Por: Una Pérez Ruiz
Para Balam, por supuesto
En los recreos, se repartían gorras y plumas con los logotipos de cada planilla, que los prefectos confiscaban, para devolverlas hasta la salida. En vez de largas ceremonias a la bandera y composiciones sobre los héroes de la Revolución y la Independencia, las mañanas de los lunes se usaban para que cada candidato a presidente de la sociedad de alumnos diera un discurso a los estudiantes, con fantásticas promesas de nuevas canchas de fut, festivales de música, competencias de porristas y tarea sólo dos veces por semana. Los viernes había manifestaciones, con los miembros de cada planilla y sus seguidores marchando y gritando consignas alrededor de la escuela. Pero el último viernes de la campaña, Betito, el hijo del senador del Hierro, llegó para encabezar la marcha de la planilla verde llevando un cachorro de tigre de lustroso pelaje, sujeto con una correa de piel, como un perro. Admiración unánime. Todos olvidaron sus gorras y plumas rojas con los prefectos. Él ni siquiera era el candidato de la verde, sólo apoyaba a Ricky Medina, el goleador del equipo de los Halcones, el de promedio de 9.8 y cabello castaño estratégicamente despeinado. Ya no hizo falta nada más. Pero, por si acaso, el día de la elección Miss Rutilia cruzó, delante de todos, con un grueso crayón negro, los votos que quedaron en blanco en cada salón, a favor de Ricky. La votación transcurrió con paz y calma ejemplares. Los pocos alumnos inconformes acabaron aplacándose con la idea de que para el cambio de sexenio, en unos tres o cuatro años más, armados con sus auténticas credenciales de elector, harían valer sus derechos por la vía democrática.
Para Balam, por supuesto
En los recreos, se repartían gorras y plumas con los logotipos de cada planilla, que los prefectos confiscaban, para devolverlas hasta la salida. En vez de largas ceremonias a la bandera y composiciones sobre los héroes de la Revolución y la Independencia, las mañanas de los lunes se usaban para que cada candidato a presidente de la sociedad de alumnos diera un discurso a los estudiantes, con fantásticas promesas de nuevas canchas de fut, festivales de música, competencias de porristas y tarea sólo dos veces por semana. Los viernes había manifestaciones, con los miembros de cada planilla y sus seguidores marchando y gritando consignas alrededor de la escuela. Pero el último viernes de la campaña, Betito, el hijo del senador del Hierro, llegó para encabezar la marcha de la planilla verde llevando un cachorro de tigre de lustroso pelaje, sujeto con una correa de piel, como un perro. Admiración unánime. Todos olvidaron sus gorras y plumas rojas con los prefectos. Él ni siquiera era el candidato de la verde, sólo apoyaba a Ricky Medina, el goleador del equipo de los Halcones, el de promedio de 9.8 y cabello castaño estratégicamente despeinado. Ya no hizo falta nada más. Pero, por si acaso, el día de la elección Miss Rutilia cruzó, delante de todos, con un grueso crayón negro, los votos que quedaron en blanco en cada salón, a favor de Ricky. La votación transcurrió con paz y calma ejemplares. Los pocos alumnos inconformes acabaron aplacándose con la idea de que para el cambio de sexenio, en unos tres o cuatro años más, armados con sus auténticas credenciales de elector, harían valer sus derechos por la vía democrática.
Dos poema de Una Pérez Ruiz
me tradujiste
y si toda la nieve del mundo
se interpone
y nunca nos vivimos juntos
y todo este hervidero
se deshace en puro aire
y saliva
igual queda
el deslumbre
las fogatas nocturnas
el paso que separa
la carretera
del bosque
no hay manera
de borrar
la entrega
me tradujiste
a tu lengua:
queda
cada sitio
de mi cuerpo
para siempre
descifrado
por tu boca
lectura y nostalgia de la reciente noche
envueltos
en la red fosforescente
de la luna
íbamos
una y otra vez
de la paz al abismo
de la curva de mi espalda
que tu mano endulzaba
para arrullarme
a los besos
oleaje desatado
nos acabamos así
luego
la noche se acabó
y dejó
su ceniza blanca
en nuestra almohada.
Una Pérez Ruiz (México, 1970), es editora, periodista de cultura y estilo de vida y traductora del inglés y el francés.
y si toda la nieve del mundo
se interpone
y nunca nos vivimos juntos
y todo este hervidero
se deshace en puro aire
y saliva
igual queda
el deslumbre
las fogatas nocturnas
el paso que separa
la carretera
del bosque
no hay manera
de borrar
la entrega
me tradujiste
a tu lengua:
queda
cada sitio
de mi cuerpo
para siempre
descifrado
por tu boca
lectura y nostalgia de la reciente noche
envueltos
en la red fosforescente
de la luna
íbamos
una y otra vez
de la paz al abismo
de la curva de mi espalda
que tu mano endulzaba
para arrullarme
a los besos
oleaje desatado
nos acabamos así
luego
la noche se acabó
y dejó
su ceniza blanca
en nuestra almohada.
Una Pérez Ruiz (México, 1970), es editora, periodista de cultura y estilo de vida y traductora del inglés y el francés.