, número especial de la Revista Latina de Literatura, Arte y Cultura, de la Universidad de Santa Bárbara, California, 2008. Patrocinada por el Centro de Estudios Chicanos de la Universidad de California, UCLA.
Angelina y sus duendes, Mi Gordo (cuentos) publicados en A SUS LIBERTADES ALAS, Antología de escritoras sudcalifornianas, editado por el Gobierno del Estado de Baja California Sur, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Instituto Sudcaliforniano de la Mujer, 2007.
Alcanzar la Luna, Mi gordo (cuentos) publicados en la hermana de Shakespeare, la imagen de la mujer en la narrativa femenina del noroeste de México, antología de Jesús Manuel Rodelo, editada por el H. Ayuntamiento de Culiacán, Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural de Culiacán. 2009.

Estela ya tiene Trenza